THE OBJECTIVE
Gabriela Bustelo

La última cabronada de Alá

Ian Bremmer –politólogo estadounidense de origen alemán y armenio, columnista de “Time” y “Financial Times”, fundador de la consultoría multinacional Eurasia Group– es un personaje relevante en Twitter, donde opina con fundamento e ironía sobre la actualidad internacional. El 9 de agosto brindaba a sus casi 200.000 seguidores un polémico tuit con una foto de Ibtihaj Muhammad, esgrimista estadounidense que, tras ganar una modesta medalla de bronce, ha acaparado la atención de la prensa occidental. Bremmer aquilataba con el laconismo característico de Twitter: “Ibtijab Muhammad, primera estadounidense olímpica con hiyab” y apostillaba que “Estas cosas dan sentido a nuestros Juegos Olímpicos”.

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La última cabronada de Alá

Ian Bremmer –politólogo estadounidense de origen alemán y armenio, columnista de “Time” y “Financial Times”, fundador de la consultoría multinacional Eurasia Group– es un personaje relevante en Twitter, donde opina con fundamento e ironía sobre la actualidad internacional. El 9 de agosto brindaba a sus casi 200.000 seguidores un polémico tuit con una foto de Ibtihaj Muhammad, esgrimista estadounidense que, tras ganar una modesta medalla de bronce, ha acaparado la atención de la prensa occidental. Bremmer aquilataba con el laconismo característico de Twitter: “Ibtijab Muhammad, primera estadounidense olímpica con hiyab” y apostillaba que “Estas cosas dan sentido a nuestros Juegos Olímpicos”.

La careta de esgrima, que cubre la cabeza por completo, consta de un armazón acrílico, una máscara de acero o vinilo y una gola de tela. Bajo este aparejo reglamentario Muhammad vestía el hiyab, una versión del velo musulmán hoy sujeto a restricciones legales en países occidentales como Francia, Bélgica, Holanda, Suiza, Austria, España, Italia o Dinamarca. Entre los burdos subterfugios del fundamentalismo musulmán destaca el velo –en todos sus formatos– como atuendo femenino ético y responsable, siendo de hecho un instrumento de represión de la población femenina. De ahí que el encumbramiento de esta atleta estadounidense-musulmana al Olimpo de la fama por islamizar un atuendo olímpico suscite perplejidad. Merece la pena plantearse si el paternalismo mediático –¡Qué graciosa la chica con sus desvaríos religiosos!– se hubiera dado con un atleta masculino que llevara la “kufiya” sujeta con un “iqal” bajo el atuendo. La careta de esgrima genera tanto calor que se han inventado micro-ventiladores para aliviarlo, dado su efecto negativo sobre el rendimiento del deportista. Imaginar el calor que soportaría la portadora de la careta islamizada lleva a preguntarse si el fundamentalismo musulmán infiltrado en Río 2016 no estará bronceando la plata y el oro, Alá mediante.

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