Lesiones en los pies: estas son las más comunes y así se pueden evitar
Muchas de estas patologías se pueden corregir de forma sencilla antes de que sea demasiado tarde
Los pies, por su actividad diaria, son una de las partes de nuestro cuerpo que más a menudo solemos lesionarnos. Los elementos que pueden intervenir en esta realidad son muchos y muy abundantes, además de venir también marcados por otras patologías que podrían influir.
Eso no quiere decir que todas las lesiones en los pies se justifiquen por otras causas, pues lo cierto es que hay muy diversos orígenes que pueden provocarlas. El problema, como es evidente, es que muchas de las lesiones en los pies pasan desapercibidas o inadvertidas en sus primeras fases.
Una relación que cambia drásticamente cuando el problema se ha agravado, siendo más difíciles de atajar. De esta manera lógica, las lesiones en los pies tienen resoluciones complicadas porque implican a nuestra movilidad diaria. Además, es conveniente comprender que pueden ser muchos los motivos por los que se resientan. Del mismo modo, comprender que la salud de nuestros pies está marcada por muy diversos factores, algunos incluso aparentemente sin relación directa.
A ello hay que añadir que hemos de entender los pies como un conjunto. Dedos, tobillos, ligamentos, articulaciones, huesos… Y el simple hecho de necesitar de la musculatura de las piernas para ponerse en marcha. Los pies son una máquina que, en circunstancias normales, está perfectamente engrasada para aguantar casi todo. Lo cual no quita que haya determinadas lesiones comunes de los pies que nos deban preocupar.
Cuáles son las lesiones más comunes en los pies
Los orígenes de las lesiones de pie son muy diversos. Por regla general, el movimiento corporal natural no genera estos problemas. Sin embargo, hay lesiones que obedecen al desgaste diario, así como al uso excesivo y, evidentemente a determinados sucesos. No obstante, buena parte de las lesiones de los pies se acaban produciendo por un mal uso de estos o por una mala habituación. También es frecuente que obedezcan a determinados tipos de zapatos, como sucede con el calzado alto, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE.
Lo cierto es que lo más habitual es que este tipo de lesiones obedezcan también a sobresfuerzos, a veces relacionados con las actividades deportivas. Sin embargo, insistimos en que el uso cotidiano –tanto en nuestra vida personal como profesional– de los pies influye de manera muy directa en su salud. Además de ello, hay actividades deportivas que pueden predisponer más directamente a la aparición de lesiones en los pies.
En deportes donde los saltos estén muy presentes o donde haya que hacer cambios constantes de dirección los pies sufren más. Además, también va a depender de la superficie donde lo realicemos. Motivo por el que también los runners suelen tener problemas de manera recurrente. De la misma manera conviene comprender que hay lesiones que se generan por un uso excesivo y otras que son agudas. En este caso, nos vamos a centrar en las que devienen por usos excesivos.
Eso no quiere decir que sean las únicas, pues es lógico comprender que también hay esguinces, fracturas o lesiones ligamentosas y tendinosas muy habituales. También las que se pueden generar por traumatismos de diversas gravedad o aquellas heridas por punción, en las que nos clavamos algo en los pies.
Fascitis plantar
La fascia es un tejido blando que ocupa toda la planta del pie. Se trata de una banda gruesa que va de los huesos de la bola del pie hasta el talón, sirviendo para mantener la tensión del arco del pie. En cierto modo, ejerce una labor de retención y de amortiguación del pie. Motivo que también la hace una de las patologías más frecuentes si hablamos de lesiones de pie.
Debido al uso de calzados inadecuados, al sobrepeso, a la tensión excesiva del pie, pero también a la propia mecánica del pie, puede aparecer. Los pies planos o un arco alto –lo que se considera pie cavo– podrían afectar y elevar la tensión de la fascitis plantar. Pasar muchas horas de pie también influye notablemente en su aparición, que suele hacer acto de presencia, como indica Mayo Clinic, a partir de los 40 años.
Parte del problema de la fascitis está en que el dolor se cronifique y que, además, genera complicaciones o cambios en la mecánica de la marcha, generando nuevas patologías. Entre los ejercicios de prevención se suelen recomendar los estiramientos que fortalezcan los músculos de los arcos del pie, que se pueden realizar con facilidad en casa.
Bursitis retrocalcánea
Es un nombre algo extraño y complejo, pero el que la sufre identifica bien de qué hablamos. La bursa es un pequeño saquito que está en la parte posterior del hueso del talón, separándolo del tendón de Aquiles, ligeramente por encima de donde el tendón y el hueso se unen. La función de este saquito es la de amortiguar y proteger, reduciendo la fricción entre las partes móviles de la articulación. En este caso, como vemos en esta lesión de pies, nos vamos a la parte trasera de estos.
En cierto modo, es una suerte de colchón. Sin embargo, cuando la bursa se inflama se produce esta bursitis retrocalcánea, lo cual genera inflamación en la parte posterior del talón, además de un aumento de la sensibilidad. El dolor se produce normalmente durante la actividad o con la compresión (como el uso del calzado). El sobresfuerzo suele estar muy relacionado con su aparición.
Para mitigar los efectos se recomienda la aplicación de hielo, así como el uso de antiinflamatorios y limitar la carga de la propia articulación. En ciertos casos puede ser necesario infiltrar con corticoesteroides o incluso extraer parte del líquido de la bursa.
Tendinosis del tendón de Aquiles
A veces pasa desapercibida, pero es una de las lesiones que, cuando se produce, más nivel de molestia puede llegar a generar. En este sentido, esta lesión de los pies tiene que ver con la ruptura de los tejidos blandos que están alrededor del tendón de Aquiles. También los que le rodean, pues conectan los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Como su nombre indica, es una lesión tendinosa (una tendinopatía). Conviene comprender que no se trata de un desgarro ni una rotura. Eso no quita que debilite el tendón y, por tanto, aumente las probabilidades de que sufra un desgarro de más severidad.
Cuando aparece, esta tendinopatía es una de las lesiones de pie más complejas de tratar porque el reposo absoluto es casi imposible. Genera dolor y dificulta la movilidad, tanto de pie como de tobillo. También conocida como tendinitis aquiliana, esta patología es muy frecuente en corredores y habitualmente se trata con hielo local, estiramientos y antiinflamatorios, además de reposo y modificación de actividades, como indican en MSD Manuals. En ocasiones también conviene corregir la postura del talón mediante plantillas que lo eleven ligeramente.
Metatarsalgia
En este caso hablamos del dolor de pies más habitual. Lo que sucede en una metatarsalgia es la inflamación de la bola del pie, en la parte delantera, justo antes de las falanges digitales. De hecho, los metatarsianos son los huecos largos que se sitúan en esta zona frontal del pie, que vendrán continuados por los dedos.
Si bien no suele ser una patología especialmente grave, sí es una de las lesiones de los pies más recurrentes. El sobresfuerzo, así como otras condiciones como el sobrepeso, un mal calzado (los tacones afectarían), las deformidades del pie –como el pie plano o el pie cavo antes mencionados– influirían en su aparición. Sus síntomas son muy fáciles de identificar, pues se produce un dolor continuo e intenso en la zona que empeora con el ejercicio, especialmente en superficies duras, y que puede ser muy punzante, casi como un hormigueo.
La terapia para corregir las metatarsalgias de nuevo pasa por el reposo y el frío local, así como el uso de antiinflamatorios. A pesar de ser una lesión en apariencia menor, debe ser también corregida. Mantener el ritmo de vida con una metatarsalgia puede provocar la modificación de la mecánica de la marcha y acabar afectando a otras partes del cuerpo por la modificación del modo de andar.