Síndrome de la hija mayor: qué es y cómo condiciona la vida de la familia
Sin ser una patología médica, está basado en un estrés generado por obligaciones familiares
Casi por obligación. A veces con la sensación de que es irremediable. No será la primera vez que se hable de ello. Tampoco la última. No obstante, las tendencias de natalidad sí podrían apuntar a la desaparición de un fenómeno que, sin embargo, es bien conocido: hablamos del síndrome de la hija mayor.
Como tal, no se considera una patología médica ni hay ningún tratado de psiquiatría que lo recoja. Eso no significa que exista y que el síndrome de la hija mayor persista en el acervo cultural. Además, es curioso hablar de esta realidad afín a prácticamente todas las culturas y civilizaciones que caben en el mundo.
Al contrario de lo que puede suceder con otros fenómenos, el síndrome de la hija mayor se sucede en países de lo más diversos. No resulta difícil comprender los motivos, tradicionalmente asociados al género, que están detrás de esta razón. Eso no quita que detrás haya mucho más y que, sobre todo, condicione la vida familiar presente y futura de quien lo sufre. De hecho, en cierto modo se asocia al llamado síndrome de Wendy, del que ya hablamos en THE OBJECTIVE, y cuyos patrones son similares.
Síndrome de la hija mayor: qué es y cómo se explica
Insistimos en que el concepto, acuñado por la psicología, no tiene que ver directamente con un trastorno, sino que obedece más a un patrón de comportamiento. En este sentido, el síndrome de la hija mayor parte como la asunción de tareas por parte de la primogénita de una gran responsabilidad doméstica desde su infancia y adolescencia.
Sucede que, en ocasiones, esta generación se produce por la pérdida de la madre o por la ausencia continuada de ella. De tal modo, la hija mayor adopta un rol de cuidado, impropio de la edad, tanto del resto de la familia como de la propia casa. Se genera así un exceso de responsabilidad doméstica que va aparejada también a una creciente carga emocional.
Ese extra de madurez, muchas veces dado por supuesto, acaba siendo una losa para esa persona. No siempre. Tampoco de manera elegida, como a veces sucede cuando se han de enfrentar a esta situación. Lo curioso es que varios estudios se hacen eco de una traslación al trabajo del hogar que, igualmente, entiende de género a edades tempranas. De esta forma, incluso con hijos de más edad que las hijas, éstas se hacen más cargo de las tareas domésticas que ellos.
Más allá de eso, lo que aprecian otras investigaciones sociológicas es que se replica una escalera jerárquica donde la hija mayor ejerce tareas de madre. Especialmente en familias de bajos ingresos, lo que supone la replicación del síndrome de la hija mayor.
Por qué se genera el síndrome de la hija mayor
Parte del sentido del síndrome se produce por diversas razones. Algunos apuntan a teorías de emulación, mientras que otros tienen más que ver con la propia sustitución. En ambos casos, el resultado es muy similar, aunque las forma en la que se produce puede ser distinta, tal y como explica este estudio.
Lo que se menciona es que puede interferir un modelado de roles en el que, por imitación, las hijas siguen los mismos pasos que las madres. Una situación que también se traduciría en la asignación de tareas domésticas en función del género. Aparte, se arrastra también una tendencia a considerar como propio del género femenino el cuidado, en cualquiera de sus ámbitos.
Es aquí donde entra el tercer factor que tiene también que ver con la evolución de la sociedad. A medida que la mujer se ha incorporado al mundo laboral, muchas de las hijas han adoptado parte de esos roles maternales dentro de la casa. Situación que, aun relacionada con la igualdad de género en el ámbito laboral, sigue errando en la base del hogar, reproduciendo patrones ya vistos.
¿Tiene solución?
Es posible que, como explican desde Charlie Health, el síndrome de la hija mayor se haya hecho manifiesto tarde. No el síndrome como tal, sino la toma de consciencia de él. Por este motivo, lo que indican es que la persona en cuestión empiece a darse prioridad a sí misma. También que inicie una serie de autocuidados. A ello, indican, conviene también familiarizarse con los noes y con respuestas negativas.
No es sencillo, como indican, pero es necesario «saber decir que no». Una realidad que no suponga un conflicto y que, al mismo tiempo, permita hacer ver a los que la rodean de que debe disfrutar de tiempo para ella. Este hándicap, muy habitual en el síndrome de la hija mayor, tiene que ver especialmente con la sensación de que todo se va a desmoronar con su ausencia.
Quizá sea este, como indican, uno de los principales problemas. Puede ser que el síndrome de la hija mayor también se vincule con una excesiva dependencia. Ese alarde de responsabilidad, comprobando que después el hogar puede seguir en marcha, también es complicado de gestionar. En ese sentido, apuntan a la necesidad de ese margen de liberación que supondría.