Reactancia: la psicología detrás de por qué no te gusta que te digan qué debes hacer
En la infancia, en el trabajo, en la pareja, en el médico… ¿A qué obedece esta reacción?
A lo largo de la vida, es común que nos digan qué debemos hacer o qué es mejor para nosotros. Algo que sucede tanto en la infancia como en la adultez. Desde el consejo de los padres en la niñez hasta las sugerencias de amigos, compañeros de trabajo o incluso autoridades, vivimos en un constante flujo de instrucciones, normas y recomendaciones. Negarnos a ello tiene un nombre y es reactancia.
Estas indicaciones a menudo vienen con la intención de mejorar nuestro bienestar o de preservar algún tipo de orden social. Sin embargo, algo en nosotros tiende a resistirse a estas instrucciones. Especialmente cuando percibimos que limitan nuestra libertad o nos imponen un camino sin dejarnos decidir.
No es simplemente que no nos guste que nos digan qué hacer; es que esa incomodidad tiene una explicación científica y psicológica. De hecho, la psicología ha estudiado esta reacción y le ha dado un nombre propio: reactancia. Este término define la resistencia psicológica que sentimos cuando percibimos que nuestras libertades están en peligro, especialmente cuando alguien intenta influir en nuestras decisiones. La reactancia es, en el fondo, una defensa psicológica que protege nuestra autonomía y libertad de elección.
Pero ¿qué es exactamente la reactancia? ¿Por qué nos sentimos molestos o desafiados ante ciertas indicaciones, incluso cuando parecen inofensivas? Este fenómeno se manifiesta en múltiples aspectos de la vida cotidiana, desde lo personal hasta lo social, y entenderlo puede ayudarnos a gestionarlo mejor y, quizás, a reaccionar de forma menos impulsiva ante ciertas indicaciones o normas.
Qué es la reactancia
La reactancia es una respuesta psicológica que se activa cuando una persona percibe que sus libertades están siendo amenazadas o limitadas. El término fue acuñado y desarrollado clínicamente en la década de los sesenta por la pareja de psicólogos Jack y Sharon Brehm, siendo el primero quien definiría esta reacción. Catalogándola como una motivación a restaurar una libertad percibida como vulnerada. Es decir, cuando alguien nos impone una decisión o una regla, nuestra mente automáticamente se rebela y busca recuperar esa libertad que siente que está en riesgo. En este sentido, la reactancia se convierte en un mecanismo de defensa de nuestra autonomía.
Esta reacción se manifiesta en las relaciones personales de múltiples maneras. Por ejemplo, en la relación entre padres e hijos, la reactancia se activa cuando los hijos sienten que sus padres imponen normas o decisiones sin tomar en cuenta sus deseos. También se da en parejas, donde una persona puede sentirse incómoda si percibe que su compañero le manda hacer algo en lugar de sugerirlo.
En el ámbito laboral, los empleados pueden experimentar reactancia cuando sus superiores dictan instrucciones de manera autoritaria o sin explicación, lo que los hace sentir que sus opciones están restringidas. Incluso se dan en las relaciones entre médico-paciente.
La reactancia también se vincula con el concepto de psicología inversa, una estrategia en la que alguien intenta lograr un determinado comportamiento sugiriendo lo contrario. Esta técnica funciona precisamente porque despierta la reactancia, provocando que la persona quiera hacer aquello que se le prohíbe.
Además, la reactancia se relaciona estrechamente con el sentimiento de libertad. Cuando sentimos que nuestra autonomía está en peligro, surge un impulso automático de proteger nuestra capacidad de elección. Por ello, las personas suelen resistirse, aunque sea de forma inconsciente, a cumplir con lo que se les dice cuando perciben que su libertad de decidir está en juego.
La reacción psicológica por la que no te gusta que te digan qué hacer
Comprender la reactancia requiere profundizar en cómo percibimos la libertad y el control sobre nuestras vidas. En el fondo, esta reacción psicológica es una defensa de nuestra autonomía. La reactancia es, por tanto, una respuesta natural cuando sentimos que alguien intenta coartar nuestra libertad de manera injusta o sin darnos una opción. Este fenómeno psicológico está muy relacionado con el concepto de libertad percibida, que se refiere a nuestra sensación subjetiva de tener control sobre nuestras decisiones y nuestras acciones. Incluso en la forma en la que consumimos.
Cuando alguien intenta influir en nuestra conducta, la reactancia puede surgir como una barrera que nos protege de perder el control sobre nuestras elecciones. Este impulso es una respuesta casi automática que nos impulsa a rechazar lo que percibimos como una imposición. En otras palabras, nuestro cerebro interpreta el intento de control como una amenaza. Por eso, de manera casi instintiva, buscamos restaurar ese control, haciendo precisamente lo contrario de lo que nos sugieren o piden.
Este comportamiento reactivo es una manifestación de nuestra necesidad de autonomía y de tomar nuestras propias decisiones. En muchas ocasiones, ni siquiera somos conscientes de que estamos experimentando reactancia. Simplemente, sentimos un impulso de rebeldía ante una orden o instrucción, incluso si ésta es beneficiosa. Algo de lo que ya hablamos en THE OBJECTIVE.
La reactancia está profundamente arraigada en nuestra psicología. Entenderla puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestros propios mecanismos de defensa y a gestionarlos mejor. Al final, aunque la reactancia surge de la necesidad de defender nuestra libertad, en ocasiones puede llevarnos a rechazar buenas recomendaciones o consejos, simplemente por el deseo de mantener intacta nuestra autonomía.