THE OBJECTIVE
Daniel Múgica

Necesitamos una nueva formación política

«Nada se puede hacer desde dentro del PSOE ni en sus orillas. Ha llegado la hora de activar sin dilaciones una nueva fuerza política liberal y socialdemócrata»

Opinión
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Necesitamos una nueva formación política

Ilustración de Alejandra Svriz.

Ya hace meses que me di de baja del PSOE, al comprobar que ese partido había abandonado la socialdemocracia en aras de un socialismo que bebe del eurocomunismo y que se encuentra en la corriente de Izquierda Socialista, antes minoritaria en el seno del PSOE. Con la purga de Nicolás Redondo Terreros ese partido finiquita la democracia interna. Hay que recordar que Redondo Terreros jamás pidió el voto para los populares y que sus opiniones se enmarcan en el intento de recuperar el viejo PSOE, algo que ya no será posible, pues los que vengan habrán sido puestos por los de ahora y les deberán su futuro político. Nada se puede hacer desde dentro del PSOE ni en sus orillas. Es el tiempo de activar sin dilaciones una nueva fuerza política.

La socialdemocracia se caracteriza por escudar al colectivo; el PSOE aspiró en su día a defender a los colectivos de las gentes de la cultura, de la clase media y de la clase trabajadora. El mayor bien de las gentes de la cultura es la libertad de expresión. El socialismo persigue a las gentes de la cultura a través del discurso de la cancelación, igual de peligroso, aunque cambie el método, que el discurso del odio de Vox. Pero el Gobierno ha ido más allá, se dedica a fomentar la autocensura. Muchos artistas se parapetan en la frase: prefiero ponerme de perfil. Conocen que una incorrección les puede costar un contrato de las administraciones publicas socialistas. Esos mismos artistas saben que haciendo gala de la defensa del yo a través de la identidad, llámese falso feminismo o catalanismo desproporcionado, lograrán el aplauso de los socialistas y sus prebendas. En la cultura el PSOE ha remplazado al colectivo por el yo; ha olvidado la socialdemocracia. Y en todo lo demás.

«No hay defensa de la clase media desde el partido gubernamental, no hay socialdemocracia»

Un 30% de la sociedad vive en el umbral de la pobreza mientras que los ricos son un 14% más. La diferencia entre los que tienen y los que no tienen se ha acentuado en los últimos años; al PSOE solo le interesa crear y mantener una élite funcionarial, la que le posiciona en el poder. El IMV no llega a la mayoría y las otras ayudas se pierden en un laberinto burocrático, realizado a propósito con el fin de la que la ciudadanía habite en un espejismo, con la intención de adormecernos creyendo que los socialistas mejorarán nuestras vidas. No hay defensa de la clase media desde el partido gubernamental, no hay socialdemocracia.

Cuando la clase media se hunde la clase trabajadora se ahoga. El PSOE no ha ejecutado una acción de relieve por la clase trabajadora. Al contrario. Fue el Gobierno de Zapatero el que eternizó el esfuerzo de los trabajadores, con la ley por la que la jubilación hoy está en más de los 66 años y el año que viene la dejará en los 67. Es un crimen social obligar a los trabajos físicos a esas edades, un retroceso en los derechos obreros. El PSOE también ha dilapidado el obrerismo del que fermentó. Ni obrerismo ni socialdemocracia en los hechos, únicamente en las palabras, las que no llenan la cesta de la compra. Es una vergüenza que el gobierno hable de la mejora de la economía, la que no llega a la sociedad.

La autocracia campa a sus anchas en el PSOE y Sumar, en ambos funcionan mecanismos silenciadores. Estas organizaciones persiguen que todo o casi todo sea Estado, uno dirigido por sus militantes, un Estado sin disidencia. No existen distinciones entre el PSOE y Sumar, salvo en el tamaño de las máscaras. En esencia el bloque de la izquierda es regresivo, hace gala del abandono del colectivo en pos de la identidad, del yo. El bloque de la derecha también es regresivo. Así que la gente normal, la inmensa mayoría, carece de una formación que la represente y se ve empujada a votar al menos malo pero malo a la postre. La gente normal busca la ponderación, el avance gradual en base al consenso, la tranquilidad cotidiana sin que el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo fomenten la bronca constante, la tensión que siempre se refleja en la sociedad, un agotamiento al que el bloque regresivo de la derecha y el bloque regresivo de la izquierda nos conducen para dejarnos vacíos de criterio, al albur de sus deseos, únicamente los del poder, no los de la redistribución de la riqueza que en realidad nadie acomete y demasiados parchean.

«Necesitamos una nueva formación política capaz de sustituir al PSOE mientras amplía el centro hoy huérfano, el de la gente normal»

Ha llegado la hora de la responsabilidad para combatir a los irresponsables, el calendario urgente de construir una alternativa con aspiraciones de gobierno. Necesitamos una nueva formación política capaz de sustituir al PSOE mientras amplía el centro hoy huérfano, el de la gente normal. La nueva formación debería ser liberal, federalista, ecologista, feminista, individualista y colectivista. Esa nueva fuerza tendría que presentarse con garantías a las elecciones europeas, gallegas y vascas. Lo liberal representa el núcleo de la democracia, la libertad que se sustancia en que los que menos tienen puedan recibir las mismas prestaciones que se dan los que más tienen, en educación, sanidad, pensiones, vivienda y energía. No se puede entender la sociedad del bienestar sin acceso a la vivienda y a la energía.

Esa nueva fuerza entendería la necesidad federal española, el encaje de cada comunidad autónoma con las otras, sin que existan diferencias de fondo que afecten a la ciudadanía allá donde viva, lo que significa una ley de cohesión territorial en derechos y deberes, ajena a amnistías que más que pacificar empujan a los españoles a pelear entre ellos.

Una nueva fuerza ecologista que lidere el cierre de las centrales nucleares a la par que pide reindustrializar la nación. Y que sea feminista sin damnificar lo masculino. Que se centre en facilitar el esfuerzo individual, el del emprendedor. Y que sea por supuesto colectivista, socialdemócrata en el ser, los hechos y la presencia.

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