Comer fruta: cuándo es el mejor momento del día para hacerlo y qué mitos hay detrás
Que si sube el azúcar, que si engorda, que si con el estómago lleno no es nada nutritiva, que si ralentiza las digestiones… Las mentiras son muchas y están ahí fuera
Son muchas las voces que hacen hincapié en el consumo de fruta. Da prácticamente igual el tipo de producto, pero la realidad es que comer fruta es algo que cualquier nutricionista recomienda. Lo va a agradecer nuestra salud, de manera evidente, y seguramente también nuestro bolsillo.
Sin embargo, más allá del mito de comer fruta en cinco piezas —o raciones— al día, hay ciertas dudas que complican al consumidor. Una de ellas es enfrentarse a ese dilema habitual del tiempo. Algo que podemos sintetizar en encontrar el mejor momento del día para comer fruta.
La respuesta corta sería que no hay un mejor momento del día, sino que prácticamente todos son buenos. Cargadas de vitaminas, minerales y también con una cantidad moderada de hidratos de carbono, las frutas suelen aportar pocas calorías y poderosos nutrientes. Algo que suelen valorar especialmente los diabéticos o las personas en prediabetes, cuando se asustan ante el llamado índice glucémico.
De él ya te hemos hablado previamente en THE OBJECTIVE y es fundamental para conocer la respuesta glucémica de nuestro cuerpo. No obstante, no es algo que deba preocuparnos en términos generales a la hora de comer fruta. Más aún, solemos tener el runrún de pensar que nos engordan más en ciertos momentos. O que si las consumimos junto a otros alimentos es menos nutritiva. Incluso a pensar que será la mañana el mejor momento para tomarlas. Esto último, por cierto, es una falacia y no hay un momento óptimo de consumo, aunque se piense que la mañana es idónea para ‘activarnos’ con el azúcar de la fruta. A nivel nutricional, todos los momentos son igual de buenos.
Los falsos mitos detrás de comer fruta
Da igual a quien pongamos en la balanza. Naranjas, mandarinas, peras, manzanas, albaricoques, melocotones, piñas, sandías, melones, ciruelas, kiwis, plátanos… El mundo de la fruta es casi inabarcable y podemos hablar de decenas de ejemplos. Cítricos, frutas de hueso, frutas blancas, frutas de verano, frutas tropicales… Un auténtico edén que, como veremos a continuación, está rodeado de mitos y medias verdades que es mejor derribar.
Pocos grupos de música han contribuido mejor a dar salida a la fruta en los niños y adolescentes que Bom Bom Chip. En todas las radios a principios de los años 90 con su famoso Toma, toma y toma, donde no dejaban de recomendar ‘tomar mucha fruta fresca’, este grupo supuso conocer frutas que para los noventa eran auténticas rarezas, como la papaya. Para la playa, evidentemente.
Tampoco sentaron mal Los Fruittis, otra serie noventera en la que la fruta llevaba la voz cantante y cuyos ‘herederos’ culturales hoy recuerdan con cariño. No obstante, la realidad es que en España comemos mucha fruta. O al menos según las encuestas, pues se estima que consumimos unos 90 kilos de fruta al año, aunque encontramos grandes diferencias territoriales. Razón que vamos a utilizar para comprobar si podemos estimular a esos rezagados a que coman algo más de fruta derribando ciertos mitos.
Mito 1: la fruta como postre es menos nutritiva
Se piensa a menudo que comer fruta después de las comidas, a modo de postre, reduce su valor nutricional. La excusa es alegar que el estómago tiene mucho trabajo para realizar la digestión. Por esta razón, algunas teorías peregrinas apuntan a que el intestino delgado está más ocupado con la absorción de otros alimentos, pasando más desapercibidos lo que aporte la fruta.
La realidad es que esto es una milonga de un calibre enorme, pues no necesitamos comer fruta por separado para recibir sus nutrientes. De hecho, es el estómago el que va dando paso a ese quimo (la mezcla de los alimentos y los jugos gástricos) de camino al intestino delgado para que se absorba paulatinamente. Así que olvídate de pensar que tu estómago tiene mucha tarea y no va a prestar atención a la fruta.
Mito 2: se debe comer fruta con el estómago vacío
Más fake news de libro, pues a nuestro organismo le da igual comer fruta con el estómago vacío o lleno. Se suele alegar que si se toma fruta con otros elementos, la digestión se ralentiza y nos arriesgamos a que ciertas frutas, especialmente las ricas en fibra, fermenten o se pudran.
No es verdad, aunque sí es cierto que la fibra de la fruta puede ralentizar la digestión, pero esto no es necesariamente malo. De hecho, puede ser beneficioso porque nos ayudaría a elevar la sensación de saciedad. Aun así, que nuestra tripa permanezca más tiempo llena no significa que nada vaya a fermentar en el estómago, pues los jugos gástricos son tan poderosos que impiden cualquier tipo de fermentación durante la digestión.
Mito 3: comer fruta, azúcar y diabetes
Aquí sí hay ciertas verdades, pero se deben coger con pinzas y no como palabra de Dios. Es una realidad que consumir hidratos de carbono o azúcares presentes en la fruta permiten que entremos antes en la glucemia, que es algo que deben evitar los diabéticos. No obstante, la buena idea sería comer fruta asociada a otros alimentos como proteína, fibra o grasas, que hará que la forma de pasar el azúcar a nuestra sangre sea mucho más lenta. Aun así, conviene que los diabéticos busquen frutas con bajos índices glucémicos.
Sin embargo, esta situación en personas no diabéticas es irrelevante. De hecho, ciertas teorías —peregrinas y falsas— sostienen que consumir frutas o carbohidratos por la tarde noche elevan nuestro nivel de azúcar de tal manera que el cuerpo no los puede controlar, suponiendo un aumento de peso. La realidad es que sí, habrá un pequeño pico glucémico por comer fruta, pero esto no significa que vayamos a engordar por comer fruta o hidratos de carbono por la tarde o por la noche.
Por esta razón y siempre que temamos coger peso, debemos pensar en el déficit calórico, del que te hemos hablado en otras ocasiones, y que no es otra cosa que un sumatorio de calorías ingeridas y calorías quemadas. Si quemamos más de lo que ingerimos, no habrá que preocuparse por las calorías de más. Razón por la que también conviene comprender qué es la tasa metabólica y cómo podemos estimularlo.
De hecho, no comer frutas o verduras por la noche, temiendo este pico glucémico, puede hacer que sea peor el remedio que la enfermedad. Si decimos adiós a lo verde en la cena, diremos hola a proteínas o grasas, que son más calóricos y pueden además ofrecernos peores digestiones. Por este motivo, eliminar frutas o verduras por temor a la subida del azúcar a última hora del día no es una buena idea.