THE OBJECTIVE
Jordi Bernal

La falaz rebeldía de Vox

«La receta de Vox se emparenta con el pasado más oscuro y funesto de este país. Allí donde gobiernan ya han empezado a mostrar su rostro más intolerante»

Opinión
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La falaz rebeldía de Vox

El líder de Vox, Santiago Abascal.

En una campaña en la que la derecha ha sabido con habilidad llevar el gato a las turbias aguas de la llamada guerra cultural, el deber político de exponer el programa, programa, programa brilla por su ausencia. Ejemplo diáfano el debate televisivo entre los candidatos de los dos grandes partidos: bronca, marrullería y muchas mentiras. Los datos y las cifras fueron meras bolitas en un juego mareante y amañado de trileros. Sorprende que Pedro Sánchez haya abandonado toda intención de vindicar su obra de Gobierno, del mismo modo que era esperable que Alberto Núñez Feijóo, en ventaja tras la contienda municipal, se instalara en una cómoda posición de crítica al sanchismo con pocas más propuestas constructivas que la recurrente bajada de impuestos.

También la ausencia de pesos pesados económicos en primera línea demuestra que la campaña se ha convertido en un cúmulo de eslóganes efectistas y medidas que sólo buscan contentar a la claque fervorosa. En este contexto, Vox acaba de sacarse de la manga un vídeo desopilante que apela a la desesperación furiosa de los jóvenes. Falta de vivienda, de trabajo, de expectativas. En este No Future posmoderno, el nacionalpopulismo se lo monta de punk. «Sé rebelde» es su imperativo categórico. Mejor reír que llorar, la verdad.

Santiago Abascal se presenta como la voz de la sensatez que apela a esos jóvenes desesperados diciéndoles que él una vez también tuvo 20 años. De las imágenes de su juventud pasamos a una foto en blanco y negro donde aparece instalado en el coche oficial. El mensaje visual traiciona un discurso que ensalza valores como el esfuerzo y la profesionalidad. Abascal, en estas imágenes, ha pasado sin demasiada dificultad de militante de base a político bien instalado en el establishment. Eso sí, en su filípica, a la manera del populismo al uso, anima a los veinteañeros a ir contra el poder. Así, en una abstracción indeterminada, tan del gusto de los políticos extremos.

«Esta rebeldía inaudita de Vox está engalanada con mucha bandera española, cruz cristiana, foto con monja y Orban»

Tan rebelde es este Abascal que incluso aparece con su pandilla motorista, como si del Brando de Salvaje se tratara. No falta tampoco el puro cuando se refiere a la necesidad de preservar las tradiciones patrias. Esta rebeldía inaudita de los nacionalistas de Vox está engalanada con mucha bandera española, cruz cristiana, foto con monja y la estampa desacomplejada con el xenófobo Orban. Un aviso para aquellos navegantes despistados que todavía no se hayan percatado de la que se nos viene encima.

La verdad sea dicha: la izquierda no lo estará haciendo muy bien si la derecha más ultra se presenta como la rebelde con causa que cada vez más atrae el voto de los jóvenes, cuyas perspectivas vitales a corto y medio plazo son bastante desesperanzadoras. La reacción tiene que ver con el miedo ante los cambios, ante la diferencia y los estilos de vida ajenos. Pero, al mismo tiempo, responde a un cabreo nihilista frente al sistema establecido. La receta de Vox es conocida y no en pocos casos se emparenta con el pasado más oscuro y funesto de este país. Allí donde gobiernan ya han empezado a mostrar su rostro más intolerante y censor.

Visto como está el panorama, la rebeldía se me antoja más próxima a la abstención que a cualquier opción política que quiere gobernar el país tras las elecciones de la próxima semana. Sin embargo, otra manera de rebelarse es tratar de impedir democráticamente que el nacionalpopulismo de Vox forme parte de un gobierno de España, evitando así regresiones en derechos fundamentales y en políticas sociales, y preservando la neutralidad confesional propia de nuestra democracia. Un voto rebelde contra el miedo, el odio y la injusticia.

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