Baratísimo Broncano
«Antes, había que construir pantanos que el Generalísimo pudiera inaugurar. Ahora, con sólo 28 millones tendremos aplausos garantizados para nuestro ‘Pedrísimo’»
Conviene entender la millonaria contratación del humorista David Broncano por RTVE, con todos sus ceses, dimisiones y escandaleras, como lo que es: una campaña de publicidad de Pedro Sánchez a favor de su persona. No hay más. Y entendida como lo que es –una completa operación propagandística del presidente del Gobierno- no resulta tan cara como parece. Por ser precisos, a su principal beneficiario le ha salido baratísima.
Como cualquier campaña de propaganda, la contratación de Broncano busca quitar la atención de lo que no interesa, dirigirla hacia lo que conviene, y ensalzar lo que se busca promover. Y las tres cosas están conseguidas meses antes de que se empiece a emitir el programa del cómico favorito del líder socialista. Lo ha logrado con mayor eficacia y prontitud que la más célebre campaña publicitaria que desplegó el Gobierno de Sánchez. ¿Recuerdan?
El 15 de marzo de 2020, el primer domingo tras oficializarse la pandemia, todos los periódicos impresos en España compartieron una primera página pagada como publicidad institucional del Gobierno: «Este virus lo paramos unidos». Aún no nos habían encerrado del todo y seguían imprimiéndose (con ventas decrecientes) los diarios en papel, con lo que la campaña, además de contar esa enorme trola, pudo ayudar a minorar las pérdidas a muchos de ellos. Nos contaron que sólo las portadas de aquel 15 de marzo habían costado unos cinco millones de euros. Como también se difundió el mendaz eslogan en medios audiovisuales y digitales, y a aquel mensaje publicitario siguieron otros –de la «Nueva normalidad» al «Salimos más fuertes»-, todo el esfuerzo propagandístico de la pandemia debió de costar un pico. Posiblemente bastante más que los 28 millones de euros (a pagar en dos años) que Sánchez ha decidido regalar a su Broncano en esta última campaña publicitaria a favor de sí mismo.
«La campaña de Broncano busca desviar la atención ciudadana de lo que no interesa para fijarla en lo que conviene»
Los objetivos de una y otra operación de propaganda no son tan distintos. Con el covid había que convencer a la población española de que mutualizar los sacrificios (con la gente como única sacrificada) era la pócima mágica contra el desconocido virus asesino. Además, era necesario persuadirnos a todos de que el Gobierno de Sánchez estaba haciendo todo lo que podía, por lo que habría sido muy injusto pedirle nada más. Es decir, la campaña tenía un doble propósito: descargar de cualquier responsabilidad al Gobierno por el avance del covid y, a la vez, reforzar su imagen de bienhechor ante la población.
La campaña de Broncano también tiene ese doble objetivo. Busca, en primer lugar, desviar la atención ciudadana de lo que no interesa para fijarla en lo que conviene. Se trata de que dejemos de hablar tanto, por ejemplo, de Begoña Gómez, de sus cartas de recomendación y sus subvencionadas intermediaciones empresariales, y que restemos importancia a unas citas electorales (tres, por más señas) que van a salirle entre regular y muy mal a Pedro Sánchez. ¡Cuánto mejor es invertir en programas de entretenimiento sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso! Para el segundo objetivo -reforzar la imagen del presidente del Gobierno- la contratación de Broncano ofrece muchísimo más que un programa amable en la televisión pública -que pagaremos unidos- a mayor gloria de su pedridad: nos regala un completo mensaje a navegantes de una claridad resplandeciente.
Ese detallado mensaje a navegantes es lo que transforma en baratísima la campaña de contratación del humorista. Con sólo 28 millones de euros, a pagar en dos años, incluso los más afectos al sanchismo saben que quizá no estén demostrando suficiente entusiasmo partidario. Miren, si no, la caída de Elena Sánchez. Quién sabe, puede que también su sustituta interina al frente de RTVE, la expertísima militante Concepción Cascajosa, sea ya consciente de su provisionalidad. Deberán esmerarse todos haciendo más méritos. Muchos, muchísimos más méritos.
Con sólo 28 millones de euros, hasta analistas tan imparciales como –digamos- los del PNV, que andan haciendo cábalas sobre la insuperable inestabilidad que la triple convocatoria electoral provocará en Sánchez, tienen ahora un motivo de honda reflexión: con o sin mayoría Frankenstein, el líder se ha concedido, al menos, los mismos dos años adicionales que él ha regalado a Broncano. ¿Podrá sobrevivir, aunque se descuartice su Frankenstein? Claro, ¿o es acaso pensable alguna moción de censura?
Debemos entender que el presidente del Gobierno ya no se ocupa de cosas aburridas, como tener Presupuestos o aprobar leyes o sostener la gobernabilidad… porque está volcado en los temas que interesan a la gente, es decir, los programas de entretenimiento y humor, además de la atención a las cartas de su esposa y la promoción de la paz en el mundo; esto último por la infalible vía de dar la razón a las dictaduras (con entusiasmo, si son teocracias) y ni nombrar a las democracias que respetan el imperio de la ley… Su entusiasmo teocrático ha quedado doblemente tuiterizado este fin de semana a los ojos de todo el mundo. ¿A quién le importa que el régimen de los ayatolás lance un ataque sin precedentes contra Israel? Para nuestro líder, lo importante de esos «acontecimientos en Oriente Próximo» es «evitar a toda costa una escalada regional», es decir, impedir que el atacado (ese Israel que no se menciona) responda a su atacante (Irán, que se cita de pasada en la mansa condenita matutina).
Atrapados en esta «nueva normalidad» sanchista, Broncano nos sale baratísimo. Era mucho más caro el No-Do, dónde va a parar. Entonces, para poder grabar a paisanos aplaudidores, había que construir pantanos que el Generalísimo pudiera inaugurar. Ahora, con sólo 28 millones de euros (repartidos en dos años) tendremos aplausos garantizados para nuestro Pedrísimo sin necesidad de gastar ni un euro en embalse alguno. Hagas como hagas la comparación, el fichaje sale a cuenta. Cierto, se ha publicado que el cómico costará a las arcas públicas un 66% más que la Casa del Rey. Pues mensaje adicional, para que nadie (¡nadie!) albergue la más mínima duda.
Además, no hay que exagerar en la crítica. Sánchez sólo ha forzado la millonaria contratación de un Bronca-No para la televisión pública. ¡Ni que hubiera nombrado senador a Incitatus! Que sepamos, aún no tiene caballo… ¿O sí?