Microbiota: qué es y por qué es tan importante para prevenir enfermedades
Últimamente, no paramos de oír hablar de la microbiota y de su importancia. A continuación, te contamos qué es y cómo podemos mejorarla
Desde hace unos años, no paramos de oír hablar de la microbiota y de su importancia, pero ¿qué es? Llamamos microbiota al conjunto de microorganismos que viven en tu cuerpo y realizan funciones decisivas para tu salud.
Es un tema complejo que está despertando mucho interés, pues se ha descubierto que la existencia de las bacterias intestinales que forman la microbiota es muy beneficiosa para el desarrollo del sistema inmune, así como para la conducta humana y el estado de ánimo.
La microbiota se adquiere desde el momento en que nacemos y se mantiene estable hasta los 3 años de edad. A partir ahí, ésta puede cambiar al producirse modificaciones en la flora intestinal a causa de cambios alimenticios, estrés, ansiedad…
Lo curioso del asunto es que los expertos han descubierto que si nos centramos en equilibrar y cuidar de nuestra microbiota acabaremos con nuestros problemas de sobrepeso, cansancio, acné, estado de la memoria… Además de tener menor riesgo de padecer determinadas enfermedades intestinales, cardiovasculares, inflamatorias, estreñimiento, celiaquía y asma, entre otras.
¿Cómo puede ayudarnos el estudio de la microbiota para prevenir enfermedades y mejorar nuestra salud?
El estudio de la microbiota permite saber si una persona tiene una microbiota estable o alterada. «Esta alteración en la composición de la microbiota o disbiosis se ha relacionado con más de un centenar de enfermedades, algunas con una elevada prevalencia en la población, como los trastornos gastrointestinales, la obesidad, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, autoinmunes o las enfermedades neurodegenerativas», asegura la nutricionista Pilar Puértolas, del Centro Médico Complutense.
Seguramente, y en opinión de Puértolas, el estudio del microbioma sea uno de los pilares en los que se apoye la medicina de precisión en un futuro muy cercano. Así que este test «es un recurso muy importante debido a la información que obtiene para la planificación nutricional del paciente».
Claves para entender mejor el estudio de la microbiota
Ya hemos visto que la microbiota es la comunidad de microorganismos vivos residentes en un nicho ecológico determinado. En el cuerpo humano incluyen el tracto gastrointestinal, el genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel. Estos microorganismos realizan funciones metabólicas, nutricionales, relacionadas con el sistema inmune, mantenimiento de la homeostasis y protección antimicrobiana.
Además, hay otros conceptos relacionados que nos pueden ayudar a entender en qué consiste el estudio de la microbiota:
- Microbioma: es el conjunto formado por los microorganismos, sus genes y sus metabolitos en un nicho ecológico.
- Holobionte o superorganismo: hace referencia al conjunto, ser humano y microbiota.
- Eubiosis: término que define el estado en el que la microbiota intestinal, teóricamente ‘normal’ y ‘equilibrada’, cumple presumiblemente todos los requisitos para que nos podamos beneficiar de sus efectos sobre la salud a nivel metabólico, inmunitario, neuronal y de barrera protectora, propios de un individuo sano.
- Disbiosis: son las alteraciones de la microbiota intestinal y la respuesta adversa del huésped a estos cambios.
- Probióticos: microorganismos vivos que confieren un beneficio a la salud del huésped cuando se los administra en cantidades adecuadas.
- Prebiótico: ingredientes fermentados selectivamente que dan lugar a cambios específicos en la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal, confiriendo así beneficios a la salud del huésped.
- Simbióticos: una mezcla que comprende microorganismos vivos y sustratos utilizados selectivamente por los microorganismos del hospedador que confiere un beneficio para la salud del hospedador. Los microorganismos hospedadores, en este contexto, incluyen tanto microorganismos autóctonos o residentes del hospedador como microorganismos aplicados externamente (probiótico propiamente dicho). Los simbióticos se dividen, a su vez, en:
- Complementario, «en el que el probiótico es seleccionado en base a los efectos beneficiosos específicos y deseados en el huésped, y el prebiótico es elegido de forma independiente para aumentar selectivamente las concentraciones de los componentes de la microbiota intestinal beneficiosa. Por tanto, el prebiótico puede promover el crecimiento y la actividad del probiótico, pero sOlo indirectamente», detalla la nutricionista.
- Y sinérgico, en el que «la cepa probiótica es seleccionada de nuevo en base a los efectos beneficiosos específicos en el huésped, pero el prebiótico se escoge para estimular específicamente el crecimiento y la actividad del probiótico. Por tanto, el prebiótico tiene una mayor afinidad con la cepa y mejora su supervivencia y crecimiento en el huésped».
- Postbióticos: preparación de microorganismos inanimados y/o sus componentes que confiere un beneficio para la salud del huésped. Este debe demostrar eficacia y contener células microbianas deliberadamente inactivadas o componentes celulares, con o sin metabolitos, que contribuyan a los beneficios para la salud observados. Los postbióticos no se limitan a actuar solo en el intestino, ya que se pueden administrarse en cualquier superficie del huésped (cavidad bucal, intestino, piel, tracto urogenital o nasofaringe). Los metabolitos microbianos purificados y las vacunas no son postbióticos.
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Más allá del estudio de la microbiota: cómo podemos estimularla con la alimentación
La dieta es uno de los grandes moduladores de la microbiota. En función de lo que comamos, así será la composición de nuestra microbiota. Por tanto, cuidar nuestra alimentación resulta vital para nuestro organismo y en ella no pueden faltar los alimentos prebióticos.
Los prebióticos se encuentran de forma natural en los siguientes alimentos:
- Leche.
- Miel.
- Frutas, en especial los plátanos.
- Verduras: sobre todo en el ajo, las alcachofas, las cebollas, los espárragos y los puerros.
- Cereales integrales: trigo integral y avena.
- Legumbres y frutos secos.
Como siempre te decimos, has de consultar a un profesional de la alimentación para tomar la decisión más adecuada en tu caso.
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