'Caso Pérez de los Cobos': Marlaska, otro que nunca mintió
La actuación del ministro del Interior, además de arbitraria, se erigió sobre una enorme maraña de mentiras
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha esperado oportunamente a la última semana de julio para ejecutar la sentencia del Tribunal Supremo que obligaba al ministerio del Interior a restituir al coronel Diego Pérez de los Cobos como máximo responsable de la Guardia Civil en Madrid.
Hasta el día de hoy Diego Pérez de los Cobos era la única destitución relevante en Interior tras los sucesos de la pandemia de 2020, pero su cese parecía lejos de buscar ningún tipo de asunción de responsabilidades sobre la más que cuestionable gestión de aquella tragedia, sino más bien lo contrario.
En mayo de 2020, la juez Carmen Rodríguez-Medel que investigaba las demandas que querían saber si el Gobierno – en especial su Delegado en Madrid, José Manuel Franco y el responsable médico Fernando Simón – podían haber cometido algún tipo de prevaricación cuando optaron por no tomar decisiones de restricción rotundas, antes del ya célebre 8 de marzo feminista, solicitó un informe a la Guardia Civil madrileña bajo la responsabilidad de Diego Pérez de los Cobos, investigación que estaba bajo secreto y judicial y de la que, por tanto, el coronel no informó en ningún momento a sus superiores, ni al ministro Fernando Grande-Marlaska, ni a la Directora de la Guardia Civil, María Gámez y se lo remitió a la jueza en cumplimiento con la orden judicial dada.
El 22 de mayo de 2020, el informe aparece filtrado al periódico digital El Confidencial asegurando que «La Guardia Civil apunta a Fernando Simón en la investigación penal por el 8-M». Rápidamente los medios gubernamentales inician la contraofensiva y ElDiario.es publica un serial durante varios días denunciando que el informe de Pérez de los Cobos era poco menos que una chapucería llena de datos falsos o manipulados, con el único objetivo de inculpar al Gobierno de los contagios de la pandemia hasta el 8-M.
Aquellas lindezas de ElDiario.es contra Pérez de los Cobos se quedan en caricias si se comparan con lo que hizo TV3 por aquellos días, que entrevistó a un miembro de ETA, Pello Alcantarilla para que dijera lo muy despreciable y torturador que le parecía el citado coronel. Dejando al margen lo contradictoria que es que una televisión pública convierta en invitado de honor, para dar lecciones de respeto a los derechos humanos, a un etarra condenado a 10 años de cárcel por terrorismo en Francia, fue una lástima que la entrevistadora de TV3 no informara en ningún momento que Alcantarilla se limitaba a repetir una denuncia que ya había hecho ante los tribunales franceses y que la justicia gala había rechazado.
El 24 de mayo de 2020, el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, anuncia la destitución fulminante de Diego Pérez de los Cobos como máximo responsable de la Guardia Civil en Madrid y causa que 24 horas después dimita el Director Adjunto Operativo (DAO) de la Guardia Civil, Laurentino Ceña, por considerar este que la destitución de Pérez de los Cobos era una intromisión del poder político en la policía judicial.
Las distintas versiones de Grande Marlaska
Lo más ridículo de este episodio, o para ser más exactos, el más ridículo, fue el ministro del Interior Fernando Grande Marlaska, a la hora de dar explicaciones sobre este episodio.
El 26 de mayo de 2020 en la primera rueda de prensa para dar cuenta del cese dice que se debe ‘única y exclusivamente’ a la lógica renovación de equipos necesitada en un ministerio:
«La sustitución, cese del coronel Pérez de los Cobos es única y exclusivamente debida a esa política razonable y normal de reconstitución de nuevos equipos. El proceso natural de sustitución (…) no tiene ninguna otra cuestión, ni ninguna otra razón (…), para un nuevo impulso a la Guardia Civil».
¿Realmente el ministro Grande Marlaska se creía que se podía desligar el patadón a Pérez de los Cobos el 24 de mayo del informe conocido el 22 de mayo?
Para luego, cambiar de versión el 2 de junio en el Senado y decir que el motivo del despido era porque Pérez de los Cobos podía ser el culpable de la filtración.
«Se filtró ese informe nada más ser entregado en el juzgado en un medio de comunicación (…) una filtración es un delito de revelación de secretos».
La primera versión de que se debía ‘única y exclusivamente’ a renovación de equipos se iba al carajo y nos quedábamos con que Pérez de los Cobos era un filtrador facineroso, dejando la duda de, si tal era el caso, ¿por qué no se le demandaba por revelación de secretos? Y si no tenían pruebas de que él había sido el filtrador, ¿cómo tomar medida tan contundente y encima señalándole en la cámara alta?
Pero la mejor parte de la intervención de Grande Marlaska es cuando se empeñó en negar que el cese de Pérez de los Cobos fuera por qué no le quiso filtrar el informe a él antes de entregárselo a la jueza.
«Ni yo, ni nadie del ministerio, ni la Dirección General de la Guardia Civil a interesado, se interesó del señor Pérez de los Cobos, ni el informe, ni conocimiento sobre contenido del informe».
Lo malo de este tipo de declaraciones tan categóricas es que bastaba con leer lo que, literalmente, decía la carta de destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos, firmado por la directora de la Guardia Civil, es decir, ‘la dirección general de la Guardia Civil’ el 24 de mayo de 2020:
«De conformidad con los dispuesto en (…) artículo 83 (…) del Régimen de Personal de la Guardia Civil propongo el CESE del destino del coronel D. Diego Pérez de los Cobos Orihuel (…) como Jefe de la Comandancia de Madrid (…), por no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento. La Directora General. María Gámez Gámez».
Pues nada, han pasado tres años desde entonces y aunque el Tribunal Supremo parece haber corroborado que nuestro ministro del Interior nos regaló un recital de pinochismo por aquellos días ahí sigue. Sí el gobierno logra arrancar esta legislatura es de esperar que el presi lo mantenga, sin duda encaja a la perfección con él.