Cuatro posturas en la cama fáciles de hacer (para que disfruten ellos y ellas)
Contrariamente a lo que el porno ha pretendido, no todas las posturas en la cama son igualmente amables o fáciles de alcanzar para el común de los mortales
Con el fragor del verano desatado es posible que sean muchos los amantes que estén dando rienda suelta a sus pasiones. Sean más altas o más bajas, lo que sí está claro es que siempre hay posturas que, a pesar de su buena fama, acaban resultando complicadas de mantener.
Contrariamente a lo que el mundo del cine erótico y del porno ha pretendido, no todas las posturas en la cama son igualmente amables o fáciles de alcanzar para el común de los mortales. El sexo, más allá de su buena fama cardiovascular, es un ejercicio que lógicamente exige cierta forma física y algo de continuidad para practicarlo con ciertas garantías de calidad.
Quizá podamos aferrarnos al clásico de «lo bueno, si breve, dos veces bueno», pero no estamos seguros de que este aforismo de Baltasar Gracián pueda vincularse a la posturas en la cama o a las dotes amatorias. Y tampoco creemos que a este célebre literato del Siglo de Oro le hiciera especial ilusión que aprovechásemos su ocurrencia para emparentarla con el devenir sexual de una pareja.
Lo que sí sabemos es que hay posturas en la cama que son más fáciles de mantener, más tranquilas y son —aunque no lo parezca— igualmente placenteras si se realizan bien. A aquellos —y aquellas— que no saben qué postura les conviene en la cama para asegurar duración, placer y buenos resultados sin tener que hacer malabares les recomendamos que sigan leyendo.
Si aún así no son de esas personas que necesitan esa clase de consejos, sigan leyendo igualmente para que puedan dárselos a algún amigo que ande desprevenido y se dedique a shows casi circenses para intentar alcanzar el clímax sexual sin tener en cuenta la dificultad añadida.
Convertir el sexo en un circo de tres pistas no es una buena idea, más aún cuando nuestra forma física no está por la labor de ayudarnos o, peor aún, si las superficies donde pretendemos hacerlo tampoco acompañan. Más allá del mito del cine o de las fantasías, a veces una dosis de realidad es el mejor remedio para tener buen y saludable sexo en casa sin complicarse la vida.
Podemos empezar a abrir el Kamasutra improvisado, lleno de nombres que a veces no sabemos ni qué significan, pero la realidad es que hay un puñado de posturas que son cómodas y efectivas tanto para ellas como para ellos. Perfectas para novatos, para personas cansadas o para aquellos que no tengan el vigor de antaño, estos cuatro remedios para seguir amando en condiciones están disponibles para todos los públicos.
Cuatro posturas fáciles en la cama (para ellos y para ellas)
Suponiendo el absurdo tópico del rol dominante del hombre en las relaciones de pareja y en el prejuicio del ‘empotrador’, la realidad es que por costumbre o por hábito se intuye que debe ser el hombre el que lleve buena parte de la voz cantante durante el acto sexual. Esto también significa un mayor desgaste —en general— de energía y parte de la obligación de hacer algo más de esfuerzo frente una postura más pasiva.
Son mitos, evidentemente, pero hay incluso en este terreno ciertas realidades que conviene perfilar para que el sexo sea igualmente sano y saludable para ellos y ellas y, sobre todo, sin que suponga aumentar el riesgo de sobrecargas, lesiones musculares, elongaciones y otro tipo de malestares que vengan aparejados por intentar tener un sexo para el que no estamos preparados.
No siempre lo que es bueno para uno de los amantes es bueno para el otro, especialmente cuando buscamos posturas algo más complicadas o cuando, por desgracia, no existe una buena sincronía en la pareja. Remar a la vez, aunque suene metafórico, es más que conveniente en este caso y, sobre todo, que podamos ir alternando diferentes posturas en las que el mando sea compartido.
Postura nº1: el misionero, una garantía
Es fácil decir del clásico misionero que es una postura aburrida y clásica, pero de aburrida si se ejecuta bien no tiene nada. Clásica sí es, eso es innegable, pero la realidad es que permite un buen acoplamiento entre hombre y mujer, mantener una buena velocidad media y sobre todo facilita una cierta interlocución amatoria, besos mediante.
Además, debido a la posición que el hombre mantiene respecto a la mujer en este caso, la forma de la penetración es fácil de controlar y permite conservar erecciones durante más tiempo, por lo que es una postura que le puede venir bien a hombres que tengan disfunción eréctil o les cueste alcanzar el orgasmo.
Postura nº2: la comodidad de la cucharita
El momento ‘cucharita’ no simplemente se remonta a esos arrumacos matutinos, sino que podemos convertirlo en una auténtica postura sexual que, además, también puede ser bastante divertida. No se trata de pensar que todas las posturas en las que hay muchos abrazos o caricias vayan a significar una conexión más que física, pero la realidad es que practicar la cucharita tiene ciertas ventajas, sobre todo asociadas a ellos.
Al estar muy enfocada a ese primer momento del día —recordemos que nadie suele ‘calentar’ para hacer el amor y luego llegan las lesiones— nos permite empezar con despaciosidad. El misterio por tanto es muy poco, pues permite al hombre posicionarse detrás de la mujer y además tener un acceso relativamente fácil a puntos erógenos como pueden ser el cuello, los hombros o la zona vaginal, fácil de explorar desde atrás, por lo que tener sexo en esta postura no es complicado ni exigente, además permite alargar ciertos preliminares que servirán para iniciar la llama.
Postura nº3: la versatilidad del cara a cara
A veces basta una silla, un sofá o el borde de una cama para que no nos compliquemos la vida teniendo sexo. En este caso solo es necesario que el hombre se siente y que la mujer haga lo propio sobre las rodillas de él. Esta postura permite un gran acercamiento sexual pues permite recorrer buena parte de la anatomía de nuestra pareja sin complicaciones.
Como es lógico, el sencillo hecho de estar sentado permite también conservar mejor las fuerzas que si estuviéramos de pie o apoyados sobre los brazos —como pasa con el misionero— o sobre las piernas, que es lo más habitual cuando intentamos practicar el estilo doggy. Por estos motivos, una técnica tan sencilla como el faceoff permite mantener un buen control de la penetración tanto por ángulo como por profundidad.
Postura nº4: mujeres al poder en modo cowgirl
Es cierto que esta postura sí necesita que la mujer tenga una forma física relativamente buena para acompañar y acompasar las acometidas, pero es una de las mejores posturas para alcanzar el orgasmo pues en esta situación ellas pueden controlar casi con total comodidad el grado de la penetración, la velocidad y el ángulo de ésta.
Además, no se trata solo de poder controlar los movimientos, sino también de aportar un valor añadido en la forma de presentar las rodillas. Al sentarse a horcajadas sobre el abdomen del hombre, la situación permite ampliar mejor la pelvis y facilitar la tarea de la penetración al mismo tiempo que resulta cómodo encajar las rodillas sobre la cama en cuestión.