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Dormir bien también es una cuestión de actitud: así afecta al sueño a nuestro humor

No sólo influye cuánto o cómo durmamos, sino también tener las consciencia de que nos ha hecho bien

Dormir bien también es una cuestión de actitud: así afecta al sueño a nuestro humor

Una mujer durmiendo | ©Freepik.

Dormir es una cosa muy seria, pero dormir bien es una cosa fundamental. Pasamos —grosso modo— un tercio de nuestra vida durmiendo, así que es algo que deberíamos hacer de la mejor forma posible. Sin embargo, la realidad es bien distinta y, sobre todo, tozuda. Al menos en lo que a España respecta.

Lo cierto es que dormimos de media 6,8 horas diarias; ajenas a las recomendaciones de entre siete y nueve horas que recomienda la OMS. No solo eso, tampoco es que podamos decir a ciencia cierta que a los españoles se nos da bien dormir. La Sociedad Española de Neurología calcula que un 48% de los españoles no duerme bien. Tampoco es el único porcentaje que nos quita el sueño.

La misma fuente estima que entre un 25% y un 35% de los españoles sufren —o sufrimos— algún insomnio transitorio. Porcentaje que, por fortuna, se reduce en el caso del insomnio crónico donde entre un 10% y un 15% de españoles lo padecen.

Los datos no son halagüeños, pues somos de los países que peor dormimos de Europa. Tanto es así que somos líderes en insomnio crónico, tal y como te explicamos en THE OBJECTIVE. Razón por la que conviene saber que dormir bien también puede ser una cuestión de actitud. O, cuanto menos, de creernos que realmente hemos dormido bien. Así lo asegura un estudio pionero realizado por una universidad británica. En él, analizando a un centenar de pacientes estudian cómo la percepción del descanso —bueno o malo— influye en el ánimo y bienestar general.

Dormir bien: cuestión de actitud

Una mujer contenta tras dormir bien
La forma en la que interpretamos nuestro descanso previo influye en el bienestar de la mañana siguiente. ©Freepik.

No se trata de que dormir bien y tener un buen descanso sea cuestión de creérselo o no. Tampoco de pensar que hemos dormido bien cuando en realidad hemos dormido mal. Sin embargo, sí de comprender que el sueño va más allá de lo fisiológico. Tal y como explica el estudio de la Universidad de Warwick, se aprecian patrones que también se enfocan hacia lo psicológico y lo emocional.

Aunque el estudio —realizado con 100 alumnos de la universidad, con edades de entre 18 y 22 años— no puede ser tomado como una verdad universal, sí sirve para apuntar ciertas cuestiones. Lo evidente es que, tras documentar los tiempos de sueño de cada participante (a qué hora se va a dormir, cuánto tarda en quedarse dormido, cuánto duerme o cuándo se levanta), fueron más allá investigando cómo se sentían a la mañana siguiente.

Analizado en términos emocionales, el estudio comprobaba cómo de satisfechos estaban al día siguiente y si sus emociones eran principalmente negativas o positivas. Lo cierto, con la comparativa de las percepciones y de los resultados del descanso nocturno, es que los que habían tenido un descanso más constante y consistente mostraban emociones más positivas que los que no.

De esta manera, lo que el estudio avala es que no sólo depende de cómo durmamos, sino también de que nos ‘creamos’ que hemos dormido bien. La evidencia además la aportan asegurando que había investigados que tuvieron un sueño pobre y que, sin embargo, su percepción del sueño fue positiva y por tanto estuvieron de mejor humor al día siguiente. En cualquier caso, este estudio —pionero— corrobora investigaciones previas donde se vinculan el afecto, el bienestar psicológico y el buen descanso.

Mejor sueño y algo de psicología positiva

Los ‘defectos’ del estudio para su estandarización son claros: una muestra pequeña (apenas 100 personas) con unas características etarias muy determinadas y similares (entre los 18 y los 22 años). En cualquier caso, es una buena piedra de toque para comprobar si realmente creer que dormimos bien o que el sueño ha sido reparador nos ayuda a la mañana siguiente.

Un hombre intenta dormir
Una actitud pesimista respecto al sueño puede reforzar el pensamiento negativo ante un mal descanso. ©Freepik.

Lo cierto es que hay muchos métodos de análisis del sueño, ejecutándose trackeos con teléfonos móviles y dispositivos electrónicos que advierten de cómo, cuánto y cuándo hemos dormido. No obstante, las recomendaciones para que ese ejemplo se traduzca con algo de psicología positiva va más allá. Se trataría, por tanto, de personas que a pesar de haber dormido correctamente no lo sienten como tal.

Del mismo modo, resulta clave comprender que estos registros son meramente técnicos y cuantitativos, pero carecen de explicación cualitativa. Por eso, exigen también de una interpretación que, por ejemplo, encuentre justificación en experiencias, sentimientos o percepciones de gran subjetividad. Con ello apuntamos a una necesidad: la de no conceder una importancia exacerbada a este tipo de monitorizaciones, especialmente si están arrojando datos negativos.

Optimismo para dormir mejor

La recomendación en tal caso es enfocarlo desde una perspectiva más optimista. Por ejemplo, haciendo hincapié en las experiencias positivas del descanso como su comodidad o duración. Del mismo modo que convendría extirpar pensamientos negativos preconcebidos que ‘arruinen’ ese buen dormir. Además, es relevante comprobar cómo se va más allá en los factores fisiológicos como el que relaciona el sueño con la fatiga.

Una pareja discutiendo en la cama
Existe un componente subjetivo a la hora de valorar si hemos tenido un sueño reparador o no. ©Freepik.

Considerar que siempre dormimos mal —aunque no sea cierto— o que no hemos dormido lo suficiente —cuando tampoco sea cierto— nos predispone negativamente. Algo a lo que están muy acostumbrados los insomnes y las personas que sufren apnea del sueño, como indica este estudio que versa sobre el desajuste subjetivo-objetivo en la percepción del sueño.

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