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Pisar mal: todo lo que una pisada incorrecta le causa a tu salud más allá de los pies

Abusar de los tacones, no prestar atención al tipo de pisada o calzados demasiado apretados pueden acabar generando lesiones con riesgo de cronificarse

Pisar mal: todo lo que una pisada incorrecta le causa a tu salud más allá de los pies

Tratamiento de fisioterapia para pies | ©Freepik.

Pisar mal puede pasar desapercibido. Especialmente, si trabajamos muchas horas de pie, demos por hecho que hay ciertos malestares que son recurrentes y habituales. Sin embargo, dar por hecho que estas circunstancias tienen que crear dolor es un error.

Sobre todo porque a medio y largo plazo pueden desembocar en lesiones de las que podemos oír de antemano la señal de alerta. Por desgracia, necesitamos dar pasos toda la vida y dejar pasar este tipo de lesiones puede acabar desembocando en complicaciones que acarreen patologías más graves.

Además no sólo por la vinculación que tienen con los propios pies, sino con otros riesgos asociados. Tobillos, rodillas, caderas e incluso espalda se pueden ver seriamente dañado por algo tan trivial como pisar mal. Es habitual que estos dolores se manifiesten en forma de dolor, sobre todo cuando se presentan lesiones o sobrecargas.

No obstante, hay padecimientos del sistema articular donde pisar mal afecta y donde es más complicado ver la evidencia. Del mismo modo, es posible que solo nos demos cuenta de esta realidad cuando, por ejemplo, comenzamos a hacer deporte y notamos estas lesiones. Es ahí cuando llegan a nuestra mente mitos como pronación o supinación y cuando nos damos cuenta que necesitamos un estudio de la pisada para ver qué puede pasar.

Síntomas habituales de pisar mal

Una mujer descalza tras quitarse los tacones por pisar mal
Determinado tipo de calzados como los tacones aumentan el riesgo de pisar mal. ©Freepik.

Hay ciertas patologías que son recurrentes si hablamos de pisar mal y a las que es fácil poner cara. Algo muy frecuente es la fascitis plantar, pero no es el único dolor que maltrata nuestros pies. De hecho, es muy común en los pronadores (los que apoyan antes la parte interior del pie en cada paso) y es especialmente cruel porque suele cronificarse con facilidad.

Sin embargo, las malas pisadas no solo se manifiestan en los pies. Eso no quita que, por ejemplo, sepamos que hay metatarsalgias de manera recurrente o la sesamoiditis, que también es un dolor concentrado en la parte delantera del pie. También en la parte posterior se suele producir el espolón calcáneo o, si hablamos de tobillos, continuas sobrecargas o torceduras. Como es lógico, notar contracturas o músculos especialmente duros, como pueden ser el gemelo y el soleo, que son fundamentales en el paso, será una señal de abuso.

Aún así, siempre conviene además comprobar que tanto nuestra forma de andar como de correr nos pueden lesionar. Más aún si hemos ganado peso o no tenemos constancia a la hora de hacer deporte. Nuestro cuerpo tiene la costumbre de aguantar una determinada carga que, si de repente se multiplica, hará que se queje. Por eso, personas que nunca han hecho deporte es habitual que además noten dolor al realizar ejercicios intensos.

Esta es la razón por la que, si pretendemos perder peso, el primer paso no debe ser salir a correr. Primero por la falta de ritmo y segundo por una incorrecta técnica que puede dañar nuestras articulaciones. Por este motivo es conveniente que se realicen deportes de bajo impacto como la natación o la bicicleta, además de ejercicios de fuerza.

Los efectos más allá de tus pies

Los primeros que sienten los efectos de las malas pisadas son los músculos y tendones de las pantorrillas. En este caso, las malas pisadas —por distancia, peso o forma— pueden desembocar en tendinitis, generalmente del tibial posterior. Sin embargo, otra patología bastante dolorosa que se produce en la parte baja de la pantorrilla —lo que llamaríamos la espinilla— es la periostitis tibial.

Un fisioterapia realiza un masaje en el pie
Los tratamientos de fisioterapia pueden minimizar el impacto de pisar mal, pero no son la solución definitiva. ©Freepik.

Las rodillas también se desgastan, incluso en profesionales, como es el caso de la condromalacia rotuliana. Además, y por desgracia, no solo son los ejercicios relacionados con la carrera o con el paso los que sufren este tipo de malestares. Tengamos en cuenta que nuestros tendones tienen una determinada longitud y la forma en la que colocamos los pies puede forzarlos más de la cuenta.

Por eso, muchos ciclistas notan dolor en la parte exterior de la pierna, pues aquí se encuentra la inserción de la cintilla iliotibial. Este malestar se produce por malas pisadas en los pedales, pero también por tener mal regulados los sillines —demasiado altos, por regla general—, lo cual obliga a los tendones a un estiramiento demasiado pronunciado.

Una misma realidad que, sobre todo en personas mayores, también supone cuando se corre o hace deporte la presencia de la trocanteritis, un dolor de cadera del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE. Esta patología no es otra cosa que la inflamación del trocánter mayor del fémur —el hueso que sobresale en las caderas en su parte lateral—, que une a numerosos músculos y cuya inflamación también se vincula a pisar mal.

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