'MH370: el avión que desapareció': las respuestas están allí afuera
El documental sobre la misteriosa desaparición de 239 personabas en un vuelo hacia Beijing ya está disponible en Netflix
Imagen promocional del documental. | Netflix
El 8 de marzo de 2014, el vuelo 370 de Malaysia Airlines partió de de Kuala Lumpur hacia Beijing. A bordo iban 239 personas. El pasajero más joven tenía dos años de edad; el mayor, 76. Minutos después, no se sabría más de ellos. Nueve años después, las familias de los desaparecidos siguen buscando respuestas de un accidente que parece sacado de un capítulo de Expediente X.
A propósito del noveno aniversario, Netflix estrenó el documental MH370: el avión que desapareció, que intenta abarcar todas las teorías de lo que pudo haber sucedido desde que el vuelo desapareció del radar de las autoridades. Son tres episodios dirigidos con sobriedad por Louise Malkinson.
«Vivimos en un mundo donde existen los teléfonos móviles, los radares y los satélites, así que el hecho de que hayan pasado nueve años (…) y sigamos teniendo tan poco es extraordinario», dijo Malkinson al presentar su trabajo a la prensa. Y tiene razón. Cuando el espectador termina de ver esta producción, se pregunta cómo es posible que en estos tiempos, en los que somos perseguidos por el algoritmo, no exista una explicación lógica y científica que aporte luz sobre lo sucedido.
Para que tengamos una idea de lo que puede generar la falta de información, en algún momento se expuso en medios serios como CNN que el avión fue víctima de un agujero negro. Y, claro está, no faltaron las teorías que implicaban extraterrestres. Sin embargo, afortunadamente, nada de esto forma parte del serio y entretenido trabajo que se puede ver en el servicio de streaming.
La necesidad de cerrar una historia
MH370: el avión que desapareció tiene un inicio convencional, muy cercano a los True Crimes, de buen rendimiento en Netflix. Tanto quien conoce el caso como el que no se siente atrapado por el tono de intriga que permea a la historia desde el primer episodio. Luego, la directora da paso a las diferentes teorías para finalmente cerrar centrándose en las víctimas.
Precisamente, el espacio para comprender el dolor de los familiares es lo que diferencia a esta producción de otros trabajos iguales, ya que no es la primera vez que este tema aparece en la pantalla. Desde la esposa del copiloto, Intan Othman, hasta Ghislain Wattrelos, un hombre que sigue investigando por su cuenta a pesar de haber quedado devastado por la muerte de su pareja e hijos, los testimonios son tratados con respeto y rigurosidad.
Al final, lo que desean los allegados a las 239 personas desaparecidas es tener un cierre. Tal vez ya no un cuerpo para honrar, dado el tiempo que ha transcurrido, pero sí al menos una explicación fiable y también una disculpa pública de las autoridades de Malasia, cuya inoperancia y negligencia desde el inicio del suceso terminaron comprometiendo la investigación.
En este sentido, lo mejor del documental de Malkinson es que sentimos, palpamos, vivimos el dolor de quienes aún sufren por no tener una explicación certera de lo sucedido. Lamentablemente el caso se cerró en 2017 sin que los responsables del vuelo ni los representantes del país pudieran argumentar cómo un 707 se esfumó en el cielo.
Las teorías
Después de cumplir con las víctimas, MH370: el avión que desapareció distribuye muy bien los datos cuando ciertos personajes, bien peculiares, intentan responder lo que el poder no pudo. Es así como para algunos, Estados Unidos es el culpable de la desaparición y para otros, Rusia. Y de fondo tenemos China como el gran sospechoso.
«Las opiniones son como el culo, todos tenemos uno», dice uno de los entrevistados. Utiliza la frase para restarle valor a las teorías de la conspiración que rodean al caso. Y sí, ciertamente muchas de las exposiciones están respaldadas más en lo que el relator quiere creer que en pruebas. En este punto, uno regresa al famoso lema de Expediente X: «Quiero creer».
Cuando el documental le da voz a las diferentes personas que han investigado al caso, el espectador puede hacerse una idea de lo fácil que es hoy en día hacer una interpretación de los hechos, basándose simplemente en lo que aparece en Internet. De hecho, no deja de ser escalofriante que un libro se pueda escribir en base a lo que sesgadamente concluimos.
El peligro de esas argumentaciones sin datos se palpa cuando en determinado momento todas las sospechas recaen sobre el piloto. ¿Un suicidio? ¿Un ataque terrorista? A partir de supuestas ‘pruebas’, se juzga a esta persona para años más tarde descartarlo. De nuevo, es tan fácil seguir los prejuicios en este tipo de casos, que una víctima puede pasar a victimario en cuestión de segundos.
Al final de MH370: el avión que desapareció lo que queda es un gran vacío. Empatizamos con aquellos que perdieron a sus familiares sin poder despedirlos. Pero al mismo tiempo, es un documento sociológico sobre cómo la ciencia no es capaz de explicar los accidentes que suceden a nuestro alrededor.
