THE OBJECTIVE
Eduardo Laporte

ETA, deja alguna discoteca

«El humor hizo más por el fin de ETA que miles de solemnes artículos de prensa. Incluso que muchas manifestaciones»

Opinión
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ETA, deja alguna discoteca

Sin querer queriendo, grupos como Lendakaris Muertos hicieron mucho por que los cómplices del horror se vieran en el espejo. 

El humor hizo más por el fin de ETA que miles de solemnes artículos de prensa. Incluso que muchas manifestaciones. La ridiculización que Vaya semanita, con los batasunis o los Sántxez, hizo de la xenofobia abertzale y de la grotesquería del entorno etarra, ya digo, fue tan o más importante que la lucha policial y judicial juntas. Porque se puede detener a todos los malos, pero si estos gozan del aplauso social, no habrá cárcel para tanto asesino. 

Por suerte, y mira que costó, el aplauso social en la Euskadi profunda y no tan profunda a esos gudaris desfasados dio paso no a una condena, pero sí a una cierta distancia. Era inviable asesinar al vecino por ser del PP con reivindicar luego la libertad para el pueblo saharaui o los derechos de la comunidad palestina, así como el desmantelamiento de las centrales nucleares. Nuklearrik? Ez, eskerrik asko. 

Porque el aparato etarribatasunoide tenía esas contradicciones. Podían extorsionar un ciudadano inocente por tener una farmacia y votar a un partido constitucionalista (léase La carta, de Raúl Guerra Garrido), secuestrar a un funcionario de prisiones hasta convertirlo en un rastrojo humano o pegar dos tiros a sangre fría a un político de 27 años tras un chantaje absurdo a toda una nación. Y, mientras, exigían, a cara de perro, eso sí, la separación del vidrio y el cartón y recordaban que la plancha y la fregona eran para todas las personas (esas manis noventeras del feminismo vasco de pelo cepillo).  

Sin querer queriendo, grupos como Lendakaris Muertos hicieron mucho por que los cómplices del horror se vieran en el espejo. 

Al bakala se la suda la independencia

al bakala se la suda el Estado opresor

El pueblo quiere drogas

el pueblo quiere alcohol

el pueblo quiere sexo, sin pagar mucho mejor

ETA, deja alguna discoteca.

Y es que además de matar al empleado de una cabina de peaje, como el socialista Isaías Carrasco, hace apenas quince años, ETA también atentaba contra discotecas, como la Universal de Lakuntza o la Bordatxo, ambas en Navarra, con decenas de kilos de explosivos. Una socialización del terror que también atacaba la noche, haciendo aún más lesivo el dicho de «En el País Vasco y Navarra, follar no es pecado sino milagro».

«Acierta Gorka Landaburu cuando tuitea que la presencia de 44 exetarras en listas será legal pero no es ni moral ni ética, ni el mejor camino hacia la convivencia y la memoria»

ETA tenía sus ambiciones. Llevar el miedo a todas partes, incluso a la Sevilla que vio, en 1998, cómo dos etarras se cargaban, cerca de La Giralda, al matrimonio Jiménez Becerril. Ahora, sus veteranos, siguen teniendo sus ambiciones: cobrar del Estado opresor contra el que atentaban. Me recuerda a otro temazo de Lendakaris Muertos, que dice así: 

Soy un veterano de la kale borroka

dame mi pensión o te parto la boca

A mí no me parecería del todo mal que antiguos criminales se arrepintieran de sus excesos y decidieran, desde la calma de sus escaños, hacer política desde otros modos. Incluso se lo permitiríamos, moralmente, a un Juan Carlos Arriaga, número tres de Bildu en Berrioplano (Navarra) si mostrara arrepentimiento, algo que no me consta. En 1984, asesinó al militar Jesús Alcocer cuya hija sobrevivió, más tarde, a otro intento de asesinato. Ella ha declarado que ver al asesino de su padre en una lista es «una pesadilla». 

Acierta Gorka Landaburu cuando tuitea que la presencia de 44 exetarras en listas será legal pero no es «ni moral ni ética», ni el mejor camino hacia la convivencia y la memoria. ¿Y qué hacemos?, le contesta un tuitero. «Exigirles una autocrítica de su pasado». 

Sin esa autocrítica real, más allá de gestos hipócritas, resultará ofensivo ver cómo varios de los implicados en crímenes de sangre ocupan ahora escaños democráticos. Porque no se aprecia un afán de contribuir ahora al bien común desde la reinserción moral, sino más bien un voraz deseo de arramblar pesebre cuanto antes.

ETA, deja alguna discoteca. 

Bildu, deja algún escaño digno. 

Todo suena a mucha jeta. 

¿Por qué no optáis por un camino más benigno?

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