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Las razones que da tu salud para volver a dormir con la manta de la abuela

Puede que aquellas gruesas lanas de la infancia nos hicieran descansar mejor de lo que pensábamos

Las razones que da tu salud para volver a dormir con la manta de la abuela

Un hombre joven durmiendo | ©Freepik.

Vivimos tiempos convulsos a la hora de dormir donde la ligereza se ha vuelto ley. En un mundo actual de infinidad de apuestas para dormir mejor o peor, buena parte de las opciones acaban mudando hacia edredones y nórdicos. Mejores, además, cuanto más ligeros parecen.

Por descontado, en el desván quedan aquellas típicas mantas de la abuela, eterno legado de los inviernos rurales en zonas frías, donde capeábamos los grados bajo cero a base de capas. En el armario del olvido, aquellas mantas ahora parecen haber resurgido. Al menos si tenemos en cuenta lo que avala un estudio a la hora de valorar, en cierto modo, el peso de las mantas para dormir mejor.

Lo irónico, para todos aquellos que algún día sobrevivieron a capas y capas de mantas remetidas, está en que ahora —a lo mejor— nuestra salud agradece aquel peso extra. Es lo que asegura un estudio que avala que usar mantas o edredones que supongan un 10% del peso corporal tendrían determinados beneficios para nuestra salud.

Aunque a priori parezca un peso demasiado elevado, tengamos en cuenta que ese 10% se distribuye por todo el tejido de la propia manta. O edredón o nórdico, pero el concepto que buscamos valorizar. Un retorno al pasado que puede ser inexplicable para algunos pero que, cuando en THE OBJECTIVE te dimos pautas para dormir mejor, tienen sentido.

Cómo la clásica manta de la abuela te puede ayudar a dormir mejor

Un hombre se va a dormir en una cama azul
Se estima que necesitaríamos una manta que pese alrededor del 10% de nuestro peso corporal. ©Freepik.

No es necesario que la manta sea de la abuela, pero el concepto se entiende con esos tejidos más pesados, en detrimento de ropa de cama excesivamente ligera. Según este estudio de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), usar una manta que pese hasta un 10% de nuestro peso corporal ayudaría a combatir el insomnio.

Tal y como prueban, lo que sucede es que la presión por todo el cuerpo que genera la manta pesada produciría un efecto calmante y, en cierto modo, de promoción del sueño. Lo que también indican es que, del mismo modo, simula la sensación del tacto o de un propio masaje.

En ese caso, también reivindican que se reduciría la excitación del nervio simpático, mientras que favorecería la parasimpática. Cuando esto sucede, como avala cierta literatura científica, es que se liberaría más oxitocina. Esta hormona, muy conocida durante los embarazos, genera un efecto ligeramente sedante, similar al de los ansiolíticos, que favorecería ese descanso.

Sin embargo, no todo nuestro descanso y nuestro buen dormir se debe fiar a usar una manta gruesa. Hay determinadas medidas de higiene del sueño que también debemos tener en cuenta. Una de ellas, fundamental, es que no sobrepasemos la temperatura de la habitación por encima de los 18º o 19º. En caso contrario, como sucede con las noches tropicales, generaríamos un efecto adverso que dificultaría el sueño.

Cómo mejorar la higiene del sueño

En un país como España, líder europeo en casos de insomnio, cuidar la calidad del sueño parece clave aunque sea con técnicas que, a priori, parecen antiguas. Sin embargo, el buen dormir también es parte de unas rutinas que pueden venirnos muy bien sin demasiado esfuerzo.

Una mujer durmiendo con antifaz
La medida de la manta pesada es sólo una más de las tareas que podemos hacer para mejorar nuestro descanso. ©Freepik.

Aparte del ejemplo de la manta lastrada o de la temperatura de la habitación, otras claves como no cenar demasiado pesado o no hacer deporte antes de irnos a dormir puede ser más que relevante. En ese mismo sentido, evitar bebidas alcohólicas de noche o bebidas estimulantes como el café también contribuirán.

En otro orden, también se han encontrado estudios que avalan las posibles ventajas que puede tener dormir solo, en vez de hacerlo con tu pareja. Aunque puede ser motivo de cisma doméstico, la realidad es que la forma de dormir, el calor que transmite la otra persona o los posibles ronquidos pueden ser notorios.

También es conveniente que tengamos claro que el dormitorio debe ser eso mismo: un espacio para dormir. Por eso, conviene eliminar fuentes de ruido o distracciones como ordenadores, televisiones o teléfonos móviles.

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