Kelly mantuvo que sí se producirán deportaciones, pero habló de ellas en un tono menos agresivo que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al asegurar que se llevarán a cabo bajo el «marco legal» y que solo afectarán a «gente con antecedentes criminales». El secretario de Seguridad Nacional subrayó también «la necesidad de reducir las causas de expulsión de migrantes de Centroamérica».
«No se hará uso de la fuerza militar en los operativos de frontera», garantizó Kelly, a la vez que aseguró que las deportaciones se harán «de manera que se respete la dignidad humana». Contradecía así las declaraciones de Trump pocas horas antes, que afirmaba: «Por primera vez estamos expulsando pandilleros, capos de las drogas. Estamos echando a esos tipos, a un ritmo nunca antes visto. Y es una operación militar».
El presidente ya había amenazado con imponer fuertes medidas antiinmigración durante la campaña electoral. Y poco después de tomar posesión del cargo firmó la orden ejecutiva para iniciar la construcción del muro en la frontera con México y decretó la prohibición de entrar al país a ciudadanos de siete naciones de mayoría musulmana. La Justicia estadounidense ha logrado paralizar temporalmente esta orden migratoria, pero Trump ya ha amenazado con promulgar una nueva.