THE OBJECTIVE
Pilar Marcos

Pijos del odio… «¡a por todas!»

«Cualquier equiparación española con la enormidad del genocidio camboyano a manos de los jemeres rojos es un insulto a la inteligencia, a los datos y a la Historia»

Opinión
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Pijos del odio… «¡a por todas!»

EP

«¡A por todas!» fue el grito de guerra de la semana del Estado de la Nación. Nuestro presidencial Pedro ‘Navaja’ –‘con el tumbao’ que tien’ los guapos al caminar’ lo repitió tantas veces como su falsísima comparación camboyana. Cualquier equiparación española con la enormidad del genocidio camboyano a manos de los jemeres rojos es un insulto a la inteligencia, a los datos y a la Historia. Pero la mentira camboyana y el ‘a por todas’ persiguen un mismo objetivo: si no sabes, ni te importa, solucionar los problemas que es tu obligación solventar o -como mínimo- mitigar, busca un culpable, señálalo, márcalo a fuego para dirigir todo el odio hacia él. Y si aún no hay odio bastante, azúzalo. Pronto lo habrá y lo único importante es que esté bien dirigido hacia otros. ¡Que no te roce!

Pronto habrá odio sobrado porque el creciente empobrecimiento en el que estamos atrapados va a generar un durísimo invierno de nuestro descontento. Y las medidas de Pedro Sánchez como gobernante consisten en crear más inflación para ‘contener’ la inflación, y en generar más pobreza como ‘solución’ a la pobreza. Por eso, su respuesta mágica es el ¡a por todas! Con ese bramido presidencial ha llamado a rebato a todos los pijos del odio para encauzar la desafección como rechazo a «los poderosos»; a los célebres ‘señores que fuman puros en cenáculos madrileños’ que inventó nuestro Pedro ‘Navaja’ como aperitivo a la semana de su ‘reinvestidura’. 

Los pijos del odio le acompañan desde que, en el verano de 2018, nos bombardeaban con reportajes exhibiendo la determinación de las manos presidenciales (ahora las muestran menos… ‘pa’ que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal’). Y en esta reinvestidura disfrazada de Debate del Estado de la Nación, ha reforzado sus lazos con todos ellos.

A los más depurados pijos del odio les regaló la mal denominada Ley de Memoria Democrática. Servirá, según el muy preciso resumen de Yo-Yo-Yolanda, para «reescribir la Transición». De eso se trata. En el imperativo reparto de papeles del movimiento totalitario que tenía a los asesinos de ETA como punta de lanza (en sentido estricto), los compas de Bildu son (han sido siempre) los pijos en esa organización para el odio (a España). Y ahora que las lanzas se han tornado cañas, su tarea (de pijos) es defender, restituir y cuidar la honorabilidad y el respeto social hacia aquellos a quienes su movimiento totalitario encargó las tareas más ingratas porque están castigadas con la cárcel: léase matar, secuestrar, herir, extorsionar en nombre de la organización… esas cosas que mandaba la Alternativa KAS y sus asambleas. 

Hay más pijos del odio. ¿Qué pensarían, si alguno quedara vivo, los comunistas españoles que, en junio de 1956, redactaron la Declaración por la Reconciliación Nacional del PCE? Con Dolores Ibárruri presidiendo el Comité Central y Santiago Carrillo como secretario general, aquel viejo PCE mantuvo afirmaciones como las siguientes: 

«Un espíritu favorable a la reconciliación nacional de los españoles va ganando a las fuerzas político-sociales que lucharon en campos adversos durante la guerra civil».

O

«En el campo republicano son más numerosas e influyentes las opiniones de los que estiman que hay que enterrar los odios y rencores de la Guerra Civil, porque el ánimo de desquite no es un sentimiento constructivo».

Hoy, vistos los resultados de esta semana de reinvestidura sanchista, se diría que ese «espíritu favorable a la reconciliación nacional» perdió toda su fuerza, y que ahora lo «influyente» no es «enterrar los odios y rencores de la Guerra Civil» sino revitalizarlos. 66 años después, el pijerío de los sucesores de aquel PCE se viste a la moda Yo-Yo-Yolanda, con las ministras-mellizas como cheerleaders de Podemos. Entre bambalinas, y para que el odio crepite con todo su ardor destructivo, quienes ahí mandan son el abogado de las FARC, Enrique Santiago, por un lado, y el derrotado Pablo Iglesias, por el otro.

Mientras, el más pinturero aspirante a pijo de la política española, Gabriel Rufián, tuvo que ejercer de pitufo-gruñón en la semana de reinvestidura porque los acuerdos de Pedro ‘Navaja’ con su organización quedaban pospuestos hasta el viernes. Se sustanciaron a plena satisfacción en la Mesa entre Pedro Sánchez y Pere Aragonés que garantiza la estabilidad de las Sillas de ambos, quizá con el coste colateral de acercar un poco más a Rufián a esa Santa Coloma de Gramenet que tan poco le atrae. 

«Las medidas de Pedro Sánchez como gobernante consisten en crear más inflación para ‘contener’ la inflación, y en generar más pobreza como ‘solución’ a la pobreza»

Pilar Marcos

Lo peor de la semana, en todo caso, fue constatar que también el PSOE está íntegramente tomado por los pijos del odio. La bancada que debe el acta de diputado a Sánchez se rompió las manos a aplaudir con la decisión de alargar el franquismo hasta 1983. ¿Que eso enloda la victoria y el inicio del mandato de Felipe González? ¡Bah! Basta con escuchar el inicio de la intervención de su líder el martes en el Congreso para entenderlo todo:

«El primer debate sobre el estado la nación se celebró en septiembre de 1983, y por aquel entonces nuestro país era una débil democracia con una economía también muy frágil y con un escaso peso internacional».

En esa «débil democracia» de 1983, el PSOE había obtenido nada menos que una aplastante mayoría absoluta de 202 diputados en las elecciones del año anterior. Pero, ¡qué poco son 202 diputados socialistas frente a la indestructible coalición Frankenstein que encabeza nuestro Pedro ‘Navaja’!

Concluida la semana de reescritura de la Transición, y a la espera de saber quién podría ser  quien acabe con nuestro Pedro ‘Navaja’, es bueno recordar la fantástica historia que lanzó Rubén Blade en 1978, popularizó poco después en España la Orquesta Platería y terminó formando parte del más célebre repertorio de Joaquín Sabina. La historia de entonces concluyó como debía: ‘Pedro Navaja, matón de esquina, quien a hierro mata, a hierro termina’

Y fue una mujer quien acabó con él. ¿Se acuerdan?

‘Pedro Navaja, puñal en mano, le fue pa’ encima,

el diente de oro iba alumbrando toa’ la avenida.

Se le hizo fácil, mientras reía el puñal le hundía, sin compasión,

cuando de pronto sonó un disparo como un cañón.

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, a esa mujer,

que revolver en mano y de muerte herida ahí le decía:

‘Yo que pensaba hoy no es mi día, estoy salá,

pero Pedro Navaja tú estás peor, tú estás en ná’.

Y créanme, gente, que aunque hubo ruido nadie salió.

No hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró…’

En lo que nos hundimos en este inminente invierno de nuestro descontento, podemos hacer cábalas sobre quién podría ser aquí «esa mujer». Yo-Yo-Yolanda parece que aspira. Y la peligrosa amistad con Mertxe Aizpurúa puede ser letal. Pero, ¡quien sabe! Podría ocuparse incluso la fidelísima Nadia Calviño. O, también, con mando a distancia, alguna Ursula von der Leyen de la vida. De momento, «el diente de oro que iba alumbrando toa’ la avenida» tuvo que ponérselo para curarse del trompazo de un 4 de mayo en Madrid… contra Isabel Díaz Ayuso. ¡Otra mujer!

Demasiadas mujeres’, que diría Tangana. Mejor nos implicamos todos (y todas) antes de que los pijos del odio consigan revivir todo el cainismo al que porfían su supervivencia. Además, allá por los años 80, la historia de Pedro ‘Navaja’ acabó bien porque «la vida te da sorpresas; sorpresas te da la vida, ay Dios…».

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