THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

María Zambrano y los filos de la navaja

«El ejemplo Zambrano es el de la pasión por el talento, el saber y la belleza, y la lucha contra, día a día, la falta de dinero y las incesantes dificultades»

Opinión
Comentarios
María Zambrano y los filos de la navaja

La filosofa y escritora María Zambrano

Dice una sentencia búdica que la senda de la salvación -podríamos decir la senda de la vida- es difícil, como caminar por el filo de una navaja. Y (desde otro ángulo) ¿se leen hoy los epistolarios? Las cartas personales -no las comerciales, horror- prácticamente han desaparecido y los abundantes e-mails en los que prima, por las razones que sea, la brevedad, no logran ser, desde ningún ángulo, lo que fueron las cartas, manuscritas o no, como manera de comunicación y contacto. Acaso por la muerte de las cartas, los epistolarios, digamos entre personas célebres, ganan realce y hacen ver, mayoritariamente, lo que la carta fue básicamente siempre: una forma ágil y muy íntima de la literatura. No es necesario recordar las siempre amenas -y me voy muy atrás- epístolas de Cicerón. Acabo de leer una correspondencia espléndida y modesta, que recomiendo: María Zambrano-José Ferrater Mora, ‘Epistolario. 1944-1977’, editado por Renacimiento con prólogo de Miquel Osset Hernández. Son las cartas que se cruzan dos amigos de la filosofía y dos exilados (nada radicales) de la España franquista. En realidad -errata de portada- el epistolario se cierra en 1967. Ferrater ha vuelto ya alguna vez a España, a Barcelona, aunque sólo fuera para mirar. Zambrano, a quien Bergamín que volvió temporalmente anima al regreso, no se decide a volver porque su vida de exilios no deja de ser, con la firme entereza de la mujer frágil, ese caminar por el filo de la navaja.

Ferrater y Zambrano se conocen y tratan en Cuba, en La Habana, a donde los lleva el primer destierro ya en 1939. Prácticamente no tienen nada, sólo su talento. Y su primera misión -sin dejar los proyectos de su obra, sus intentos por comprender el mundo- consisten en pedir ayuda y en buscar cómo ganar dinero, aunque sea lo mínimo. El admirable ver (Ferrater deja Cuba por Chile, porque no soporta el calor tropical) cómo la intelectualmente refinadísima Zambrano las pasa, muy a menudo, moradas. Sin ubicación, sin medios, sin editor incluso, pero con la continua idea de seguir, de perseverar, porque la vida es eso, seguir como razón vital. Se dice que cuando María logra reunirse con la que será su básica hermana Araceli, que murió antes, a sus problemas se unían doce o catorce gatos que siempre iban con ellas…

«Es sorprendente ver -desde hoy- cómo a María Zambrano le niegan becas y ayudas y a menudo sus libros tardan años en publicarse»

«Mi vida se ha ido haciendo cada vez más dura, difícil y angustiosa». Esta frase y otras muchas pariguales llenan (pero sólo a momentos) las casi siempre muy bellas cartas de Zambrano a Ferrater. Las misivas de José Ferrater Mora – su célebre y gran ‘Diccionario de Filosofía’- son correctas, dignas, gratas, muy profesorales. Con mujer e hijo, en París o en EEUU, Ferrater logró rehacer, cuadrar, consolidar su vida de transterrado. Zambrano no deja de luchar y parece que sólo acierta a momentos, todo es cuesta arriba, y ni algún muy ocasional mecenas basta.

Es sorprendente ver -desde hoy- cómo a María Zambrano le niegan becas y ayudas y a menudo sus libros tardan años en publicarse. Ella resiste, escribiendo cartas llenas de saber, opinión, belleza de escritura, y esa voluntad lírico-filosófica que sería su obra llena de intuiciones y relámpagos hermosos, hacia «un saber sobre el alma». Desde Cuba (con ida y vuelta) a París o Roma, María es un sutil desvelo continuo. Recuerda que al hombre se lo define a veces como «homo viator», es decir caminante. Pero agrega que, en su caso, parece haber una exageración con la real metáfora. Demasiados caminos, y también en la inteligencia. María Zambrano fue uno de los últimos exilados en retornar a España, en 1984, con ochenta años. Algunos hicieron de ello un mito resistente, pero no es total verdad. A María la tenían que traer -como lo hicieron- pues ella no podía. 

Hermosas cartas todas, sutiles las de María débil y poderosa. Muy recomendable, insisto. ¡Ay, qué bello era el correo, aquellas cartas! Por lo demás, María Zambrano se vuelve ejemplo. No el de la figura patricia de hoy, con nombre en estación de ferrocarril. No, no esa. El ejemplo Zambrano (que puede darnos fuerza a muchos, coraje) es el de la pasión por el talento, el saber y la belleza, y la lucha contra, día a día, la falta de dinero y las incesantes dificultades. En Roma vive en piazza del Popolo, un lugar estupendo, pero en una única habitación, varios años. Y los gatos. Sufrida y admirable. Cernuda -otro ejemplo- escribirá: «No eches de menos un destino más fácil».

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D