THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

La izquierda y el rincón de pensar

«La oposición puede ser un tiempo de contrición, útil para considerar por qué los españoles les dieron la espalda. Y desempolvar las pancartas no es la solución»

Opinión
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La izquierda y el rincón de pensar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Los izquierdistas que vivieron con arrogancia y supremacismo moral este quinquenio deberían ir al rincón de pensar. Quizá las urnas sirvan para esto. Y digo que es buena idea que se paren a meditar porque la han pifiado bien. Con sus voces y palabras apoyaron mentiras y errores, taparon iniquidades y mezquindades, mientras aplaudían a mediocres la comisión de indignidades. 

Esos mismos que se llamaron «progresistas» miraron hacia otro lado ante gestos autoritarios y el pisoteo de la conciliación constitucional. Lo hicieron a conciencia tras escuchar, por ejemplo, a un ministro de Justicia decir en sede parlamentaria que estaban en periodo constituyente, o un vicepresidente sostener que habían constituido un bloque hegemónico para treinta años. 

Ufanos, esos izquierdistas se arrogaron la verdad y quisieron cambiar todo por contar con una mayoría parlamentaria ordinaria y circunstancial. Nos empacharon con leyes ideológicas sectarias que venían a «poner las cosas en su sitio», sin dejar de adoctrinarnos y darnos lecciones no pedidas. 

Esos intelectuales y periodistas de la izquierda comenzaron a señalar poniendo etiquetas a los disidentes y críticos, a todos los que no comulgaban con el sanchismo. «Rojipardos», «fascistas» o «reaccionarios» fueron conceptos que menudearon en sus homilías. Convirtieron la cultura de la cancelación y el lenguaje forzado en una forma de ajustar la historia y la mentalidad social siguiendo su cantinela del progreso.

«Esta invasión antidemocrática que no distingue el Gobierno del Estado, fue jaleada por las izquierdas de columna y micrófono»

Insultaron a las mujeres biológicas, las borraron tras décadas poniéndolas en un pedestal, y, es más, facilitaron la salida de la cárcel a los agresores sexuales. No pararon ahí: menospreciaron a los hombres por el simple hecho de serlo. La biología servía para criminalizar a los varones, y en el caso de las mujeres quedaba superada por la voluntad

Vieron con gusto la colonización de las instituciones del Estado porque no pueden evitar el considerar que la administración general debe ser invadida por el Partido. Viven en la creencia de que tienen un derecho histórico marcado por el Dios del Progreso para hacer una expropiación institucional y, por supuesto, colocar a los suyos. Esta invasión antidemocrática que no distingue el Gobierno del Estado, fue jaleada y aplaudida por las izquierdas de columna y micrófono. Es más; mientras este retroceso democrático tenía lugar se reían de las críticas de la derecha, e intentaban distraer con el peñazo de Franco

Cuando empezaron a salir las vergüenzas del sanchismo, todos sus voceros intelectuales y mediáticos guardaron silencio y acusaron a la oposición de no entender nada, de ser trumpistas y de querer deslegitimar al Gobierno. Tragaron con todas las manipulaciones de Sánchez, desde las pesadillas si gobernaba con Podemos a la adecuación de los delitos de sedición y malversación al gusto de los sediciosos y malversadores del independentismo catalán. 

Si el PSOE pactaba con Bildu y esta formación aparecía con 44 etarras en sus listas, los voceros del sanchismo lo excusaban diciendo que ETA no existía. Incluso el Delegado del Gobierno en Madrid dijo que los bildueterras habían hecho más por la democracia que el PP, y esas izquierdas le dieron la razón. 

No solo aprobaban esto los creadores de opinión de la izquierda, sino la militancia del PSOE, y el 75% de su electorado. O daba igual, que es peor. Dieron por bueno el pisoteo del español en Cataluña, los homenajes a etarras, el cierre inconstitucional de las Cortes, los falsos estados de alarma, o el asalto a las instituciones judiciales y al Tribunal Constitucional. Incluso quisieron cambiar la ley para nombrar un CGPJ pactado con los comunistas, los bilduetarras y los golpistas de ERC. 

«El PSOE que en su día ayudó a traer la democracia del 78 está hoy abrazado a los que ansían romper ese mismo sistema»

El odio a la derecha y el amor al poder han sido más fuertes que la dignidad y el constitucionalismo. Visto con perspectiva, el PSOE que en su día ayudó a traer la democracia del 78 está hoy abrazado a los que ansían romper ese mismo sistema y, lo que es más sucio, mientras aún vive la generación de socialistas de la Transición. 

No hace falta escarbar mucho para encontrar en esa izquierda intelectual y periodística ese jacobinismo que se cree tocado por un poder absoluto para cambiar todo, incluido el pasado, porque una votación ordinaria les ha dado el Gobierno. Pues noticia: la democracia es otra cosa, y todavía tiene elementos correctivos, como el voto, para detener una vía perniciosa como la adoptada por el sanchismo en este quinquenio desastroso. 

Es por esto que la izquierda, como en su día lo hizo la derecha, debería ir dirigiéndose al rincón de pensar. La oposición puede ser un tiempo de contrición, útil para considerar por qué los españoles les dieron la espalda. Y ojo, desempolvar las pancartas no es la solución. Tampoco cercar el Congreso, hacer escraches o purgar ciegamente a los compañeros de partido tras hacerles la autocrítica. Un spoiler: hicieron muchas cosas mal, y otras las vendieron peor. Quizá mirar a la socialdemocracia de otros países, como Portugal o Alemania no les vendría mal. Al menos se quitarían la carga de sentir continuamente la superioridad moral sobre la derecha, y ser la portavoz incansable del verdadero pueblo sin tener su voto. 

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