«Las mantas no abrigan este frío, sólo las chimeneas, que son una pira de vanidades, un confesionario que crepita»
«Al transmitir una visión idealizada de su bellaquería, hemos terminado casi blanqueando la imagen del canalla y restando peso al término»
«El mundo y la historia tienen la capacidad de triturar al individuo, pero este no ha de darles la victoria de antemano»
María Jesús Espinosa de los Monteros
“Es la época en que el alpinista sueña con la montaña que pronto escalará, y también el Buen Lector elige su montaña para dejarse la piel en ella”, prosigue el escritor italiano. Es lógico pensar que de este fragmento surge la conocida metáfora alpina –los ochomiles de la literatura como los libros ilegibles– pero, ¿a qué obras se refiere?
El feminismo, dicen, estaba dormido y despertó con la marcha de las mujeres en Washington –y luego el #MeToo y las movilizaciones del 8 de marzo–
Yo no sé si Ganivet quería ser original a cualquier precio, como aseguraba Ortega, o es que, simplemente, no se contentaba con ser uno más
Invierno de 1939. Una muchedumbre deshauciada y macilenta huye por fríos pasos de montaña de una guerra que ha perdido
Tengo por vicio pincharme por las mañanas las inenarrables tertulias de RAC1. Me gusta que el día no me pille con la guardia baja ni sin una carcajada a flor de labios. Sin ir más lejos, la señora Pilar Rahola esta mañana ha afirmado sin despeinarse la permanente que El acorazado Potemkin le parecía un insufrible coñazo. Sin empacho y desatada, ha recordado que la vio en sus años de estudiante con rebaba intelectual en el desaparecido y añorado cine Capsa, y que además tuvo que tragársela en ruso.
En el mundo real, cuando uno detecta una opinión estúpida, absurda o simplemente vulgar lo más fácil es desviar la atención hacia otro sitio en vez de revolvernos la bilis: seguimos nuestro camino. En el mundo digital, en cambio, solemos cruzar con facilidad esa línea de prudencia —casi sin darnos cuenta.