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¿Por qué suenan las tripas? La verdad sobre estos molestos ruidos de tu estómago

La dieta tiene mucho que decir en este sentido

¿Por qué suenan las tripas? La verdad sobre estos molestos ruidos de tu estómago

Un hombre con dolor de tripa | Freepik

Si te suenan las tripas tenemos dos noticias. Una mala y una buena. La mala es que hablamos de un fenómeno que la mayor parte de las veces es incontrolable. La buena es que no suele implicar ningún tipo de malestar o enfermedad, más allá de casos muy puntuales. Lo que no se puede negar es que supone un incordio o, en ciertos momentos, un pequeño engorro.

Distinto cantar, quizá nunca mejor dicho, es que los ruidos intestinales vayan acompañados de otra sintomatología. También deberíamos prestar atención a su intensidad y su recurrencia. No obstante, en términos generales, que nos suenen las tripas no debe alarmarnos más de la cuenta.

Lo curioso es que el sonido de tripas, además de tener un nombre impronunciable como es borborigmos o movimientos peristálticos, se puede dar por causas de lo más dispares y aparentemente enfrentadas. Además de eso, que suenen las tripas no es un patrimonio exclusivo de un género o una edad. Incluso tampoco de una forma física o un determinado peso.

Por qué suenan las tripas: dos caminos para entender un mismo ruido

Resulta curioso que puedan sonar las tripas por dos razones bien distintas. Lo cierto es que nuestro estómago puede rugir cuando tenemos hambre. Sin embargo, también pueden sonar las tripas cuando hemos terminado de comer o estamos especialmente llenos. Una situación que, a veces, puede desconcertar al que sufre de borborigmos, pues piensa que todavía podría tener hambre.

Un hombre al que le suenan las tripas
Curiosamente, el ruido natural de las tripas se puede deber a dos razones muy diferentes entre sí. ©Freepik.

De hecho, para entender los borborigmos debemos entender lo que se considera el hambre fisiológica. Cuando no hemos comido, nuestro cerebro protesta. Su forma de quejarse es mandar señales al estómago, que se contrae y causa estos borborigmos. Como los intestinos son huecos, se contraen y generan este tipo de ruidos, casi a modo de un órgano catedralicio.

Sin embargo, hay una realidad distinta con el ruido de tripas. Cuando hemos terminado de comer también se producen contracciones musculares y ruidos, pero no son los mismos que cuando tenemos hambre. En este caso, lo que sucede es que nuestro organismo se moviliza y generar cierto movimiento para facilitar el tránsito intestinal. Es lo que se conoce como movimientos peristálticos, que facilitan la circulación de la comida a través de todo el tracto intestinal.

Otros motivos por los que suenan las tripas

Las dos primeras razones son muy evidentes. A partir de ahí, encontramos otros motivos por los que pueden sonar las tripas. En este caso, es bastante posible que un exceso de gases también acabe suponiendo un mayor nivel de sonido de tripas. La razón es parecida al borborigmo, pues lo que sucede es que hay un mayor movimiento intestinal.

Junto a eso, debemos tener claro que también puede haber ciertas razones que influyan en que haya más o menos sonido en nuestras tripas. De hecho, las flatulencias constantes y un exceso de estos ruidos podrían explicarse a través de la dieta. Como sabemos, la fibra juega un papel fundamental en nuestro sistema digestivo, pero un desequilibrio de ella podría generar una fermentación excesiva de los alimentos en el colon, generando gases, aumentando la hinchazón y el dolor, así como produciendo más ruido. Es una realidad que también sucede a menudo con las personas que, por ejemplo, tienen intolerancias alimentarias, como en aquellas personas que padecen intolerancia a la lactosa (de la que ya te hablamos en THE OBJECTIVE) y la acaban consumiendo. También sucede con la fructosa.

Cómo evitarlos

Aunque no siempre es 100% controlable, hay ciertas maneras de evitar que nos suenen las tripas. Algunas tienen que ver con lo que comemos y otras tienen que ver con cómo comemos. En este sentido, comer despacio y masticando bien es fundamental. También lo sería el evitar comidas demasiado pesadas, comer de más o incluir bebidas gaseosas en la dieta.

De la misma manera, conviene también prescindir o limitar en la medida de lo posibles alimentos que produzcan demasiados gases o, en su defecto, consumirlos en momentos donde podamos digerirlos mejor. Esto apunta a los productos ricos en fibra —los más conflictivos, según este estudio— incluyendo legumbres y crucíferas como el brócoli, la berza o la coliflor. En el caso de las legumbres, si se prescinde de la piel, serán más digeribles, menos fibrosas y, por tanto, menos munición para que nos suenen las tripas.

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