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'The Last of Us' llega a su final: pocos bichos y un gran estudio del amor

La producción de HBO llega a su final con un detallado retrato sobre las relaciones humanas en situaciones límite. Queremos saber cómo terminará este viaje

‘The Last of Us’ llega a su final: pocos bichos y un gran estudio del amor

Momento de la serie 'The Last of Us'.

Atención, este artículo contiene spoilers. Hay en el penúltimo capítulo de The Last of Us una escena que pone la piel de gallina. Un hombre mayor, aparentemente el líder de un grupo de sobrevivientes, acaricia la mano de la pequeña Ellie (Bella Ramsey) y le pide que imagine el futuro que pueden construir «juntos». El estómago del espectador se remueve mientras se confirman las sospechas: el «pastor» David (Scott Shepherd) es un pedófilo.

La escena tuvo mucha repercusión en las redes sociales, debido a que las perversas intenciones de David se insinúan en el videojuego, mientras que en la serie que transmite HBO se muestran de una manera menos sutil. El efecto, por lo tanto, es mayor.

https://twitter.com/GabrielDivina2/status/1632578614855340033

Pero el impacto que causa David no es gratuito. Hay una conexión con el episodio anterior, en el que se conoce la relación entre Ellie y Riley. ¿De qué manera? Haciendo un juego de oposición, una herramienta narrativa que funciona para hilar entre las historias y resaltar lo que el guionista y director desean. Por ejemplo, si en el séptimo episodio conocimos más a la adolescente y su primer enamoramiento, un amor puro, inocente, como suele suceder con las primeras emociones, en el octavo es todo lo contrario.

El pastor David representa todo lo enfermo y corrupto. No solo es un pedófilo. En la escena en la que se da a conocer su verdadera personalidad, cuando abofetea a una niña, se entiende que el poder que ejerce en su comunidad no es producto de la fe, al menos no de una fe saludable. Por el contrario, allí están los rasgos de un líder de secta, que usa el miedo para subyugar.

A lo anterior debemos sumar el canibalismo. La antropofagia es un tropo en las ficciones apocalípticas. Se usa regularmente para mostrar hasta qué punto el instinto por sobrevivir puede llevar a ciertas personas o grupos al estado más bárbaro. Por el contrario, quien se opone es visto como el celador del raciocinio. Esto lo podemos ver claramente en La carretera (The Road), película de 2009 que dirige John Hillcoat, basada en la novela homónima de Comac McCarthy.

En La carretera, un padre sin nombre (Viggo Mortensen) y su pequeño hijo (Kodi Smit-McPhee) están a punto de morir de hambre porque se niegan a comer carne humana. Hay un discurso ético detrás de las decisiones que toma el personaje que encarna Mortensen y que hereda el chico. Hay en esta transición de saberes o toma de testigo un mensaje potente sobre la esperanza. Es decir, al no sucumbir al instinto más primitivo, la humanidad conserva su esperanza.

Confiar y querer

Quienes esperaban un desfile de monstruos y ejecuciones a diestra y siniestra, probablemente ya abandonaron The Last of Us. Sin embargo, quienes no tenían mayor expectativa probablemente estén disfrutando de una potente producción, desde el guion hasta sus actuaciones. Pedro Pascal (Joel) y Ramsey lo dan todo. El penúltimo episodio es un gran ejemplo de ello.

Los creadores, Craig Mazin y Neil Druckmann, antes que mostrarnos un show de monstruos deformes y su aniquilación, apostaron por relatar detalladamente cómo puede nacer la confianza y el amor en un mundo devastado por un virus. A Joel y Ellie les une algo más que una tragedia. Ambos creen haberlo perdido todo, pero en el viaje que emprenden reconocerán que aún hay muchas razones para vivir y esas razones no están afuera, no dependen de lo que materialmente haya desaparecido o esté por aparecer, sino de lo que llevan dentro.

Después de que Ellie se haga cargo de David, escuchamos a Joel decirle baby girl. Ese era el apodo que usaba para referirse a su hija, Sarah. El posterior abrazo entre ambos está cargado de una gran emotividad, pero también de significado. Es una declaración de cuánto han cambiado desde que Joel asumió el encargo de llevar a buen puerto a esta adolescente que podría darle una nueva oportunidad a la humanidad con su sangre. 

¿Y cómo han llegado a este punto? Confiando y cuidándose. Si bien el viaje inicia con mucha desconfianza entre ambos, las circunstancias les llevan a protegerse, no solo físicamente. Si al principio se trata de un simple instinto de supervivencia, cuando apenas falta un capítulo para que termine la temporada, comprendemos que se ha establecido una relación profunda. El cambio es obvio, si antes el hombre le recalcaba a la portadora del virus que no era su hija, ahora hay un nexo más trascendental.

Se intuye entonces que la tarea inicial de Joel se ha complicado mucho más. La pregunta es obvia: con el amor que le une a Ellie, ¿simplemente la entregará para que hagan lo que tengan que hacer para acabar con el Cordyceps? Es poco probable. Así las cosas, lo que antes era un simple «encargo», se ha convertido en el impulso para la resurrección emocional. La chispa de la vida ha vuelto para el personaje nihilista. Entonces, a partir de allí, comienza un nuevo viaje.

¿Hacia dónde va ese viaje? Debemos esperar a la segunda temporada para saberlo. Por ahora, queda claro que estamos frente a un producto de una elevada calidad, que juega sus piezas con inteligencia y emociona al espectador. Los bichos (infectados) han quedado en un segundo plano. De hecho, no apareció ninguno en el penúltimo episodio. Es probable que en el capítulo final regresen, y con fuerza, para sacarnos de este torbellino emocional que nos han brindado hasta entonces.

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