THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

El mal menor, y nada más

«Hemos llegado al punto de que la supervivencia de la democracia depende del mal menor»

Opinión
Comentarios
El mal menor, y nada más

Mariscal | EFE

Si el polémico Enrique Arnaldo ha salido adelante junto a los demás candidatos de PP y PSOE al Tribunal Constitucional, y pese a la ruptura de la disciplina de voto en la izquierda, habrá que considerarlo como una noticia razonablemente aceptable por esa misma ruptura, más que por las virtudes de un jurista que suscita una serie de dudas y que, como los demás elegidos, es muy próximo al partido que lo ha propuesto. A estas alturas de una convivencia nacional sacudida por las disensiones y los separatismos nos tiene en vilo, que salga adelante un pacto entre los dos partidos más votados de España y que la mayor oposición se registre en las filas de la izquierda, incluidas las del propio PSOE, es sencillamente lo menos malo.

Hemos llegado al punto en el que la supervivencia de la democracia depende del mal menor, no del bien mayor, y si para una cuestión de importancia como la composición del Constitucional (y la del Tribunal de Cuentas, y la designación del Defensor del Pueblo, que será el socialista Ángel Gabilondo) el contubernio entre el partido de Pedro Sánchez con Podemos y con los separatistas cede por un día ante la urgencia de un acuerdo con la derecha, bienvenido sea.

La principal tarea que nos espera los españoles hasta que termine la legislatura o hasta que Sánchez tire la toalla es que la progresiva ruina de un país ahogado por la inflación y el paro no se acelere hasta el punto de desembocar en desórdenes públicos y cosas peores. Y si esos liderazgos desnortados del PP y del PSOE hacen algo por evitarlo, bienvenidos sean.

Naturalmente que no va a bastar, y hay que temer, por ejemplo, que para celebrar su «éxito» la dirección de los populares en la calle de Génova no se sienta envalentonada para agudizar su campaña contra la incómoda presidenta de la Comunidad de Madrid. Deben entender que, en el terreno del mal menor, no cabe otra situación favorable que la de poder sacudir siquiera ligeramente la unidad de las izquierdas y, a la vez, cultivar y asentar las ventajas de que pueda gozar hoy la oposición. Ventajas que se resumen en un nombre y dos apellidos: Isabel Díaz Ayuso.

El toque de atención a la extrema izquierda puede ser útil si la distrae de su afán de rehacer la España constitucional a su capricho, si propicia algún roce interno en ese sector, y si se gana tiempo para que se afiancen los pocos puntos fuertes de un PP con una carga heredada no mucho mejor que la del PSOE. Hasta que haya un Gobierno responsable, democrático y europeo en España no podremos ponernos a hablar en serio de relanzar el país. La anécdota del Constitucional puede servir para ganar algo de tiempo y de impulso hacia ese objetivo. Pero para nada más.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D