THE OBJECTIVE
Fernando Jáuregui

Sí, claro, Rajoy quisiera ser Merkel, pero…

Pues claro que Mariano Rajoy quisiera ser como Angela Merkel, aunque ella le diga que tiene piel de elefante, que, por lo visto, en Alemania es un elogio. Ahí es nada, ejercer como la figura más destacada de Europa, tener casi aseguradas las próximas elecciones de 2017 y, encima, ser vista por la derecha y la izquierda moderadas como un freno contra los populismos que, más o menos en plan trumpalista, amenazan con arrasar también en el Viejo Continente.

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Sí, claro, Rajoy quisiera ser Merkel, pero…

Pues claro que Mariano Rajoy quisiera ser como Angela Merkel, aunque ella le diga que tiene piel de elefante, que, por lo visto, en Alemania es un elogio. Ahí es nada, ejercer como la figura más destacada de Europa, tener casi aseguradas las próximas elecciones de 2017 y, encima, ser vista por la derecha y la izquierda moderadas como un freno contra los populismos que, más o menos en plan trumpalista, amenazan con arrasar también en el Viejo Continente.

Menuda suerte la de Merkel, que tiene incluso la posibilidad de seguir contando con los muy realistas socialdemócratas alemanes de Gabriel. Como me parece que François Fillon, el muy probable próximo jefe del Estado francés, podrá contar con el apoyo del socialismo galo para detener el ímpetu peligrosísimo de Le Pen.

Y eso es lo malo: que Rajoy no tiene socialismo en el que apoyarse. El PSOE está descabezado por la mala gestión de Pedro Sánchez, que ahora, si su trayectoria hubiese sido otra, sería el vicepresidente de un Gobierno reformista gracias a él, que habría obligado a una labor regeneradora a un Rajoy que, la verdad, no es precisamente un entusiasta de los cambios.

Comprendo que Rajoy quiera ser Merkel. Alemania tiene resueltos problemas territoriales que aquí nos angustian, su economía es muy otra y carecen de algunos de los complejos que a los españoles nos abruman. Pero Rajoy, figura que me parece por otra parte estimable y llena de sentido común, no es un estadista, como Merkel, aunque eso podría corregirse, acaso. Lo que no puede corregirse, a menos que Dios y la gestora de Javier Fernández lo remedien, es lo del PSOE, que se niega a entender que su única salvación es la gran coalición, y perdón por la mala rima.

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