THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Ámame, soy liberal

En “Ámame, soy liberal”, una versión españolizada de “Love me, I’m a liberal”, de Phil Ochs, Nacho Vegas canta “y yo que votaba a Felipe/creí en el milagro de Aznar […] yo adoro a rumanos y a negros/si están lejos de mi portal […] yo siempre me siento español/soy fan de Jiménez Losantos”

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Ámame, soy liberal

Reuters

En “Ámame, soy liberal”, una versión españolizada de “Love me, I’m a liberal”, de Phil Ochs, Nacho Vegas canta “y yo que votaba a Felipe/creí en el milagro de Aznar […] yo adoro a rumanos y a negros/si están lejos de mi portal […] yo siempre me siento español/soy fan de Jiménez Losantos”. Es un retrato del liberal de capilla español, del conservador que se proclama liberal pero siente simpatías por Trump, defiende la libertad de expresión salvo cuando se trata de los sentimientos religiosos, la tradición, la patria o en general todo lo que pueda ofenderle, y suele considerar el liberalismo como sinónimo de impuestos bajos. Es un retrato, en definitiva, de lo que Nacho Vegas piensa que es el liberalismo, y que realmente no es el liberalismo. La derecha se ha apropiado del concepto y lo ha moldeado a su gusto, porque pocos se lo han disputado, y cierta izquierda lo usa para englobar en una sola etiqueta a todos los partidos que, de alguna manera, defienden el sistema. Osea, los de “derechas”. Por eso Vegas puede meter en el mismo saco a Aznar, González y Jiménez Losantos (o Jiménez de Los Demonios, como lo llamaba González).

Si en sus esencias el liberalismo es, siendo muy simplista, el rechazo al despotismo, la desconfianza ante el poder y sus posibles abusos y la defensa de la libertad de expresión, la libertad individual y la ciencia como símbolo de progreso, en España hay pocos liberales, y realmente apenas los hubo nunca. Hay algunos que se denominan liberales conservadores que siempre que pierden una de esas dos etiquetas es la de liberal. Y hay liberales progresistas, muy pocos, que no usan el término liberal porque está contaminado. En el año 2000, Zapatero encabezó dentro del PSOE el movimiento Nueva Vía, que hablaba de que “el mejor liberalismo siempre ha estado en la izquierda”. Estaba influido por la Tercera Vía de Blair. Con el fracaso del proyecto y sus proponentes, el término liberal volvió a perder el atractivo en la izquierda. El liberal en España se ve obligado a buscarse otra etiqueta (o ninguna: el liberal se supone que es el que, en un debate, no es capaz de ponerse de su lado) o a quedarse callado, que es lo que ha hecho durante siglos.

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