Durante mucho tiempo he abrigado la duda de si algunos piensan en serio —como dicen en público— que Susana Díaz será una líder ganadora. Incluso ella, ¿se cree eso? Lo tiene crudo, a poco que se analice, porque habría de pagar el impuesto de sucesiones de su gestión en Andalucía, que no es rutilante y que le echarían en cara en cuanto empezara la campaña nacional. Luego está el nivel: quizá ustedes no la viesen debatir con Juanma Moreno, un recién llegado, y perder los nervios y los debates. Por dentro, tiene bastante achicharrados a los partidarios de Pedro Sánchez, que la culpan de la maniobrera defenestración del líder, y que se resistirán a votarla. Y por delante, su política de pactos, cerrada en banda a Podemos, la dejaría con poco margen de negociación.