THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

Otro acoso: de nuevo el salario mínimo

«Atreverse en España a ser pequeño empresario es una temeridad. Pero serlo y no morir en el empeño constituye casi un milagro»

Opinión
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Otro acoso: de nuevo el salario mínimo

Cierra Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. | Isabel Infantes (EP)

Definitivamente, este Gobierno está en una permanente cruzada contra las empresas y empresarios. En poco más de dos años les ha aplicado una subida generalizada de todos los impuestos que les son aplicables, les ha subido las cotizaciones sociales, les ha regalado varias campañas del ministrillo Garzón contra diversos sectores económicos: el del juego, el de las bebidas azucaradas, el de las golosinas, el de los juguetes, el de la bollería, el pecuario…, les ha hecho tragar con una contrarreforma laboral aceptada por la CEOE (con la oposición de interna de hasta cuatro de sus organizaciones) bajo el efecto del síndrome de Estocolmo, les ha colado varias subidas del salario mínimo interprofesional, y ahora se propone calzarles una nueva.

De entrada, conviene combatir las posturas interesadas que pretenden ridiculizar la oposición a la proyectada nueva subida minimizando su efecto económico. No es en absoluto mínimo, pues al considerar las catorce pagas y las cuotas sociales, estamos hablando de un aumento de coste por trabajador de unos seiscientos cincuenta euros anuales. El importe no es baladí ni para una pyme ni para un autónomo que tenga empleados.



Pero es que, además, de perpetrarse el nuevo acoso supondrá que, en apenas cinco años, el SMI habría subido ¡un 53%!, de los 655 euros que se pagaban en 2017 a los 1.000 euros que se pagarían en 2022. ¿Sabe alguien del Gobierno lo que representa un aumento de costes del 53% para un pequeño empresario? Me temo que no, es una más de sus ignorancias. Lo acaba de explicar ATA, son víctimas de las subidas los pensionistas por el encarecimiento de lo que pagan a las empleadas de hogar y cuidadores. Son víctimas los pequeños agricultores por el crecimiento de los jornales ocasionales que pagan en la recolección de sus cosechas. Son víctimas los pequeños comercios cuando han de aumentar transitoriamente su personal en las campañas de ventas, Navidad y rebajas. Son víctimas los pequeños establecimientos de hostelería cuando necesitan reforzar ocasionalmente su plantilla en temporadas de alto consumo.

Si los del Gobierno fueran responsables se fiarían al menos del Banco de España, pues fue este el que ya avisó de los nocivos efectos que sobre el empleo tenía el incremento acumulativo del SMI, aviso desoído de nuevo por desconocimiento, pues también desconocen lo que es un análisis caeteris paribus. Como el empleo siguió creciendo con las últimas subidas del SMI, afirman que el Banco de España se equivocó. No alcanzan a entender que el empleo perdido fue el que se hubiera creado y no se creó debido al alza del coste laboral.

A lo expuesto hasta ahora de le debe añadir el pestilente olor a demagogia que destila el anuncio. El Gobierno quiere seguir regando el huerto de sus fieles y pagar el correspondiente peaje a las burocracias sindicales por haberse bajado de su posición de máximos en el tema de la contra reforma laboral. Qué decir de Yolanda Díaz que se sigue trabajando su «plataforma» en una carrera de largo, larguísimo, recorrido, en la que resulta hoy incierto que vaya a llegar a la meta.

El peligro se acrecienta porque el duelo a larga distancia entre Sánchez y Díaz por disputarse el espectro de votos que podría ir a uno o a otra, permite anticipar que la batalla populista entre ambos puede acelerarse ilimitadamente. No es descartable nuevas concesiones a su galería que, inevitablemente, repercutirán negativamente para las empresas y empresarios españoles. Y no olvidemos que los nuevos acosos se acumularán a los ya realizados y al subidón de la factura de la luz.

Definitivamente, atreverse en España a ser pequeño empresario es una temeridad. Pero serlo y no morir en el empeño constituye casi un milagro.

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