THE OBJECTIVE
Amando de Miguel

Desplazados, desnutridos, desasistidos

De un tiempo a esta parte ciertos conflictos violentos se ventilan entre hordas que atacan a todo lo que se mueve.

Opinión
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De un tiempo a esta parte ciertos conflictos violentos se ventilan entre hordas que atacan a todo lo que se mueve.

Las guerras antiguas se libraban entre ejércitos regulares, que combatían con ciertas reglas. Habría tropelías, pero la población civil quedaba bastante al margen. Incluso a veces colaboraba con el invasor. Recuérdese la maravillosa película “La kermese heroica”.

De un tiempo a esta parte ciertos conflictos violentos se ventilan entre hordas que atacan a todo lo que se mueve. Se destruyen viviendas, se asolan campos, se requisan vehículos, se violan a las mujeres y niños como botín de guerra.

Los vándalos eran unos señoritos afeminados al lado de estos nuevos hirsutos guerrilleros hodiernos. El resultado de sus tropelías es el movimiento masivo de desplazados. Ya son muchos millones en todo el mundo, incluidos los que se quedan sin techo por catástrofes naturales. Los pobres acarrean como pueden sus escasas pertenencias. Se constituyen columnas de refugiados. Todo lo esperan de la próvida ONU o de las valientes organizaciones humanitarias.

Se añade una irritante paradoja en los desplazados del conflicto sirio. Tiene lugar en el territorio donde se originó la cultura europea. Por ejemplo, allí nació el alfabeto, se cultivó el papiro y se construyeron los primeros barcos que surcaron el Mediterráneo.

Ahora nos dicen que la ONU ha tenido que reducir su presupuesto, dado que el grueso se destina a los funcionarios y a las “cumbres”. Los endebles campamentos de desplazados se van a parecer más a campos de concentración. Es lo que transmite la fotografía de los niños astrosos del campamento de Bab Al-Salama, arquitectura de plástico sobre el barro. ¿Asistirán los niños a alguna escuelica? ¿Sabrán de qué pueblo son?

Mientras, las autoridades de Occidente dudan de a qué bando deben ayudar, tan cruel parece uno como otro. Se añoran los viejos tiempos del protectorado francés. Sueño vanos.

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