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El último favor de Oughourlian a Barroso que puede ser clave en el futuro de Prisa

La posible llegada de Feijóo a La Moncloa es un elemento de enorme incertidumbre para el grupo

El último favor de Oughourlian a Barroso que puede ser clave en el futuro de Prisa

El presidente de Prisa, Joseph Oughourlian. | Isabel Infantes (EP)

Miguel Barroso, el hombre fuerte del Gobierno en el consejo de administración de Prisa, ha salvado in extremis su posición en el antiguo imperio mediático de la familia Polanco gracias a lo que se supone un favor personal por parte del presidente del grupo, el inversor franco-armenio Josep Oughourlian. La solución arbitrada para que Barroso pueda seguir como consejero de Prisa ha pasado desapercibida entre los diferentes movimientos habilitados en la última junta general de accionistas celebrada el pasado 27 de junio pero sus consecuencias pueden ser decisivas de cara al futuro de la empresa propietaria de El País y la Cadena Ser.

Los días de Barroso como miembro del consejo de administración de Prisa estaban contados y terminaban concretamente el 29 de junio, fecha en la que tenía que abandonar el cargo que ostentaba como representante de Amber Capital, el fondo de inversión que controla la mayoría de capital del grupo mediático. El que fuera secretario de Estado de Comunicación con Zapatero fue designado como administrador en marzo de 2021 pero su nombramiento era inducido de manera indirecta por cuanto que los derechos legales del cargo correspondían en realidad a la propia Amber que, en su calidad de sociedad jurídica, estaba imposibilitada para renovar su mandato.

La reforma de la ley de Sociedades de Capital determina que las personas jurídicas no podrán ser miembros de los consejos de administración en las empresas cotizadas por lo que a Oughourlian le hubiera bastado con seguir las indicaciones normativas al pie de la letra para que Barroso abandonara de manera automática sus funciones en la más alta cúpula ejecutiva de Prisa. Sin embargo, el presidente de Prisa ha accedido a que el consejero pueda seguir en el puesto, ahora ya como dominical por derecho propio, se supone que sometido a la disciplina de Amber y, en todo caso, sin participación alguna en las diferentes comisiones delegadas del consejo. 

A la espera de Feijóo con Vivendi y Mediaset al quite

A cambio el presidente de Prisa ha reforzado su dominio dentro del máximo órgano de gobierno de la mano de Fernando Carrillo, una persona de su entera confianza cuyo nombramiento no ha dejado indiferente a los defensores del buen gobierno corporativo. Se da la circunstancia de que Carrillo, antiguo embajador de Colombia en nuestro país, fue designado en calidad de consejero independiente, una condición que se da de bruces con el cargo que ha estado desempeñando en la propia Prisa como director adjunto para toda el área de Latinoamérica. La CNMV, una vez más, se ha puesto de perfil y ha dado por bueno un nombramiento que arroja nuevas sombras de duda sobre la neutralidad efectiva de los consejeros independientes en la bolsa española.

Además de esta incorporación el presidente y máximo accionista de Prisa ha aprovechado la debilidad de Barroso para colocar también de consejera a Margarita Garijo-Bettencourt en sustitución de Rosauro Varo, que fue invitado a dimitir como consejero a finales de mayo. También ha elevado a la categoría de vicepresidenta del consejo a su antigua jefa de gabinete, Pilar Gil. Todos estos movimientos permiten a Oughourlian disponer de un consejo perfectamente controlado ante cualquier tentación política que pueda contravenir sus intereses en el grupo o incluso en el supuesto en que la alianza de conveniencia con los asesores monclovitas de Pedro Sánchez entre en una deriva contraproducente tras un eventual vuelco del mapa político en España.

La llegada de Feijóo a La Moncloa es un elemento de enorme incertidumbre para el futuro de Prisa o, cuando menos, para su actual estructura corporativa. Los más avezados inversores que planean sobre el capital de la empresa, como es el caso del grupo francés Vivendi o los italianos de Mediaset, no esconden sus intenciones de dar un paso al frente a poco que los actuales dueños de la entidad abran de nuevo formalmente el cuaderno de ventas.

Vivendi no oculta su deseo de tomar el relevo de Amber como máximo accionista y Mediaset acaba de manifestar públicamente su deseo de comprar la Cadena Ser si finalmente se opta por un troceo del grupo. Esta última alternativa no es nada descartable y quizá serviría para que las dos fuerzas que encarnan Oughourlian y Barroso pudieran encontrar una salida airosa a sus expectativas. El inversor armenio conseguiría resarcirse de sus nefastas inversiones con una venta de activos y el todavía colaborador de Sánchez podría consolarse asumiendo el control de El País como última trinchera mediática para dar la batalla a un posible Gobierno del PP con Vox.

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