Desde mi ventana: El pesado fardo
Delirios, aforismos y microrrelatos inspirados por el confinamiento
En The Objective tenemos el placer de publicar en exclusiva los primeros capítulos del nuevo proyecto literario del novelista Álvaro del Castaño, Desde mi ventana, escritos en Londres durante los días de cuarentena.
***
Es de noche y el parque sigue aún muy oscuro. El silencio solo lo rompe el feliz trinar de los pájaros de madrugada. Los pajaritos no saben que hay una pandemia mundial, y que el mundo ha cambiado. Inocentes, viven al margen. Siguen buscando denodadamente su apareamiento primaveral. Es la inocencia de la naturaleza.
En estos despertares matinales a veces dudo. ¿Amanecerá?
Recuerdo la luz de Madrid que siempre brilla en el rocío de la mañana, estallando el espejo del alma. Anticipo y anhelo la luminosidad limpia y clara, la que transforma la realidad. La claridad que juega con las sombras, recortándolas, aniquilándolas a su voluntad. Es la que nos enseña los múltiples ángulos de la vida. Es la brújula de las formas, pone de relieve, da vida.
Finalmente sí amanece. Pero la luz hoy es plana, monótona, igualitaria, no proporciona contrastes. Una vida sin contrastes es una penitencia sin relieves. Es sosa, pero áspera y antipática. Es parte de la cronostasis anímica en la que nos hundimos. Es un pesado fardo totalitario que iguala sin dar nada a cambio más que la sombra de la tristeza.
Este encierro a veces es la luz plana. Gracias a Dios recuerdo las palabras de Mary Engelbreit: si no te gusta algo, cámbialo. Si no lo puedes cambiar, cambia la forma en que piensas sobre ello.
El tiempo pasado puede ser, si te descuidas, un río en el que desaguan nuestros peores enemigos. En esas cloacas se alojan nuestros ejércitos de venganza. Estate alerta, la pestilencia te azotará en tus sueños, y ahora, te persigue.
No todo pasado fue mejor. El presente es lo que tenemos, es la nueva norma y hay que darle la bienvenida e instalarse en él. Hay que campar a nuestras anchas y tomar posesión de lo que tenemos. Hay que buscar la luz que reverbera en los objetos oscuros. Busquemos el lado oculto de la luna, donde están todas las respuestas.
Luchamos erguidos para recuperar los destellos de luz que antes nos cegaban a menudo. Leo a Hemingway y reflexiono sobre su teoría del iceberg. La aplico a la realidad y no a los relatos. Un cuento enseña solo parcialmente la dimensión total de la realidad, pues la mayoría se halla oculta. Nuestro relato actual nos enseña solamente la luz plana. Lo que no sabemos es que el sol aporrea la superficie superior de las nubes.
El sol existe, y la luz está, ¡búscala!
***
ÍNDICE
Capítulo 1: Tempus Fugit
Capítulo 2: Mi casa es mi castillo
Capítulo 3: La belleza de la amistad se encuentra levemente implícita
Capítulo 4: Mirada furtiva. Un cuento
Capítulo 5: El gran desnivel
Capítulo 6: Inés
Capítulo 7: Una idea original
Capítulo 8: Morir solo
Capítulo 9: Atroz
Capítulo 10: Ángeles
Capítulo 11: Miedo
Capítulo 12: Los Errantes
Capítulo 13: Distopía. Un cuento
Capítulo 14: Esperanza
Capítulo 15: La peste
Capítulo 16: Estulticia
Capítulo 17: Gashin-Shōtan
Capítulo 18: Tenebrae
Capítulo 19: El pesado fardo