THE OBJECTIVE
El purgatorio

Enric González: «No veo el punto de Sumar, solo sirve para apoyar al PSOE... Díaz es un bluf»

El histórico corresponsal se muestra crítico con la amnistía, «quizá habría valido la pena ir a elecciones aunque gobernara la derecha»

Le cuento que me hace ilusión tenerle en ‘El purgatorio’, «hasta ahora parecías normal», me suelta. Enric González (Barcelona, 1959) tiene un humor tímido, y se muestra ligero sobre la vida. Igual su paso por Italia, «un país sin verdades», le marcó ese carácter donde no hace falta tomarse todo tan en serio, porque no hay casi nada importante, excepto la madre y ese tipo de asuntos en ocasiones tan poco cacareados.

Es González un periodista histórico de nuestro país, corresponsal en medio mundo, empezó cubriendo el caso Banca Catalana en los 80 y acabó saltando de ciudad en ciudad–Roma, Londres, Nueva York, Buenos Aires, París–para ahora estar de vuelta en Madrid, a punto de jubilarse y con más libertad si cabe que nunca.

Hombre de izquierda, muy de izquierdas, aunque sin un partido que le represente. Se muestra crítico con la amnistía, Sumar, Yolanda Díaz o los giros de guion semanales de Pedro Sánchez. El diario El País fue su casa durante varias décadas, y ahora ve con humor, le provoca risa, lo que él llama la gimnasia mental del editorialista del diario de PRISA. «Cambió la dirección de El País y Sánchez se convirtió en un ser infalible, con características cuasi divinas».

El purgatorio de Enric González

PREGUNTA. – Sé que no consume redes sociales, aunque ahora a muchos medios de comunicación les dé por decir aquello de «arden las redes».

RESPUESTA. – Sí, desde luego. Cada siglo tiene sus frases idiotas y esta compite de momento muy bien el XXI.

R.- ¿Deberíamos hacerles menos caso a las redes sociales?

P.- Son un universo en sí mismo sin ninguna relevancia, salvo porque convierten a la mayoría de la gente en más idiota. O sea, refuerzan prejuicios, te vuelven paranoico. Entonces, como para pulsar de vez en cuando la salud mental colectiva. pues se puede entrar un momento. Pero eso de no sé quién ha escrito un tuit, entonces le han contestado y ¡qué zasca! Y aquello. Me asombra que todo esto exista. 

P.- Enric González ha sido corresponsal en medio mundo, Roma, Londres, Nueva York, Washington, Buenos Aires, París…y ahora en Madrid, no como corresponsal, digo viviendo.

R.- Sí, aunque ya viví unos años en los 80.  Y la ciudad ha cambiado, ha cambiado a mejor para ir a peor en los próximos años. Me parece estar viendo lo de Barcelona, pero en más gordo. Barcelona se puso muy de moda y después todos creíamos que sería eterno, los congresos, el dinero y no sé qué, lo que se ha hecho ha sido devastar la ciudad y aquí normalmente ha de pasar lo mismo. Pero por ahora es divertido. 

P.- ¿Le da pena la situación de Barcelona, ya que es su ciudad natal? 

R.- Pena no, tampoco está tan mal, sobre todo si no vives ahí. 

P.- Un catalán que ha viajado y que ha estado en tantos sitios, ¿está curado de nacionalismo o no tiene por qué?

R.- Hombre, de nacionalismo sí. Es que yo creo que no hace falta viajar. Si eres nacionalista ya puedes dar 20 vueltas al mundo que no se te cura. Yo nacionalista no he sido nunca de ningún lado, me parece bastante irracional, aunque cada uno sabrá lo que hace. Otra cosa es el independentismo. Bueno, puede ser indepe y no nacionalista, es otra cosa. Yo quizá podría haber sido indepe en otras circunstancias, desde luego no con esta gente, no en estas circunstancias, no de esta manera. 

P.- Y cómo catalán, ¿le cansa el monotema del procés, el postprocés, la amnistía, el referéndum…?

R.- Claro que me cansa, como a todo el mundo. Y es que es una fatiga inútil porque nunca se arregla nada. Pero mientras tanto, pues raca raca. La amnistía que en sí misma sirvió para formar gobierno con la promesa de amnistía. Pero no sirve para nada más. Ni hay que pacificar nada porque en Cataluña está todo bastante pacífico, ni esto va a arreglar el que haya una parte de la sociedad, que es un poco menor que antes, pero sigue existiendo y que se cree que con la independencia pues las cosas serían mucho mejor en Cataluña y esto va a seguir. 

P.- ¿Cree Enric González que la amnistía era un precio razonable a pagar por parte de la izquierda del PSOE y de Sumar?

R.- Define razonable. 

P.-Creo que se estableció un debate, para mi gusto poco racional, en el que por lo visto había que elegir entre la amnistía o un gobierno del PP y de Vox. Como no me suele gustar los bandos, no estaba en ninguno, creo que había otras vías que no se exploraron ni se quisieron nunca explorar. Pero el argumento de una parte de la izquierda era que si no tenían la amnistía, o sea, si no amnistía a Puigdemont o al que haga falta, vendrían los malos.

R.- Aquí hay un problema de fondo y es que la derecha tampoco podía formar gobierno sin pactar con Puigdemont y él pedía la amnistía. O sea, seguramente habríamos tenido amnistía con unos o con otros, de una forma o de otra. A mí no me parece bien la amnistía tal como se propone, pero era una cuestión de aritmética. Hacían falta los votos de Puigdemont, y él solo solo pedía eso, entonces era o eso, elecciones. No sé, quizás habría valido la pena ir a elecciones aunque gobernara la derecha. 

P.- ¿Conforme pasan los años se le han ido cayendo ideas fijas, convicciones políticas que antes sí tenía?

R.- Convicciones políticas no tengo desde hace mucho. Tengo convicciones, pero no tiene mucho que ver con los partidos políticos. O sea, políticamente soy de izquierdas, bastante de izquierdas, pero no hay ningún partido que me entusiasme, con lo cual pues vivo muy tranquilo. Soy incapaz de ser muy de un partido.

P.- Hay algunos que son más nostálgicos de cierta izquierda más antigua.

R.- Creo que es la paradoja de Groucho Marx, si eres de izquierda y estás satisfecho con un partido de izquierda, es que no eres de izquierda. Por definición, la izquierda está insatisfecha con sus órganos de gestión, con sus representantes. Si no te haces de derechas y vives más contento.

El histórico corresponsal catalán durante la entrevista
El histórico corresponsal catalán durante la entrevista – Víctor Ubiña

P.- ¿Cómo ha vivido esas tiranteces entre Felipe González y Alfonso Guerra con el PSOE? Una foto de Pedro Sánchez con Felipe González ahora extraña, e incluso más de Sánchez con Alfonso Guerra. ¿Cómo ha vivido ese distanciamiento? Aunque Felipe González pensaba lo de la amnistía lo mismo que Pedro Sánchez, hasta que Sánchez cambió de opinión. 

R.- Sobre lo que piensa Pedro Sánchez no puedo pronunciarme. En cuanto a Felipe, es que es un hombre de otra época que ha tenido la suerte de hacerse millonario como la mayoría de los expresidentes del gobierno. Me parece que es buena señal de que el país es próspero, pasas cuatro ocho años en La Moncloa y sales con industrias, inversiones, casas, yates, está muy bien. Es de otra época y esto no supone que defienda al PSOE de ahora, pero Felipe es de otra época porque aquella era otra época. 

P.- ¿Yolanda Díaz le parece un bluf? Porque hay gente que habla de este tema y la califica así a ella y a su partido a Sumar que todavía no se ha constituido, pero es una cosa que todavía no se sabe muy bien qué es, ni para qué sirve.

R.- Sumar sirve para votar a favor del PSOE, un partido que le respalda en todo. No, no es que no me entusiasme, es que más allá de esa función de estar a la izquierda del PSOE junto al PSOE, no veo cuál es el punto. Y sí, estoy un poco entre los que dicen eso.

P.- Ya que Enric González ha trabajado y vivido en tantos países, ¿hay algo de la política española que sea muy diferente al resto o no somos tan espacialitos después? 

R.- Antes cada país tenía sus rasgos políticos o casi, cada país tenía su rasgo diferencial. Pero ha pasado como con las ciudades, se han igualado todas las ciudades. Hay los mismos comercios, la misma gente, pues también se ha homogeneizado la política. En todas partes, ves más o menos las mismas tendencias, incluso las constituciones de las democracias liberales tienden a igualarse. Francia era un caso muy específico, cada vez lo es menos, aunque sigue siendo de un presidencialismo elefantiásico, pero ya no son mandatos de siete años, etcétera. No creo que España tenga unos rasgos muy característicos, salvo por lo que implica el Estado autonómico. España es un país federal que no funciona como un país federal, sino como un sálvese quien pueda. Y si tienes a mano algo, píllalo, eso se quedó incompleto y a nadie le ha interesado armonizarlo. 

P.- Enric González ha estado en Roma y no de viaje, sino viviendo y trabajando allí durante años. 

R.- Viviendo todo lo que podía y trabajando lo menos posible.

P.- Y de su etapa en Roma, aparte de las anécdotas, me parece muy interesante Silvio Berlusconi, ¿Berlusconi ha sido un adelantado de todo lo que después hemos visto en la política internacional?

R.- Sí, lo ha sido. Y eso es algo muy propio de Italia, un país que suele ir un poco por delante que los demás países en cuanto a experimentos. Ellos inventaron el fascismo y han inventado el nuevo populismo, igual que inventaron el eurocomunismo. Siempre hay que estar pendiente de Italia y según vemos como están las cosas ahora allí, pues hay que ir haciéndose a la idea. Pero si Berlusconi fue un gran innovador.

Por primera vez, al margen de que modernizó el populismo que seguía estando arraigado en el país, en Italia por primera vez un corruptor de la política pasa al primer plano. Generalmente los que corrompen la política, los que pagan, casi nunca aparecen, porque aparece el político corrupto que es el pringado que ha cobrado. Pero los que pagan, y me refiero, entre otros estamentos, a la banca no aparecen, y por primera vez alguien que tenía en la mano prácticamente todos los partidos porque los financiaba, se presentó a las elecciones.

«Si eres de izquierda y estás satisfecho con un partido de izquierda, no eres de izquierda»

P.- ¿Cómo era Berlusconi en el trato cercano?

R.- Simpatiquísimo, eso es indiscutible. Comí una vez a solas con él, y Berlusconi se levantaba para traer a un cocinero, hacer un paso de baile. Es un personaje muy histriónico, pero aunque fueras consciente de que era una calamidad para Italia y para el mundo, coño, era simpático y te lo pasas bien y muy amable. Contabas unos chistes malísimos que te hacían reír, ese es el tipo de persona. Un gran vendedor, le dejabas un teléfono en la mano y vendía la Torre Eiffel, el Coliseo o lo que fuera. No era tanto poder de convicción como de seducción, era un tipo con el que querías pasar el rato, y él sedujo a la mayoría de los italianos.

P.- Entiendo que cuando Enric González vio a Donald Trump decía «esto yo ya lo he visto», salvando las distancias que hay.

R.- Sí, pero en Italia esto se hizo in belleza, y en Estados Unidos pues de una forma bastante torpe. O sea, Trump también sale de la tele, pero es un energúmeno, cosa que Berlusconi no era. Berlusconi tenía tratos con la mafia, era amigo de Putin, su casa de Cerdeña era prácticamente un prostíbulo las 24 horas, pero no tenía esa zafiedad que tiene Trump porque es un americano. No es lo mismo un americano que un italiano.

P.- Escribiste que Italia es un país sin verdad. ¿En España nos estamos acercando a eso?

R.- No, nos estamos alejando de eso. El problema de España es que hay como 40 millones de verdades absolutas innegociables, cada uno tiene la suya y eso es un drama. O sea, cuando digo eso de Italia me refiero a que es una sociedad muy relativista. Los italianos han visto muchas cosas. Tienen el Vaticano allí. ¡Por Dios! ¿Qué les vas a enseñar entonces? Dejan la verdad para los filósofos. La única verdad indiscutible es la mamma y esas cosas, poco más.

P.- Hablemos un poco de corresponsalías, periodismo, de hechos y de mentiras. Le leo, y no sé si es pesimismo o realismo, pero le veo cabreado ante el estado actual del oficio. 

R.- Soy un pesimista que lee prensa, con lo cual soy doblemente pesimista. Por lo que se ve a simple vista, veo que todos los medios pierden dinero y por tanto necesitan de ayudas y se deben a una u otra administración política. Eso sí, no hace falta sacar la lupa y leer las piezas hasta el final. Es evidente, lo cual es muy mal signo. O sea que ni siquiera un periódico semi internacional como ‘El País’ pueda ganar dinero es muy preocupante. 

P.- Justamente sobre el diario ‘El País’, su antigua casa, le escuché decir, un tanto irónico, que era increíble que el diario no hubiera encontrado nada criticable del primer mandato de Pedro Sánchez.

R.- Sí, me parece algo extraordinario. Es que además, el lector de ‘El País’ en general ya está muy baqueteado de cómo van las cosas. Mientras dura la dirección de Antonio Caño, Sánchez es una bestia infecciosa que hay que tocar con un palo muy largo, e intentar que se vaya. Y en cuanto cambia la dirección, Sánchez se convierte en un ser infalible, con características cuasi divinas cuyos cambios de opinión son siempre justificadísimos. El problema es que los cambios de opinión son semanales y eso requiere una gimnasia mental por parte del editorialista que yo admiro. O sea, técnicamente es un prodigio. Pero joder, conseguir no ver ningún defecto en la gestión de Sánchez tiene su mérito.

P.- ¿Eso a Enric González como lector del diario le disgusta?

R.- Disgusto es una palabra muy fuerte, iba a decir un taco, pero digamos que me hace reír.

«Admiro la gimnasia mental del editorialista de ‘El País’»

P.- ¿Los hechos tienen hoy menos importancia que hace años en el oficio?

R.- Por dos razones fundamentales. Una, porque verificar los hechos es caro. Pide tiempo y el trabajo de una persona a la que tienes que pagar, quizás desplazamientos. Hay que reconstruir cada historia en su contexto para que los hechos que presentas sean fiables, eso por un lado. Por otro, es que a la gente no le importa los hechos. La gente valora mucho más sus propios prejuicios que la realidad. La realidad empieza a ser un lujo prescindible. 

P.- ¿Cada vez importa menos lo que pasa?

R.- No, cada vez importa más lo que ocurre que lo que pasa es blanco según unos y negro según otros, ¿contra eso que haces? O sea, el caso de Ábalos y Koldo, este personaje que sería fascinante si no fuera la repetición enésima de ese tipo de personaje. Ese tipo fornido y con barba, calvo, que se va a prostíbulos y que no sé qué más, es que ya van bastantes de este tipo. Pero fíjate que hay gente del PSOE que está convencida o simula estar convencida de que esto también pringa al PP. Bueno, pues si estamos así, la realidad importa poco. 

P.- Esto que dicen sobre que salía en un sumario, por lo visto que Koldo afirmó haberse reunido con Tellado, y ya el PSOE le pidió explicaciones a Tellado. 

R.- Pero la cuestión es hacer ruido, porque tu público, tu clá lo tienes. Entonces tú haces el ruido y los tuyos te van a aplaudir, los otros te van a pitar. Es un círculo vicioso. 

Enric González posa en la sede de THE OBJECTIVE
Enric González posa en la sede de THE OBJECTIVE. Víctor Ubiña

P.- Como Enric González he estado en tantos sitios como corresponsal, casi me sale preguntarle, ¿de qué huía?

R.- Pues huía de mí mismo. Mi hija muere en 1989, y me envían a Arabia Saudí. Estoy en la Guerra del Golfo y a la vuelta, después de una serie de malentendidos y torpezas por mi parte, me envían a Londres y sigo huyendo. O sea, si es como una fuga.

P.- Una fuga de sí mismo. 

R.- Sí, de una situación que yo en aquel momento no podía manejar, sigo sin poder, pero en aquel momento se me hacía muy complicado. Y si estás lejos y haciendo otras cosas pues es más llevadero. 

P.- Ya sé que lo rechazaría, pero si tuviera la posibilidad de dirigir un medio de comunicación, ¿cuál sería la primera medida?

R.- Si me niegas la salida natural, lo que voy a decir es un poco fuerte porque me perjudicaría a mí, pero suprimiría los editoriales y las columnas de opinión. Salvo quizá algo en el suplemento del fin de semana que te hablara de naturaleza o numismática. 

«Trump es un energúmeno, cosa que Berlusconi no era»

P.- Estuve aquí otro periodista veterano de la prensa, prensa deportiva en este caso, que es Alfredo Relaño, y dijo «he escrito borracho y bien, se encuentra más inspiración y a veces también más mala leche», que no era lo habitual, que conste. ¿Ha practicado también Enric González lo de la escritura etílica? 

R.- Hombre, claro. Hubo una época en que prácticamente la totalidad de los periódicos se hacía en estado de intoxicación etílica. Empecé en el Correo Catalán y Marcelo, que supuestamente era el botones, el chico para todo, lo que tenía montado era un negocio de cubatas y gin tonics baratísimos. Se bebía mucho.

P.- Ahora estamos en los periódicos, ya ha visto la redacción de THE OBJECTIVE, que parecen una clínica dental. Todo limpio y recogido.

R.- Sí, pero es que la idea de la redacción era la discusión. Había muchos gritos, y esto era a la vez causa y consecuencia del alcohol y del tabaco y demás. O sea, todo se discutía, ahora no se discute nada. En todo caso, hay comunicación entre la gente, pero si te interesan realmente las cosas todo acaba en una discusión a gritos y luego en nada, no implica para nada enemistad. Pero si hay pasión, hay gritos, discusión, la ocasional pelea, es decir, lo que a mí me parecía normal en una relación teniendo en cuenta la época que era. 

P.- ¿Es Enric González nostálgico de ese periodismo?

R.- No, no soy nostálgico en general, pero contra ese tipo de nostalgia están las hemerotecas. Vas y ves la porquería que eran esos periódicos míticos, malísimos, pero eran mucho más divertidos de hacer y eran más variados. En eso tenía razón Martín Gómez, que yo considero de toda la vida mi maestro, es que no había más remedio que salir a la calle. No había gabinetes de comunicación, la Jefatura de Policía daba cada día un papel amarillo de cuatro rayas con cuatro cosas que eran relativamente creíbles.

Luego había comunicados gubernamentales y EFE, entonces con esas cañas, pues no había más remedio que salir a la calle y buscar historias. Y entonces te pasaban historias y la gente llegaba a la redacción y contaba batallitas, lo que había pasado, te divertías, había botellas de ron encima de la mesa y un ambiente mucho más lúdico. El ruido de las máquinas de escribir ya favorecía todo tipo de ruidos, ahora es todo tan silencioso.

P.- Daba lugar al roce también.

R.- Sí, claro. Eran redacciones políticamente muy incorrectas. Prácticamente ahora serían en conjunto un delito, un delito múltiple.

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