«España ha construido buena parte de su prosperidad en los gentíos»
«Me pregunto cuántos de los que se pegaban tiros en los Balcanes habrían leído a Homero»
María Jesús Espinosa de los Monteros
«Hunters da bandazos entre el humor de un film Maldito bastardos (pero sin su ironía) y el drama más puro del Holocausto»
«Los niños no han jugado nunca a juegos menos violentos que ahora»
Reconozcámosle a Rivera la capacidad de supervivencia y una alegría en guillotinar cabezas opositoras que nada tiene que envidiar a la de Robespierre
Si de conversaciones de sobremesa se trata, nada peor que no estar al día. Y nadie está menos al día, de un tiempo a esta parte, que quien carece del conocimiento suficiente sobre la producción televisiva contemporánea. ¡Imperio de las series! Semejante infeliz apenas puede meter baza, y habrá de callar mientras se desenvuelve el debate sobre cuál es la serie verdaderamente imprescindible que uno no puede, bajo ningún concepto, perderse. Bien es verdad que siempre habrá alguien más avezado que los demás, un connoiseur capaz de sentenciar sin vacilación que, si no se ha visto la última producción alemana sobre las mafias del puerto de Hamburgo, no se ha visto nada. En cualquier caso, un conocimiento básico que vaya más allá de las perogrulladas habituales sobre The Wire («cumbre indiscutible»), True Detective («la segunda no vale nada») o Borgen («refleja la política tal cual es») resulta inexcusable antes de salir a la calle. Por algo tiene dicho Daniel Gascón que las series televisivas han terminado por convertirse en parte de la conversación culta de nuestro tiempo: o estás dentro, o te quedas fuera. Aunque reconózcase, a cambio, que se trata de una temática bastante más inclusiva que el nouveau roman o los elementos fundamentales del materialismo histórico: lo que hemos perdido en sofisticación, lo ganamos en democracia.
Según la agencia Reuters, la escuela rusa ‘General Yermolov’ “motiva a sus mejores valores con formación militar y patriotismo” y “permite a los alumnos experimentar cómo es un entrenamiento militar. Realizan ejercicios físicos como los de los militares profesionales, e incluso se les instruye en el manejo de armas”.
Antes de ayer viajé en tren desde Málaga hasta Madrid. La estación de mi ciudad lleva el nombre de la filósofa María Zambrano, quien sentenció (como tantos otros en otros términos) que “todo lo que ha hecho el hombre en la historia, lo ha soñado antes”. Por eso siempre recibo con respeto los vaticinios heterodoxos de nuestra vanguardia científica, empresarial y tecnológica. Mejor pecar de osado que de conformista. Hay, además, un poso de esperanza cuasi teológica para los que no tenemos la suerte y el don de creer en ningún más allá.
Durante unos años solo se podía hablar de series. Recuerdo una comida con varios intelectuales que solo se animó de verdad cuando salió el tema. Al final, dos de los más célebres intercambiaron varios DVD piratas. En una conversación con varios jóvenes, un ensayista se quejaba de que el arte no había aportado nada realmente bueno desde el periodo de entreguerras, y eso siendo generosos. Desdeñaba sin entrar en detalles a Faulkner, Fellini y Lucian Freud, pero salía de su apatía al comentar giros de la trama de series de televisión.