THE OBJECTIVE
Javier del Castillo

Pendientes del maletero

«Casi seis años después de su huida en un portaequipajes, la imposibilidad de conformar mayorías convierte a Puigdemont en la pieza clave del tablero político»

Opinión
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Pendientes del maletero

Unsplash.

Nadie podía imaginar aquel 30 de octubre de 2017 que el inquilino del maletero de un todoterreno, que se dio a la fuga para refugiarse en Bélgica y no tener que responder ante la justicia española, fuera casi seis años después el hombre del que depende la gobernabilidad de nuestro país. Las vueltas que da la vida. El mismo individuo que puso en peligro nuestro actual estado de Derecho, tras la convocatoria de un referéndum ilegal y la posterior declaración unilateral de independencia de Cataluña, tiene en sus manos la llave que da acceso al palacio de la Moncloa. 

Aunque este prófugo de la justicia perdió la inmunidad judicial como eurodiputado el pasado 5 de junio, no sería descartable que volviera a meterse de nuevo en el maletero y emprendiera una nueva aventura, siguiendo la ruta marcada en su mapa de carreteras. Carles Puigdemont, con los siete diputados de Junts per Cat, tiene cogidos por salva sea la parte a los aspirantes —especialmente a uno de ellos— a la presidencia del Gobierno de España. Por el momento, según él mismo manifestó recientemente, el actual presidente en funciones le mandó a su residencia de Waterloo a unos propios para darle la noticia de que sería indultado si decidía emprender el viaje de vuelta.

Esa visita tuvo lugar mucho antes de que el resultado de las urnas colocara a JxCat —que, supuestamente, representa a la derecha catalana independentista— en una posición envidiable para poner encima de la mesa dos exigencias y reivindicaciones: autodeterminación para Cataluña, con referéndum vinculante, y amnistía para todos aquellos que hayan sido condenados por los hechos acaecidos aquel 17 de octubre de 2017, incluido —claro está— el propio Puigdemont. 

En el mismo maletero entran también las peticiones de Otegi y de Junqueras, aunque no tengan cabida en el actual marco constitucional. Todo es cuestión de intentarlo. Si Sánchez derogó el delito de sedición y reformó el de malversación, ¿por qué no puede proponer ahora una reforma constitucional que haga viable, con algunas condiciones, la autodeterminación de Cataluña y del País Vasco?

«No sería extraño que Puigdemont fuera recibido como un héroe en la plaza de Sant Jaume»

De la declaración contundente de Sánchez, prometiendo la detención y el encarcelamiento del inquilino del maletero, hemos pasado a una posición más flexible, generosa y tolerante. Puigdemont tendrá que ser juzgado cuando pise suelo español —si es que algún día decide hacerlo—, pero teniendo en cuenta las medidas de gracia que ya se concedieron a sus compañeros de viaje en el frustrado intento golpista contra el Estado español. 

El prófugo más famoso, en la reciente historia de España, y el que más daño a hecho a la imagen de España en el exterior, no creo que vuelva camuflado y escondido en el maletero de un todoterreno, sino arropado, escoltado y con las todas las garantías que demandan los siete preciados escaños de sus compañeros, elegidos diputados en las listas de JxCat.  

Después de las concesiones al independentismo catalán durante la pasada legislatura, no sería extraño que Puigdemont llegara escoltado por una banda de música y recibido como un héroe en la plaza de Sant Jaume. Casi seis años después de su huida en un portaequipajes, la fragmentación y la imposibilidad de conformar mayorías estables ha convertido al hombre del maletero en la pieza más importante del actual tablero político.

Algunos dirigentes socialistas no lo dicen, pero lo piensan: Puigdemont ha dejado de ser un delincuente peligroso para convertirse en un prófugo respetable. 

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