THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

Ramón Paso, uno de los nuestros. El sesgo endogrupal

«El entorno de las víctimas se cree de verdad que «uno de los nuestros» no puede ser así, que es imposible. Porque son presas de una creencia limitante muy peligrosa»

Ramón Paso, uno de los nuestros. El sesgo endogrupal

Ramón Paso | Academia de las Artes Escénicas de España

Ramón Paso es un dramaturgo español al que se le ha acusado por presuntos delitos de agresión sexual, acoso, hostigamiento, coacciones o contra la integridad moral. Quienes le acusan son mujeres cuyas edades estaban situadas entre los 18 y los 25 años en el momento de los hechos.

Los rumores sobre Ramón Paso existían desde hace años. Ahora por fin se dice en voz alta lo que llevaba años diciéndose entre susurros. Pero él no es el único. Lo mismo se cuenta de otros directores de teatro y de cine. 

Lo curioso es que Ramón Paso dirigía la compañía Paso Azorín qué se calificaba a sí misma como «feminista». Copio y pego de uno de sus folletos: «La compañía PASOAZORÍN TEATRO sigue apostando por un teatro crítico y reivindicativo, centrado en el compromiso social con dos ejes fundamentales: el feminismo y la recuperación de la Memoria Histórica».

¿Lo encuentran ustedes raro? Yo no, lo más mínimo. Hago talleres de escritura expresiva, como ustedes ya saben, y también hago en ocasiones sesiones privadas. La mayoría de mis clientes son mujeres. Y he escuchado muchísimas veces historias, en talleres y sesiones, que se parecen mucho a la historia que cuentan las chicas que denuncian a Ramón Paso. La historia que supongo que es la historia de las chicas que fueron (presuntamente) acosadas por Paso. 

No desconfían de él en principio porque se presenta como feminista. «Es uno de los nuestros, es una buena persona». Si se hubiera tratado de un director que hubiera manifestado claramente, por ejemplo, su afiliación o simpatía por el partido Vox, no hubieran trabajado con él. Pero Ramón Paso era un aliado feminista, y cómo él mismo se identificaba así, ellas no podían creer que fuera un predador. Incluso cuando una chica se atrevió a denunciar se encontró con que el grupo hacía piña alrededor de Ramón Paso. Fue una mujer que le denunció por acoso hace cuatro años. El resultado es que ella perdió su trabajo y que toda la compañía apoyó al director. 

Shangela

Shangela es una drag queen, cuyo nombre real es Darius Jeremy Pierce. Es un activista muy famoso en Estados Unidos que fue invitado a una recepción con Joe Biden en la Casa Blanca y al mismo hogar de la vicepresidenta. Muchos invitados recuerdan una fiesta en la que Shangela hacía de maestra de ceremonias en la residencia privada de Kamala Harris, y era la encargada de recibir a los que iban llegando.


A Shangela se le acusó formalmente de violación y hoy se enfrenta a un juicio. Cuando la noticia salió a la luz, otras cinco personas se presentaron ante la Policía con relatos creíbles y fundados en los que afirman haber sido víctimas de agresiones sexuales. Las cinco personas tenían edades entre 18 y 23 años. Todos dijeron que habían sido presionados para no hablar porque «podían hacer daño a la comunidad GTBQ». Y que nadie les creía porque la posición de Shanggela, en un lugar tan prominente le confería un halo respetabilidad y de intocable. Ellos creían que era «uno de los nuestros» y que por lo tanto nunca haría una cosa así. 

Emile Cilliers 

Emile Cilliers intentó asesinar a su mujer Victoria dos veces. La primera manipuló la espita del gas, pero su mujer se despertó debido al olor. La segunda le regaló a ella un salto en paracaídas por su cumpleaños. Emile había manipulado el paracaídas. Victoria era una paracaidista experta, pero no tenía salvación posible puesto que él había manipulado los dos paracaídas, también el de repuesto. Se salvó debido a un milagro: cayó en un terreno recientemente regado y arado, y fue como caer en un lecho de barro. Aun así, estuvo varias semanas en el hospital.

Emile había vivido parasitariamente de Victoria, y previamente de otras mujeres a las que también parasitaba. Mantenía relaciones paralelas con una red de mujeres y había maltratado a todos sus parejas anteriores. Intentó asesinar a Victoria y a sus hijos para poder cobrar el seguro, no porque Victoria le molestara ni porque hubieran tenido ninguna diferencia.

Incluso cuando todas las pruebas apuntaban a su marido, Victoria se negó a declarar contra él. No podía ser él, imposible, tenia que ser un malentendido: él era uno de los nuestros, él estaba en el Ejército, (Victoria también), él era un buen soldado, con un expediente impecable, uno de los nuestros, no, no podía ser él. Incluso la detective mujer que sacó el caso a la luz se encontró al principio con presiones por parte del Ejército británico.

El padre Fran

El padre Fran aprovechaba los viajes de ocio que realizaba con su grupo de amigos para, presuntamente, sedar a mujeres con el objetivo de agredirlas sexualmente y grabarlas en vídeo. Así habría actuado -posiblemente durante años- el cura detenido por la Policía Nacional en Vélez-Málaga, en la actualidad en prisión. 

El padre Fran hacía pensar a sus víctimas que se preocupaba por ellas y que buscaba su bienestar espiritual. De momento, los investigadores han identificado a cinco víctimas, aunque no descartan que haya más afectadas en Málaga, La Policía reseñó que se había prevalido de su condición de sacerdote para efectuar los hechos porque las víctimas no podían ni imaginar que aquel sacerdote simpático, con cara de bonachón, buen católico, buen vecino, uno de los nuestros, fuera a violar a nadie.

Jerry Sandusky

Jerry Sandusky, entrenador del equipo de fútbol americano Penn State Nittany Lions fue acusado de 52 cargos de abuso sexual infantil, derivados de incidentes ocurridos entre 1994 y 2009. Sandusky finalmente fue declarado culpable de 45 cargos de abuso sexual infantil en 2012.

La primera denuncia contra el entrenador se presentó en 1998. Hubo tres denuncias más que la universidad de Penn decidió no creer. Nadie creyó a las víctimas hasta que la policía encontró un disco duro con material gráfico en posesión del entrenador. Nadie las creyó porque el entrenador, de nuevo, era uno de los nuestros, una buenísima persona, un gran profesional, un miembro respetado de la comunidad, blablablá blablablá.

Les he dado cinco casos distintos de depredadores sexuales 

En los cinco casos se infiltran en espacios donde saben que pueden encontrar a sus víctimas. En los cinco casos se camuflan para dar una apariencia de respetabilidad, autoridad, prestigio: un aliado feminista, un sacerdote, un entrenador universitario, un sargento, un activista LGTBQ. 

Su camuflaje le permite en primer lugar tener acceso a las víctimas. En segundo lugar, que le perciban como alguien respetable, que confíen en él. Y en tercero, que las víctimas no se atrevan a denunciar, porque saben que el grupo no las va a creer. 

La novela «El ansia» me parece una metáfora perfecta de este tipo de depredadores. La protagonista, Miriam, se alimenta de carne y sangre humana. En realidad se trata de una especie diferente, ella no es humana, pero se camufla entre los humanos utilizando lentillas, peluca y maquillaje. Y se hace con una fachada de respetabilidad. Posee una mansión en la mejor zona de Nueva York y enseña música clásica a la hija de un millonario. ¿Quién va a imaginar nada malo de una respetable dama de la alta sociedad, una excelente vecina, una de los nuestros?

El sesgo intragrupal o endogrupal 

Las víctimas de los predadores y el entorno que los apoya son presas del sesgo intrágrupal. Ese que divide al mundo en dos: en nosotros contra ellos. En los buenos contra los malos. Es un sesgo muy peligroso y que fomenta el camuflaje de predadores. 

El entorno de las víctimas se cree de verdad que «uno de los nuestros» no puede ser así, que es imposible. Porque son presas de una creencia limitante muy peligrosa, tal y como la describo en el libro, ‘La escritura que cura’. Son presas del sesgo intragrupal. La gran mayoría de las víctimas de maltrato y/o abuso lo son. 

Por eso las víctimas de Ramón Paso habrían desconfiado desde el primer momento, desde la primera caricia fuera de lugar, desde el primer grito que no venía cuento, desde la primera insinuación libidinosa, si el director hubiera sido simpatizante de Vox… Pero no desconfiaron de un autoproclamado aliado feminista. Por eso Ramón Paso pudo agredir a catorce mujeres (presuntamente). Porque en su entorno era «uno de los nuestros» y siempre le defenderían.

El sesgo intragrupal es la tendencia a favorecer al propio grupo sobre otros grupos. Y afecta a la gente que divide el mundo en dos y lo polariza en un «nosotros contra ellos». El sesgo intragrupal afecta nuestra percepción de los demás, haciendo que otorguemos un trato preferencial a los miembros de nuestro propio grupo y excluyamos a otros grupos. Como resultado, tendemos a menospreciar y a desconfiar de las personas que no consideramos miembros de nuestro grupo, incluso cuando no sabemos nada sobre ellas. Pero nos fiamos de aquéllos que pertenecen a nuestro grupo. 

El sesgo intragrupal (también llamado favoritismo intragrupal) es un tipo de sesgo cognitivo que hace que categoricemos a las personas dependiendo de si compartimos una identificación grupal común con ellas. Que dividamos al mundo en dos. Que polaricemos. 

Según el sesgo endogrupal, las personas pertenecen a nuestro endogrupo (es decir, al mismo grupo que nosotros) o a un exogrupo (es decir, un grupo diferente). 

La identificación grupal puede surgir de cualquier característica que cree un sentido de identidad colectiva entre las personas. En el caso de Ramón Paso, para su grupo era «uno de los nuestros», porque su compañía se dedicaba a las obras feministas y sobre la memoria histórica, dos rasgos de identidad que definen a su grupo. 

Por lo tanto, uno puede experimentar un sesgo endogrupal en cualquier situación en la que la identidad grupal de un individuo sea prominente. Ante un director de teatro, un sargento del Ejército, un sacerdote, un entrenador de un equipo de fútbol, o un activista LGTBQ que se codea con el presidente y la vicepresidenta.

Tienden a gustarnos los miembros de nuestro endogrupo y no nos gustan los miembros del exogrupo. Este sentimiento se acentúa cuando los individuos sienten que el valor de su endogrupo está siendo amenazado. Y ese recurso lo explotaba bien Ramón Paso, que acusaba a los miembros del exogrupo (los simpatizantea de Vox) de «enemigos de las mujeres». Por lo tanto, por contraste, él se colocaba en el bando puesto, en el de los amigos de las mujeres.

Como he dicho, el sesgo endogrupal hace que favorezcamos a los miembros de nuestro propio endogrupo, que los tratemos de manera diferente y que estemos más dispuestos a compartir recursos con ellos. De manera similar pensamos que los miembros del exogrupo son inferiores y no deseamos compartir recursos con ellos (lo que se denomina sesgo del exogrupo).

¿Qué causa el sesgo endogrupal? 

El sesgo intragrupal es causado por varios factores. Varias teorías pueden ayudar a explicar por qué ocurre. 

• La teoría realista del conflicto

Sugiere que el sesgo intragrupal surge debido a la competencia entre dos o más grupos por recursos limitados, como empleos, dinero o tierras. Siempre que hay recursos en juego, la gente favorecerá a su propio grupo por interés propio. La teoría se llama «realista» porque el sesgo intragrupal se basa en una necesidad real de recursos físicos, en contraposición a las necesidades psicológicas. En el caso particular de Ramón Paso estamos hablando de que en el teatro español hay muy poco trabajo y hay una enorme competencia por los recursos. Miembros de la compañía pensaban que el estar cerca de Paso les podía facilitar el acceso al trabajo. 

• La teoría de la identidad social

Propone que las personas favorecen a su propio grupo por razones psicológicas.En otras palabras, el sesgo endogrupal surge de forma natural e instintiva debido a nuestra necesidad de identificarnos con un grupo social distinto. Tan pronto como nos categorizamos como pertenecientes a un endogrupo y notamos que otras personas pertenecen a un exogrupo, tendemos a actuar y pensar a favor de nuestro endogrupo. Por eso, como a Ramón Paso se le veía como un representante claro y muy definido de cierta ideología se tendía a darle la razón y a ignorar todo lo malo que rumoreaba sobre él. 

• Expectativas de reciprocidad

Aquí, las personas cooperan con los miembros de su endogrupo simplemente porque esperan que les devuelvan el favor. En el caso de Ramón Paso se supone que las personas que le apoyaban y que se pusieron a favor del director y en contra de la primera mujer que le denunció por acoso esperaban recibir algún tipo de compensación por parte del director. Al fin y al cabo, ellas eran las actrices, los actores, los técnicos y técnicas, y él el director de la compañía que les podía dar trabajo.

El sesgo te convierte en víctima o en cómplice

Mi intención no es alojar el miedo hacia todos los hombres en los corazones de todas las mujeres. La mayoría de los hombres no son sociópatas ni psicópatas ni agresores sexuales. Sin embargo, si te encuentras con un hombre y tu instinto te dice que hay algo raro, entonces será mejor que prestes atención, a pesar de que en tu grupo le consideren la última coca-cola del desierto. Y el mismo patrón se aplica a la inversa: Gente contra la que tu grupo predica, gente contra la que te previenen, podrían acabar siendo personas maravillosas si les concedieras la oportunidad de escucharles. 

Recuerda que el sesgo intragrupal te convierte en una presa fácil o en un cómplice, y que también te impide ver que hay vida (y muy interesante) más allá de la polarización y del «nosotros contra ellos». En muchos casos el sesgo es inconsciente, así que si albergas la creencia limitante de «todos los rojos son malas personas y todos los fachas son buenos» o la contraria, procura revisarla, porque esa creencia te puede jugar malas pasadas. 

Si quieres saber más sobre próximos talleres y sesiones privadas, entra en mis redes o escríbeme a [email protected]

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