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Xacobe Pato: «Intento que mis textos sean bastante fieles a cómo soy yo como persona»

Xacobe Pato: «Intento que mis textos sean bastante fieles a cómo soy yo como persona»

Ana E.M | Cedida por el autor

Hace unos días salió a la venta Seré feliz mañana (Espasa, 2020), el libro donde el librero Xacobe Pato (Ourense, 1987) recopila las populares entradas diarísticas semanales publicadas en su cuenta de Instagram, donde habla fundamentalmente de libros, del trabajo en la librería y de las pequeñas cosas que suceden a su alrededor.

Un politólogo metido a librero

Xacobe Pato estudió Ciencias Políticas y de la Administración en Santiago de Compostela y más tarde habría de cursar Derecho en la UNED. Había sido un atento lector desde niño, pero un adolescente que, durante la época universitaria, apenas se acercaba más que a las lecturas obligatorias. Sin embargo, al acabar la universidad y volverse a su casa, a Ourense, “tuve la típica crisis de los veintipico, que no sabes a dónde quieres tirar y me puse a leer -nos cuenta Pato-, me pasaba muchas horas leyendo, me volví un poco obsesivo con la lectura y como estaba en esa mezcla de no saber qué hacer con mi vida y de estar leyendo todo el rato, me avisaron de que abría una librería en Santiago. Y, de ahí hasta hoy, que sigo aquí”. Ese aquí es la librería Cronopios, de Santiago.

Xacobe Pato es un lector absolutamente caótico, que lee sin ningún tipo de criterio. “Creo que parte de lo caótico que son mis lecturas viene precisamente de trabajar en una librería y recibir constantemente novedades y estímulos”, nos cuenta, al teléfono, el librero y, ahora también, escritor gallego. Así, en sus diarios dialoga con todo tipo de autores y de libros. Desde Houllebecq, Barnes o Ray Loriga a Carson McCullers, Murakami, Auster, Córtazar o las memorias de Chenoa o Coto Matamoros. Porque, como escribe el propio Pato: “Cuanto más deporte haces, más sientes que no lo practicas lo suficiente. Con la lectura es igual”.

Xacobe Pato: «Intento que mis textos sean bastante fieles a cómo soy yo como persona»
Imagen vía Espasa.

Como el propio título del libro indica, en Seré feliz mañana toda opinión está sujeta a la provisionalidad. A pesar de que algunas de sus impresiones y asertos revistan un cierto barniz casi sentencioso, esto no es más que una falsa sensación conclusiva, ya que silabean, casi se contradicen e incluso juegan a ser prórroga de sí mismos. La mirada de Xacobe Pato es periférica, “me gusta pensar que el hecho de vivir en un sitio que está alejado de los centros de topo tipo, de poder económicos e incluso literarios, tiene la ventaja de obligarte a fijarte más en las cosas. Como pasan menos cosas y menos grandes, creo que te fijas más en los pequeños detalles y la mirada se entrena de otra forma”, nos dice el autor, sobre su visión perimetral.

Además de los libros, en Seré feliz mañana Xacobe se dedica a dar cuenta de sus vivencias cotidianas: nos habla de su relación con A., con quien convive, de sus amigos, el fútbol, los guilty pleasures, los festivales de música, las redes sociales, los viajes o las anécdotas que suceden en la librería donde trabaja. A pesar de que a Pato le gustan los libros de libreros, y entre ellos destaca como sus preferidos Memorias de un librero (Trama Editorial), de Héctor Yánover y Rialto, 11 (Libros del Asteroide), de Belén Rubiano, no quería que sus diarios fueran los de un librero, un anecdotario de librería, sino que fuesen unos textos que dieran cuenta “de quién soy yo”, nos confiesa. Y, ello, implica sus luces y sus sombras, porque “es verdad que creo que somos a la vez lo que contamos y lo que no contamos, y hay veces que no puedes contar algo por las razones que sean, pero eso que no estas contando, aunque, de alguna manera, permanezca oculto, se percibe y contamina lo que estás escribiendo”.

La culpa es de Paul Klee

Pero vayamos atrás, al comienzo de todo. Vayamos a cuando Xacobe Pato tenía 7 años y vivía en Madrid. Un día, tras venir de visita de museos, su madre le regala una libreta, porque “le gusta mucho contar”, según le escribió ésta en la dedicatoria de la primera página. Su primer diario. Un cuaderno de Taschen que reproduce la pintura Senecio, de Paul Klee (le costó a sus padres 895 pesetas de la época, en la tienda del Reina Sofía). Aquel primer diario ya tenía su público, lo leían (a escondidas) su madre y su hermana.

De ahí, Pato siguió escribiendo y, en el verano del 2018, decidió hacerlo de forma pública y en directo, vía su cuenta de Instagram. Publicando extractos semanales de su diario, cada domingo. Poco a poco, los textos diarísticos fueron ganando adeptos, pero la cosa comenzó a dispararse en serio cuando el escritor e influencer Roy Galán recomendó los diarios de Xacobe Pato en el periódico y, de ahí, hasta los más de 15 mil seguidores/lectores actuales.

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Foto: Ana E.M.

Sobre su forma de trabajar, nos cuenta Pato que sentarse a escribir lo hace como mucho un par de veces a la semana, “pero considero que escribiendo estoy todo el rato. Siempre tengo mi diario en la cabeza”. Para ello se sirve, de un lado, de unas libretitas rojas (que se robó de la librería, unas treinta o cuarenta, enviadas por una editorial para los clientes; “comodísimas”) donde va tomando notas, pero apunta también algunas cosas en el móvil: “Alguna reflexión que le he escuchado a un amigo, algo que leo por ahí, una página que subrayo, una película, una conversación entre dos señoras en el super…”, comenta Pato, sobre los materiales que va recopilando.

Para el autor es importante escribir “con una base de realidad, aunque luego pueda exagerar un poco. Pero siempre está todo basado en algo que ha pasado de verdad o que he leído o visto”. Y concluye: “Luego, el día que me siento a escribir, pues tengo como mucho material en bruto, y de ahí quito y pongo o desarrollo ya directamente en el ordenador”. Y, de ahí: a la red de redes. Para Seré feliz la mañana ha recopilado sus entradas de los últimos dos años. Sobre el material, nos confiesa Xacobe Pato que no quiso cambiar el fondo de las cosas, a pesar de estar tentado de cambiar algunas cosillas, pero que le parecía hacer trampa, así que lo único que se permitió fue modificar levemente la forma y el estilo de los diferentes textos, pero manteniendo las ideas y el fondo, tratando de que “sean bastante fieles a cómo soy yo como persona”.

Unos diarios crepusculares

Los textos que conforman Seré feliz mañana reflejan justo el momento en el que tanto el autor como sus amigos bordean y sobrepasan la frontera de los 30 años. Así, son unos diarios llenos de fiestas de cumpleaños, que le sirven al autor para hacer un cierto balance vital. Se pregunta, justo en uno de sus cumpleaños, el autor: “Hoy cumplo treinta y dos años y no sé si no he conseguido nada o lo he conseguido todo”. Y este podría ser uno de sus leitmotifs: la convicción de que todo es reversible, porque depende exclusivamente de la mirada. La de Xacobe Pato es una mirada jocosa, que a veces roza el solipsismo, pero que siempre se reconduce hacia la curiosidad de las cosas que se nos podrían antojar efímeras, incluso triviales y que Pato, sin embargo, torna si no memorables seguro significativas. Ahí radica su fuerza. En ese “conjunto de destellos”, como dice Laura Ferrero en el prólogo.

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