El 'look and feel' de la nueva burguesía
Todo el que pasea por una vieja ciudad europea, y le presta un poquito de atención a lo que ve, llega siempre la misma conclusión: antes se hacían mejor las cosas.
Todo el que pasea por una vieja ciudad europea, y le presta un poquito de atención a lo que ve, llega siempre la misma conclusión: antes se hacían mejor las cosas.
El historiador Yuval Harari pretende reducir el hombre a un algoritmo, en un remedo del viejo debate sobre el libre albedrío. La estética abigarrada de los números –neutros, precisos, indiscutibles– goza del raro privilegio de la verdad entre los científicos sociales.
La novolatría es un signo de los tiempos. Lo nuevo se ha convertido en un valor ante el cual parece noble doblar la rodilla. Si algo es innovador, no necesita justificar que sea bueno.
Después de años ordenando el paso del tiempo por el calendario escolar, que marcaba el año nuevo hacia mediados de septiembre, me resulta muy difícil verlo de otra manera. Ahora que tengo hijos, su curso escolar me sirve como justificación para mantener ese orden del tiempo, en realidad un poco forzado: como soy de Zaragoza
Permítame el lector rogarle que, por unos instantes, se figure la siguiente escena. Un caminante, de no muchas luces, se topa, mientras atraviesa un frondoso bosque, con un río que debe por fuerza franquear si de llegar a su destino se trata. El hombre empero vacila, pues siente miedo de la corriente y no divisa ni aguas arriba ni aguas abajo vado alguno que le facilite el tránsito.
Huérfano de tertulias a las que acudir ahora que en agosto la política se ha ido a la playa, Revilla se inventó una jornada de puertas abiertas en la sede del gobierno regional para seguir saliendo en las fotos.
Uno es lo bastante viejo para recordar cuando aquello del debate político basado en datos iba, al menos sobre el papel, de emplear la evidencia disponible para debatir sobre policies, no de usar credenciales académicas para mover cubiletes con bolitas, despistar al personal y hacer trilerismo sobre politics.
Es una paradoja incomprensible, y un operación que puede tener consecuencias negativas para España y los españoles. Pedro Sánchez, como antes ZP, se ha empeñado en resucitar a Franco para que parezca que el dictador está vivo
La gran pancarta en uno de los edificios de plaza Cataluña dejaba bien claro la manera que tienen los independentistas de entender la acogida: “The spanish King is not welcome in the catalan countries”.
Desde hace algún tiempo tengo la intención -más que el proyecto- de recopilar un libro de greguerías de Ramón en el que ninguna de las greguerías las haya escrito Ramón.
La moción de censura que dio la presidencia del gobierno a Pedro Sánchez se nos anunció como una operación de necesaria limpieza democrática frente a la corrupción del Partido Popular, plasmada en la sentencia del Caso Gürtel, y la, en el mejor de los casos, dejación del hasta entonces presidente Rajoy.
Hace días, el actual Gobierno socialista del Reino de España advirtió de una de sus intenciones en educación: instaurar una nueva asignatura “de valores cívicos y éticos”.
Desde de la destitución de Julen Lopetegui y el ‘ordeno y mando’ de Luis Rubiales, que trajo el peor desastre que vieran los siglos, parece que han pasado milenios, pero sólo son ya estampas de un pasado tan reciente que aún escuece.
Por fin veo en Filmin (ya sé que Bogdanovich y otros puristas proscriben el visionado de cine en soledad y pantalla casera) La muerte de Stalin. De su director, Armando Iannucci, había disfrutado In the Loop y tengo pendiente Veep. Se le da muy bien la sátira política, verborreica, estridente y coral, y esta vez apunta alto. Altísimo. Ni más ni menos que la lucha de poder tras la muerte de Stalin. No sale mal parado Iannucci de la ambiciosa tarea de convertir en brochazo y carcajada aquel vodevil terrorífico.
Cuando yo era niño, con el calor llegaban las medusas, los alemanes y el olor a Nivea. Es un mundo que sigue ahí, imperturbable, un verano tras otro, aunque se escurra entre mis manos como la arena de la playa.
En algún lugar elogia Javier Marías, con su fino oído para las oscilaciones semánticas, la sabiduría con la que la lengua española permite “pasarse de listo” pero no “pasarse de inteligente”…
¿Por qué mola más identificar un cuadro de Matisse o una sinfonía de Mahler que conocer lo que es una molécula, una célula o las aplicaciones de un material revolucionario llamado grafeno que tiene el grosor de un átomo?
“Dios ha muerto… nosotros lo hemos matado”, con esta famosa frase empieza el Dr. Peterson su clase. “Muchos se equivocan al pensar que esto lo decía Nietzsche alegremente. Todo lo contrario. Él sabía que el vacío de Dios lo tendría que ocupar alguna ideología de segunda mano, como el marxismo o el fascismo. Nietzsche, al igual que Dostoievski, fue el gran profeta de los baños de sangre del siglo veinte…”.
Los contrastes definen al hombre y a la sociedad. Los romanos distinguían a los patricios de la plebe, aunque ambos formaban un solo pueblo, unido bajo las siglas SPQR. Tocqueville, en los albores de la democracia, observó también la tensión que latía entre el espíritu aristocrático de las viejas élites y el instinto igualitario que instigaba el deseo del pueblo llano…
En un tiempo lejano, ya oculto por la telaraña de la desmemoria, cualidades como la templanza, la prudencia, el respeto, la discreción o la lealtad se consideraban valores a elogiar, defender e imitar en el ejercicio de la política. Son cualidades antiguas, valores de ese lento y parsimonioso mundo de ayer en el que todo era sólido y seguro.
Imaginemos a un conductor que un buen día, tras haberse trasegado varias copas de queimada, se lanza a conducir por una carretera llena de curvas, en medio de las cuales empieza a charlotear por el móvil sin manos libres, mientras duplica con su velocidad el límite legal.
Un día iba de tiendas con mi madre. Yo tendría veintipocos, así que ella tenía más de cincuenta. Recuerdo como si fuera hoy que mirábamos unos primaverales vestidos en un escaparate cuando dijo: “A veces me veo reflejada en los escaparates de las tiendas y me pregunto… ¿Quién es esa mujer? Te lo juro. No me reconozco”.
Ya lo saben, la noticia de la semana ha sido la disolución efectiva de ETA. Mi posición personal es irrelevante, aunque aquí he expresado en otra ocasión que soy favorable a olvidos compartidos para superar las tragedias y los conflictos que dividen las sociedades.
¿Existe un Murillo secreto? ¿Una cara desconocida del famoso pintor de ángeles e Inmaculadas? El artista que conforma la iconografía amable de la Contrarreforma, ¿tiene también un lado revolucionario y rompedor?
Todos sufrimos la tentación escapista en algún momento. En el espacio, creemos que todo irá mejor en un nuevo sitio lejano, quizá en el pueblo de la infancia en una casa encalada o en una cabaña artesanal como Walden, de Thoreau, o la torre de Montaigne.
En una escena de Rojos, la adaptación al cine que Warren Beatty dirigió y protagonizó en 1981 de la crónica Diez días que sacudieron el mundo, alguien pregunta por qué es a la Rusia zarista y en guerra a donde hay que ir para entender el momento histórico, a lo que John Reed responde…
No consigo encontrar en el asunto catalán nada que pueda resultar de interés salvo el efecto secundario, y sin embargo notable, de haber sacado a flote nuestra rudimentaria cultura política.
Este pasado fin de semana se celebró en Boston la octava edición de #PlanPaís, una asociación no lucrativa de Venezolanos en el exterior que se reúne, año tras año, a planificar la reconstrucción de nuestro país para el día que acabe la dictadura chavista
Se cumplen seis meses del referéndum ilegal del 1 de octubre, y el fanatismo independentista ha elegido esta fecha para recrearse en el dolor y en el recuerdo de aquella traumática vivencia de porras y golpes. Ese día muchos de mis conciudadanos pasaron miedo.
La continuidad entre canción y canción, cuando por unos instantes se apagaban las luces, la creaba Donnie Herron con el sonido extendido que emergía de su steel guitar.
El filósofo Michael Oakeshott solía decir a sus discípulos que durante su larga vida había logrado mantener a raya el principal vicio de los seres humanos, en especial de los intelectuales: la propensión a tomarse demasiado en serio.
Con los otros humores del país aliviándose en la calle, como tunos de madrugada, casi se nos olvida Cataluña, que sigue en su españolísima vuelta al ruedo (los sediciosos han llegado ya a ese mismo bordado de ridiculez y gravedad que tiene el torero, como un payaso de la muerte o un guerrero de cabaret).
Alexander Poskrebyshev era hijo de zapatero.
Una secuela que me dejó mi educación aristotélico-tomista es el principio de no contradicción. Con eso en la mochila, no tengo manera de adaptarme al mundo actual. Ya no me hallo ni como espectador.
Toda religión hace referencia a algo que sucedió antes del tiempo y que puso en marcha el tiempo.
Por ti, ¡vota la mujer!
Con ocho basta. Consejos de Edith Wharton para el 8 de marzo
Es difícil hacer predicciones; especialmente sobre el futuro, como afirmara un viejo chiste danés. Pero quizá figura esta entre las menos complicadas: según pase el tiempo, nuestros conocimientos científicos serán cada vez más amplios y nuestras capacidades tecnológicas mayores. También parece que el nivel educativo de la humanidad sigue y seguirá aumentando (desde el porcentaje de alfabetizados al de universitarios).
El columnista de elSubjetivo Fernando Hernández Valls opina sobre lo que le espera al PSOE
El columnista de elSubjetivo Fernando Hernández Valls opina sobre lo que le espera al PSOE
Inicia sesión en The Objective
Crea tu cuenta en The Objective
Recupera tu contraseña
Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective