Ébola is coming
Menos cuando el mal llama a nuestra puerta. Ebola is coming fue la portada de la revista Bloomberg Businessweek. Al final, ha llegado. Y así fue como cundió el pánico en España.
Menos cuando el mal llama a nuestra puerta. Ebola is coming fue la portada de la revista Bloomberg Businessweek. Al final, ha llegado. Y así fue como cundió el pánico en España.
Es el visitante inesperado que amenaza con arruinarnos la fiesta. Todos los demás -recortes, crisis, paro, deuda- estaban en la lista, aunque no nos gusten. Con este, en cambio, no contábamos.
José Luis Garayoa tiene dos manos. Nada fuera de lo normal. La proeza llega cuando, con esas dos manos, atiende doscientas aldeas, alimenta miles de bocas y limpia y cuida de pueblos enteros.
Más de uno me pondrá a parir por “obligarle” a seguir leyendo historias del ébola. Pero a mi me parece justo que hagamos una reflexión sobre esto.
El ébola cruza fronteras. Los esfuerzos por contener el virus en los países africanos más afectados han fracasado. Naciones de todo el mundo se preparan para enfrentar una enfermedad cuya letalidad alcanza a 90%. Plantarle cara costará, además de vidas humanas, cientos de millones de euros.
Nacer en África y fallecer prematuramente es una sucesión cotidiana de hechos incapaz de conmovernos. Sin embargo, tener al contagiado en casa saca a la luz la verdadera dimensión de lo que somos.
El primer contagio de ébola fuera de África paralizó y empapó de sudores fríos a un Ejecutivo acostumbrado a resolver los problemas que se le plantean con la varita mágica de la inacción y el esperar.
Escuchar a la Ministra de Sanidad afirmar sin sonrojarse que la información sobre el estado de salud de Teresa de la que dispone, es la que facilitan los medios de comunicación es cuanto menos sorprendente.
Un enemigo invisible, el virus perfecto, letal como ningún otro. Occidente no encuentra la forma de frenarlo y ya se prepara para una masacre inminente. Kent Bradley protagoniza Ébola, una historia de miedo, medios y racismo.
Lo único que crítico es que a estas horas echo de menos un atril como el de la foto. Un atril que en Estados Unidos es utilizado cada 6 horas por la Secretaría de Estado para dar la cara en su crisis del Ébola.
Pero el ébola ha tenido que aterrizar en los países supuestamente desarrollados para pasar a ser noticia frecuente. Mientras en África morían miles daba igual. ¿Cuándo entenderemos que aquello que toca a los pobres es asunto de todos?
No se trata, pues, de una histeria sino de una historia estúpida más o menos bien urdida para desgastar al gobierno del PP. En las redes sociales se llega, incluso, a pedir la dimisión de la ministra Ana Mato.
Decía Aristóteles que la naturaleza nunca hace nada sin motivo. Y no hay nada más espectacular que apreciar sus procesos, de los que nosotros formamos parte. Una ínfima parte. Jamás superiores a ella, sólo un eslabón de la cadena.
Ni soy médico ni experto en epidemiología, lo cual me sitúa en un plano parecido al de la Ministra de Sanidad. De tal forma que mi acercamiento a lo que sucede con el ébola lo hago desde mi presunto sentido común, si es que lo tengo.
Ya no puedo más. Estoy empezando a perder la paciencia y la confianza en el ser humano. A veces pienso en emigrar a cualquier pueblo de esos medio abandonados, y pasar de este perro mundo que parece no tener remedio.
Es muy fácil escribir sobre el Hermano Manuel, pero muy difícil en un momento como este. No porque Manuel esté enfermo de ébola, porque además se curará, sino porque tenemos la mala costumbre de dramatizar y matar al protagonista antes de tiempo.
No es por alarmar a nadie, pero lo de Venezuela bien podría ser el punto inicial de un film de este estilo. Que los guiones del Hollywood catastrófico cobren vida debería inquietarnos un poquito, ¿no creen?
Sólo buscaba comida. Tenía hambre y sólo buscaba comida. Se escapó de un hospital de Liberia y salió a la calle a buscar algo que llevarse a la boca. Pero su estado le delató. Quizá fuera la altísima fiebre, que le hacía deambular mareado.
El 90 por ciento de nuestros compañeros de planeta no lo encuentra un lugar muy habitable y en las casi inimaginables, para la mayoría de nosotros, capas más profundas del subsuelo de la miseria sólo se encuentran acompañados por una suerte de ángeles.
¿Deberíamos estudiar una imagen al detalle o quedarnos en su primer impacto? Mi duda no es casual porque ahí reside la esencia del plano subjetivo en que andamos. A simple vista las piernas simulan entrar o salir de un contenedor de los de basura orgánica
Curanderos, políticos, medios de comunicación, y líderes de diversos sectores de la sociedad africana son responsables indirectos de la propagación del ébola. El Departamento de Estados de EEUU está haciendo un esfuerzo extra de comunicación por conseguir ganarse el crédito de los ciudadanos de los países más afectados, después de que algunas personalidades les acusaran de inventar “la mentira del ébola”. El objetivo, igual que el de la OMS, es lograr concienciar a los africanos de la necesidad de prevención básica, y de que muchos ritos funerarios tribales se encuentran detrás de la propagación del ébola.
Obama, mientras tanto, se dirige a la nación en un discurso para anunciar que los ciudadanos de los países afectados están en las oraciones de los estadounidenses. Pues menos oraciones y más Zmapp, Sr. Presidente.
Hay virus en todos los ecosistemas y todos los organismos son susceptibles de verse asaltados por alguno de ellos. Nosotros, desgraciadamente, a este otro lado del muro, donde estamos los vivos, no íbamos a ser menos.
Detectado en humanos en 1976 por primera vez, de forma simultánea en Sudán y en el Congo, el ébola es hoy una enfermedad incurable y sin vacuna. De los 18 brotes que se han detectado desde entonces, el actual que azota a tres países del África Occidental y está “fuera de control” amenaza con ser el peor de la historia. Hay registradas más de 330 víctimas mortales, y en las últimas semanas la tendencia se ha incrementado en un 60%. Muchos otros enfermos no identificados podrían estar muriendo en sus casas, ocultados por sus familiares o aconsejados por curanderos indígenas.
Por fin te veo la cara ahora que parece que te van a desarmar. Encantado de conocerte. Ojalá la iniciativa de limitar tu poder no quede sólo reducida a tu presencia en Brasil.
Que pongan el nombre de tu región, de tu país a una enfermedad no es motivo de orgullo. Con las siglas, MERS, denominamos en inglés al Síndrome Respiratorio de Oriente Medio.
Rose tiene 18 años, vive en Guinea y es la primera superviviente del brote del virus del ébola que ha matado ya a 100 de sus conciudadanos, y que se ha extendido a países vecinos como Sierra Leona y Liberia.