Sexo en las cárceles de España: así se mantienen relaciones íntimas en prisión
Hablamos con una experta para conocer cómo funcionan los permisos para tener sexo en las prisiones del país
Todos sabemos qué es una cárcel y para qué sirve, pero pocos conocemos cómo funciona en su día a día. Uno de estos vacíos de información radica especialmente en el sexo que se mantiene ahí dentro entre los propios reclusos y entre estos y las personas del exterior.
¿Todos los encarcelados pueden tener derecho a tener sexo con sus parejas dentro de prisión? ¿Y los presos pueden tener sexo entre ellos? ¿Cómo funcionan los permisos? ¿Se permite introducir juguetes sexuales? Hoy en THE OBJECTIVE hablamos de todo ello con la psicóloga y sexóloga Lucía Jiménez, colaboradora de Diversual.
¿Está permitido tener sexo en la cárcel?
«Hay quien pensará que una persona a la que se le han restringido las libertades por cometer un delito no tendría que poseer el derecho a mantener relaciones sexuales, cuyo fin, en muchos casos, es la obtención de placer. Y mucho menos disponer de un espacio donde mantenerlas. Sin embargo, esto no es así», detalla Jiménez, que cita el Artículo 3 de la Ley Orgánica General Penitenciaria, que constata lo siguiente:
«La actividad penitenciaria se ejercerá respetando, en todo caso, la personalidad humana de los recluidos y los derechos e intereses jurídicos de los mismos no afectados por la condena, sin establecerse diferencia alguna por razón de raza, opiniones políticas, creencias religiosas, condición social o cualesquiera otras circunstancias de análoga naturaleza».
«Circunscrito a este criterio, se determina que los presos —tanto hombres como mujeres— mantendrán el derecho a tener contacto con el mundo exterior, mediante visitas regladas, así como con el resto de reclusos», añade.
El ‘modus operandi’ de las relaciones sexuales en la cárcel (entre los propios presos)
Para que esto sea posible, hay un modus operandi que se ha de seguir, ya que las relaciones sexuales permitidas tienen que contar con una serie de características.
Para empezar, «no pueden ser relaciones esporádicas; los presos tienen que poder probar que hay un vínculo que les une, y esto lo hacen dejándose ver manteniendo charlas o compartiendo tiempo delante del resto de presos. La mayoría del tiempo, los presos coinciden en espacios como el gimnasio, el polideportivo, los patios, la biblioteca o las salas de estar; lugares que suelen prestarse a un buen apretón, cosa que está terminantemente prohibida», apunta Lucía Jiménez.
Asimismo, «no está permitido tener relaciones sexuales de manera clandestina; se les cederá un espacio determinado mediante una petición (siempre que demuestren que su relación está consolidada). De este modo, se les concederá una ‘comunicación íntima al mes como mínimo, cuya duración no será superior a tres horas ni inferior a una, salvo que razones de orden o de seguridad del establecimiento lo impidan’, tal y como indica el artículo 45.4 del Reglamento Penitenciario».
¿Están permitidos los juguetes sexuales en prisión?
Bajo previa autorización de un juez, «el uso de juguetes sexuales para parejas o de uso individual podría llegar a estar permitido. Está el caso de una reclusa de un centro penitenciario en Iruña (Pamplona), que en 2023 fue autorizada a utilizar un succionador de clítoris. La Jurisprudencia consideró que disponer de juguetes forma parte de los derechos de las internas y los internos, pero, de nuevo, con ciertas condiciones de uso».
¿Cómo funciona el famoso ‘vis a vis’ en lo que a sexo se refiere?
El vis a vis, del francés ‘cara a cara’, es el nombre con el que se conoce los encuentros que se dan entre los presos y las personas del exterior.
«Los vis a vis pueden ser encuentro normales cara a cara en los que se únicamente se conversa, o bien encuentros íntimos con facilidades para mantener relaciones sexuales, como una cama, aseo y preservativos. Para que se puedan aprobar estas visitas, de nuevo, la relación se ha de justificar mediante algún certificado que la pruebe. De este modo, pueden compartir un momento de intimidad y tener relaciones sexuales, si quisieran», apostilla la experta.
«Todas estas medidas buscan humanizar al máximo posible la experiencia de los reclusos, facilitándoles el mantenimiento de los vínculos que preexistían a la encarcelación, y posibilitándoles la creación de nuevas relaciones en el interior. Recordemos que el objetivo principal de las prisiones en España es la reinserción social, y no avocar al ostracismo y la delincuencia a las personas encerradas. Marginar socialmente a estas personas, teniendo en cuenta que las relaciones sociales son una necesidad humana, podría favorecer la reincidencia una vez fueran puestas en libertad», finaliza Jiménez.