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Seis costumbres japonesas que pueden beneficiar a tu salud más de lo que imaginas

Algunos son tan simples que no ponerlos en marcha sería hasta casi más difícil que sí hacerlo

Seis costumbres japonesas que pueden beneficiar a tu salud más de lo que imaginas

Si hay una civilización que ha hecho del culto al cuerpo y a cuidarse, casi sin pretenderlo, esa es la japonesa. Lo cierto, guste o no, es que la población japonesa está entre las más longevas del mundo, además de las que menos enfermedades propias de países desarrollados presenta. Obesidad, diabetes, accidentes cardiovasculares… En estos guarismos, la sociedad nipona no está en cabeza y en ello tienen mucho que ver las costumbres japonesas que con los siglos han ido conformando su estilo de vida.

Aunque la situación ha cambiado bastante en los últimos cincuenta años, especialmente a través de la importación de hábitos estadounidenses, lo cierto es que los japoneses siguen siendo una sociedad tradicionalmente sana en lo físico. De nuevo, en estos méritos, encontraremos que las costumbres japonesas seculares guardan un papel fundamental en su forma de cuidarse.

Lo curioso, como es evidente, es que algunas de estas costumbres japonesas aparecen casi sin pensar. No se puede calificar como arte de magia, pero lo cierto es que se trata de situaciones muy arraigadas en el día a día nipón. Algunas de estas costumbres japonesas tienen que ver con la dieta, lo cual justifica buena parte de los resultados. Sin embargo, también hay realidades como el ejercicio físico, el tipo de productos que consumen o el número de ellos que estarían detrás de estos beneficios para la salud.

Un vistazo al estilo de vida japonés: longevidad en el punto de mira

Son muchos los estudios que se han realizado para comprobar las razones de la longevidad japonesa. No solo eso. También para entender la poca presencia de determinadas enfermedades, que sí son frecuentes en otros países desarrollados. Aunque no tengan el rango de epidemia, lo cierto es que hay ciertas patologías que sí se dan con más frecuencia en países con altos niveles de vida. Muchos de ellos vienen marcados por los cambios en las costumbres, especialmente alimentarias y físicas, que justificarían estas modificaciones de los paradigmas.

Una mujer joven japonesa
Tradicionalmente, algunas costumbres japonesas estaban más arraigadas, pero han ido perdiendo fuelle en las últimas décadas. ©Freepik.

Resulta también evidente citar al american way of life, exportado hasta la saciedad, como uno de esos vectores de cambio. La popularización del estilo de vida estadounidense, con sus pros y sus contras, también aparece en el horizonte como responsable. Al menos en cierto modo. Sedentarismo y consumismo, trasladado a una dieta fácil, accesible e hipercalórica darían pie a comprobar el porqué del boom de enfermedades como la obesidad, la diabetes o los riesgos acrecentados de patologías coronarias.

En el ámbito opuesto veríamos cómo Japón se ha comportado, a pesar de ciertos cambios, con parámetros estables en este tipo de situaciones. Sin dudas, detrás de ella están algunas de las costumbres japonesas más arraigadas en la sociedad. Algunas de ellas incluso se mencionan en lo que se definió como blue zone o zonas azules, donde se encuentran los mayores porcentajes de personas centenarias. Curiosamente, en algunas partes de Europa, como Cerdeña (en Italia) o Icaria, en Grecia, formarían parte de estas áreas especialmente longevas junto a ejemplos como Okinawa, en Japón.

Los secretos no tan secretos

Lo que es evidente en todos esos parámetros va más allá de creer en las zonas como garantía de una larga y próspera vida. Se reiteran en todos ellos realidades de sobra conocidas para vivir más y mejor. En cualquier caso, buena parte de estas realidades también se vinculan culturalmente a una sociedad aislada e insular, lo que ha generado también una cultura del ahorro y del esfuerzo importante. Una dieta saludable y equilibrada; un ejercicio físico moderado, aunque continuo; vínculos y relaciones sociales fuertes, y buena calidad del sueño están detrás de estos ‘secretos’. Ahora bien, ¿qué costumbres japonesas podemos implementar en nuestro día a día para mejorar nuestra salud?

Hara hachi bu

De este concepto ya te hablamos en su día en THE OBJECTIVE. Aunque parezca un nombre elaboradísimo, la traducción literal sería algo así como «ocho partes del vientre». En este sentido, el hara hachi bu no es una dieta sobre lo qué comer o dejar de comer. Tampoco es, o no oficialmente, una forma de alimentarse, sino un principio bastante básico que tiene que ver con el comedimiento y la mesura.

Un bol de sopa con palillos
El hara hachi bu tiene mucha relación con principios estoicos a la hora de entender la comida. ©Freepik.

Centenario, el hara hachi bu apunta a que comamos solo un 80% de lo que está en nuestro plato o, mejor dicho, que comamos hasta que estemos llenos a un 80%. No resulta siempre fácil hacer este cálculo, pero la esencia de esta costumbre japonesa está en no comer hasta reventar. De esta manera, además de mejorar el autocontrol, también aumentaremos la saciedad. Una virtud fácil de implementar en nuestro día a día y que puede hacernos mucho bien. Evidentemente, el hara hachi bu también es necesario abordarlo desde una dieta saludable, no practicarlo a base de comida hipercalórica y procesados.

Kaizen

El kaizen, que no es un método, sino más bien una filosofía de vida, se entronca con principios relativamente estoicos. Literalmente kaizen es la mezcla de dos palabras que vendrían a significar algo parecido –no literalmente– «buen cambio» o «mejora continua». Lejos de psicologías positivas, la sociedad japonesa ha hecho de ciertos mantras su razón de ser en torno a lo que podríamos denominar costumbres japonesas.

El kaizen es solo una de las puntas de este iceberg que se relaciona con esa mejora continua y con la incorporación de pequeños cambios en los hábitos, para mejorar –a todos los niveles–. Por pequeños que sea, a largo plazo pueden marcar una diferencia sustancial, aunque el primer día no se vean. Dentro de estos hábitos también hay otras filosofías japonesas como el oubaitori (no compararse con los demás), el wabi-sabi (aceptar la imperfección y encontrar la belleza en ello) o el shikata ga nai (comprender que nada es eterno y que hay que saber dejar ir las cosas).

Tsubo niwa

Tampoco existe una definición literal para el tsubo niwa, aunque niwa significa jardín y tsubo es una unidad de medida. Lo más aproximado sería bautizarlos como jardines casi interiores. Lo cierto, y cualquier vistazo a películas o novelas japonesas, servirá para comprobar cómo la naturaleza juega un papel fundamental en su vida. Incluso en las zonas más urbanas, los japoneses se esmeran por conceder su espacio a la naturaleza. Quizá no como bosques, pero sí como pequeños jardines domésticos, incluso con una pequeña colección de plantas.

Un jardín japonés
Son muchas las casas que, de una forma u otra, tienen jardines en Japón. ©Freepik.

Los tsubo niwa juegan así varios papeles fundamentales. Uno es crear un área de esparcimiento, pero también genera un vínculo con la naturaleza y su mantenimiento. Ambos preceptos están muy arraigados en el sintoísmo, la religión mayoritaria de Japón, y se relacionan también con el shinrin yoku (baños de bosque), otra costumbre en la que la naturaleza, la actividad física y la relajación que implica caminar entre árboles se entremezclan.

La tradición del baño

No existe un término como tal para describir esta costumbre japonesa, también muy arraigada. Sí se usan, a veces, los conceptos furo y ofuro, pero tienen más que ver con bañera o baño que con el acto en sí. Lo que sí es cierto es que los baños japoneses, consistentes en sumergirse en piscinas de agua caliente, tanto en áreas urbanas como rurales, está bien extendida. Una tradición centenaria que tiene más que ver con las relaciones sociales y el estrés que con el simple hecho del aseo.

En los sento (baños de pago públicos) y en los onsen (aguas termales al aire libre) personas de todas las edades se bañan libremente en aguas generalmente calientes. Además, este tipo de baños, están muy marcados por cierto ascetismo. En ellos no se usa jabón –se ha de duchar previamente– y el agua, tradicionalmente en las casas, se reciclaba para lavar la ropa al día siguiente, después de que la familia se hubiera bañado el día anterior.

Los beneficios físicos de este tipo de baños son de sobra conocidos pues no solo se vincula a reducir la tensión, sino que también se ha comprobado que aumenta el gasto energético. Por tanto, también mejora el descanso y el sueño. En este caso, nuestra traslación más evidente sería darnos una ducha de agua caliente antes de acostarnos. No obstante, la costumbre japonesa también invita a la socialización en este tipo de baños, tal y como harían los romanos en las termas o los árabes en los hamanes.

Chadō

Ceremonial del té
Además de por sus propiedades, el té forma parte de una raíz cultural de socializar muy importante. ©Freepik.

El chadō o ceremonia del té es otra de las costumbres japonesas que podemos importar y que tiene más beneficios de los que aparenta para nuestra salud. En este caso, el gesto no es simplemente el consumo del té, sino el cómo y el cuándo. Sí están comprobados los beneficios que la ingesta de té –té verde, en este caso, que es el de consumo mayoritario en Japón–. Entre los que se citan habitualmente se encuentran ventajas para combatir la diabetes, la obesidad, el colon irritable o, incluso, para mitigar el envejecimiento celular.

Todo ello se debe a que el té verde tiene una serie de antioxidantes llamados polifenoles, que contribuirían a este tipo de mejoras. A ello, como citamos, hay que mencionar las costumbres sociales japonesas en este tipo de rituales, a los que se les concede una gran importancia. Cultivar las relaciones sociales en torno a una taza de té, conversar y emplazarse a este momento de calma es parte de ese estoicismo tan japonés.

Shojin ryori

Un plato de ramen, una sopa muy arraigada en las costumbres culinarias japonesas
Aunque ha ido añadiendo proteínas animales, la base de la cocina japonesa es eminentemente vegetal. ©Freepik.

Esta costumbre japonesa quizá no esté tan arraigada que las anteriores, pero es relevante conocerla. Literalmente, shojin ryori se traduciría como «cocina de la devoción», entendiéndola como un alimento espiritual, o para elevar el espíritu. Es una práctica vegetariana y vegana que implementaron monjes budistas hace siglos en la montaña Yamabuchi. Hoy, aunque no es una práctica muy extendida, sí se practica con bastante frecuencia en Japón o, en cierto modo, con pequeñas variaciones.

No se trata solo de comer productos estrictamente vegetales, sino también de las elaboraciones. En ellos priman los hervidos y los cocidos, evitando los fritos. También es fundamental el equilibrio entre verduras, hortalizas, algas, legumbres, arroz y proteínas que provienen de elementos como el tofu y el seitán. Con sus pequeñas modificaciones, la realidad es que las dietas tradicionales japonesas suelen cumplir bastante con los preceptos del shojin ryori, pues añaden pocas proteínas animales y, de hacerlo, suelen ser a base de pescado.

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