«Es un disparate que Gistau, que fue libre como Santillana en pleno vuelo hacia el remate, haya perecido como un Don Álvaro cualquiera»
Para no defraudar a las voluptuosas vírgenes del paraíso, algunos adinerados musulmanes buscan antes perfeccionar sus artes amatorias con las huríes del edén marbellí de Olivia Valere, que es una suerte de cielo hialurónico. Allí esperan ellos, sentados como raperos, mientras las chicas dan su “putivuelta”, como dicen en “Élite”, minivestidas para la ocasión. La noche funciona como un casting de Gran Hermano: se compite por encerrarse en una casa y practicar edredoning, pero, en vez de maletín, se llevan tres mil euros y un iPhone. Hay que ver cómo se han devaluado las proposiciones indecentes.
Desde que nació mi tercera hija somos familia numerosa. Sin embargo, solo constamos en el documento que nos acredita como tal los tres niños y yo. El padre, que tuvo que entregar y firmar un documento en el que venía a decir que sabía el trámite que estaba haciendo y consentía, no consta como titular y, por tanto, es como si él no fuera familia numerosa. No es que los beneficios de las familias numerosas sean muchos: bono social para la factura de la luz y el agua, descuentos en el transporte y museos estatales, así como en matrículas en la universidad o mensualidades de actividades estatales.
Las preciosas vacaciones, para quien las tenga, son el tiempo consagrado a uno mismo. Se trata, en teoría, de relajarse, recuperar el señorío sobre el tiempo que el dinero nos ha usurpado, reconquistar la risa y atiborrar el perfil de nuestras redes sociales de parajes y cielos menos contaminados. En teoría. Porque nada sucede nunca como esperamos.
Ser madre, ser viuda, ser padre, ser feliz, ser infeliz. ¿Qué significan estas palabras realmente? Porque sabemos lo que significan según el diccionario, pero no tienen ni pueden tener el mismo significado para unos y otros, por mucho que memoricemos las definiciones. La palabra madre no significa lo mismo para un hijo que para un padre, para un hombre que para una mujer que desea tener hijos y sufre el revés de las circunstancias. No es lo mismo para aquel que perdió a su hijo o para quien jamás se propuso tenerlo.
Cada intento de censura impone el deber de la relectura. Y así ahora con la Caperucita Roja, que unos padres concienciados han apartado de la sección infantil de la biblioteca escolar para sorpresa, supongo, de quien recuerde al menos superficialmente el cuento. Porque en este recuerdo la moraleja es clara: pasan cosas terribles cuando te fías de extraños y desobedeces a los padres.
“Científico o humorista. Humorista y científico. Vale, seré científico, pero lo que más me gusta del mundo es hacer reír, así que usaré la risa para colarle a la gente todas esas cosas sesudas y científicas que son supuestamente aburridas”. Estas palabras me las dijo uno de mis hijos hace tiempo y hace aún más tiempo, yo le dije: “el humor nos salva de todo. El humor es la esencia de la felicidad. No hay mayor placer que dar y recibir carcajadas. La risa es la llave de todos los corazones”.
Dejar de fumar, perder cinco kilos, salir más, empezar un coleccionable. En los primeros días de septiembre se abre una de esas ventanas siderales en el espacio-tiempo. Una puerta de esas que nos muestran como en un espejismo lo que queremos ser pero no podemos
El otro día me compré un sombrero. Esto es muy típico del verano, comprarse sombreros. Lo malo es que en el verano madrileño nunca me los puedo poner, porque dan un calor espantoso. Así que como ahora estoy en Brighton, un lugar fresco y marino, es mi oportunidad. Me compré un sombrero de paja perfecto para ir sencilla, pero al tiempo, arreglada. Me compré un sombrero para salir pasear por la playa o para tomar el té como mi hijo mayor, que tiene diez años y adora la tarta de frambuesa.