THE OBJECTIVE
Opinión

Ayuso y el listón de la hipocresía

Perder las elecciones no tiene por qué ir acompasado de una pérdida del sentido del ridículo

Que vale, que todos sabemos que no es fácil digerir un shock como el que los peperos se llevaron el pasado domingo, aunque ya unos cuantos advertíamos de los riesgos de las sobredosis de encuestas, pero perder las elecciones (que no es otra cosa no alcanzar en unas legislativas una mayoría suficiente como para gobernar) no tiene por qué ir acompasado de una pérdida del sentido del ridículo.

En el contexto está el pequeño jaleito que le ha montado a los del Partido Popular aquí este medio, THE OBJECTIVE, al que no invitan los de TVE quizá porque temen que haga alguna de las suyas. Resulta que el director de esta casa tuvo a bien reunir en una charla a Guadalupe Sánchez con la expresidenta y reina madre de Partido Popular madrileño, Esperanza Aguirre, para tratar la derrota electoral de los ‘peperos’ (que, oficialmente, estos siguen presentando con un triunfo hasta que alguien les haga caer en la cuenta de que, ni los más incondicionales, se lo han creído ni por un segundo). 

Esperanza Aguirre, cuya hermana iba de número 7 en las listas de Vox por Madrid, y se quedó sin silla (algo parecido ya le pasó en su momento en La sexta noche, lo viviría como un remake) hizo esos análisis con esa libertad que pueden tener cuando no tienen cargos que mantener, señalando defectos tanto a los de Abascal como a los de Feijóo, entre ellos, su rocambolesca estrategia de simultanear el decir que el PSOE es lo peor de lo peor, con decir que prefiere gobernar España con el apoyo de ese PSOE que con el de Vox. 

La intervención autocrítica de la reina madre ya era un incordio para el discurso oficial del PP, que no está con ganas de recibir dosis de realidad, pero es que encima Guadalupe Sánchez le ofreció a Aguirre poner un titular en su boca: «El futuro del centro-derecha en España pasa por una mujer, Isabel Díaz Ayuso». Un titular que caería como una bomba en Génova 13 (los que dicen que ‘han ganado’), porque permitía a todos los enemigos del partido sacar el fantasma de una batalla por el liderazgo, que ya pareció notarse la noche electoral cuando la aludida tragaba saliva ante los que la vitoreaban. Qué duda cabe que Ayuso tiene muchos fans. Los buitres se sorprendían de ver a algunos ‘influencer’ advirtiendo de lo viscerales y desnortados que eran los ejércitos de pelotilleros de Vox y Podemos en las redes sociales, como si la presidenta de la Comunidad careciera de su propia tropa de fans y obviando que cuando presides la comunidad que dispone de más recursos para poner publicidad en los medios es difícil que puedas sentirte sola en ese terreno. 

Pero en esto que sale Isabel Díaz Ayuso y ante las palabras de Aguirre en THE OBJECTIVE responde lo siguiente: «Con respecto a las palabras de Esperanza Aguirre (…) pienso que esto no funciona así. No puede ser que el jueves estuviéramos en un mitin con el presidente Feijóo aplaudiéndole, dándole nuestro apoyo y el martes tirándole por un puente. Nosotros no somos un partido que funcione así, no somos ‘podemitas’».

Menudas ocurrencias que tiene la gente, ¿verdad? ¿Dónde se ha visto que en el PP tiren a un líder por un puente después de haberlo ovacionado en público? 

En realidad, sí se ha visto, y no hace mucho, y la protagonista fue la propia Díaz Ayuso, que en la convención del PP de octubre 2021 dijo públicamente aquello de: «Pablo Casado me dio la mayor oportunidad política de toda mi vida que es presidir la Comunidad de Madrid (…) Hoy te quiero decir, Pablo, delante de mujer y de la gente que te quiere, que tengo meridianamente claro donde está mi sitio y sé que mi sitio es Madrid (…) porque necesitamos que tú llegues a ser presidente del Gobierno».

Declaraciones que finalizaron con una catarata de aplausos a Casado animado por la propia Díaz Ayuso, para no mucho después pasar a liderar el motín para ‘lanzarlo por la ventana’ acusándole de crueldades e injusticias y reconociendo ambos que, en realidad, en el momento de aquella convención ya se estaban acuchillando por la espalda. No era nuevo, también Aznar prometió lealtad eterna a Hernández Mancha en la convención de 1988 y meses después se la clavó. 

Ayuso podía decir muchas cosas, «no quiero repetir una operación así», «nunca haría a Casado lo que le hice a Feijóo», «son situaciones diferentes», etc. Pero hay que tener una pasta muy especial para, con su currículo, salir a hacerse la sorprendida de que pueda pensarse que quiera empujar al actual presidente del PP y encima proyectar ese tipo de conductas a Podemos, donde su líder no sufrió ni por asomo una «defenestración» como la de Casado. 

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