Demencia precoz: qué factores se asocian a su aparición prematura
Algunas de las conclusiones pueden ser verdaderamente sorprendentes
Convertido el envejecimiento en una cuestión de salud pública en las sociedades occidentales, la necesidad de abordar patologías vinculadas a la edad de forma más precisa se convierte en una cuestión capital. Algo que sucede con la demencia precoz, de la cual ya hemos hablado varias veces en THE OBJECTIVE.
Aunque se debe puntualizar que la demencia no es una enfermedad, sino un trastorno con distintas sintomatologías, algunas derivadas de lesiones u otras por enfermedades como tal, conviene también comprobar que hay factores que la pueden adelantar. Es la conclusión a la que ha llegado un reciente estudio de la JAMA (Journal of the American Medical Association), una de las publicaciones médicas más prestigiosas del mundo.
Lo cierto es que el estudio, además de puntualizar determinados factores, también ha abierto un debate aún más interesante. En él habla de la realidad sociocultural en el desarrollo de la demencia precoz. Si bien es cierto que la demencia tiene un componente claramente edadista, vinculado también a enfermedades como el mal de Alzhéimer, hay otras realidades que pueden afectar a su aparición prematura.
Los síntomas de la demencia, progresivos, son relativamente fáciles de identificar, pero no tanto de diagnosticar. Su aparición supone alteraciones en la memoria, el pensamiento o incluso el comportamiento, suponiendo deterioros en todos los sentidos. Una realidad que también tiene un componte psicológico en la afectación de la motivación del que la sufre, motivo que también implica que se deba prestar atención a estos signos. Sobre todo, cuando el deterioro cognitivo es mayor del que normalmente causaría el envejecimiento.
Qué factores intervienen en el desarrollo adelantado de la demencia
Aunque el estudio hace hincapié en que la genética tiene un papel fundamental también en la demencia, abre la puerta a otros factores. Algunos, curiosamente, para una sociedad como la española pueden ser bastante relevantes. Es lo que sucede con parte de estos hallazgos, donde una deficiencia de la vitamina D podría explicar también la aparición de la demencia precoz.
Es irónico, pues España presume de ser un país con mucho sol. Sin embargo, somos deficitarios en vitamina D porque la exposición no es la correcta. No es la única causa peculiar que ha descubierto el estudio. Tanto es así que ha identificado una docena de cuestiones que aumentan el riesgo de demencia temprana.
En este caso, hay otros factores que también resultarían relevantes. Entre los que cita, menciona el aislamiento social o la soledad como un factor de riesgo en el desarrollo precoz de la demencia. También figuran determinadas enfermedades como la diabetes, la cual afectaría también. Y, como puede ser relativamente evidente, otras patologías vinculadas a la salud mental.
En este ejemplo, el estudio publicado en el JAMA indican que hay factores que pueden adelantar la demencia precoz. Citan así los infartos, además de otras enfermedades coronarias o la llamada hipotensión ortostática. Esta última, a pesar de la complejidad del nombre, es fácil de comprender. Hablamos de que la presión arterial baja cuando nos ponemos súbitamente de pie tras estar sentados o acostados.
La paradoja del alcohol en la demencia precoz y en la demencia convencional
Basándose en un estudio comparativo realizado por diferentes instituciones, valiéndose de más de 330.000 sujetos de estudio menores de 65 años, la investigación ha comprobado cómo los hábitos y los factores sociales también afectarían. Entre los más peculiares, se indica que las personas con un peor nivel educativo, así como las personas con menos ingresos, tienen un riesgo mayor.
No obstante, puede que lo más extraño sea comprobar cómo, según el estudio, las personas que beben mucho alcohol tendrían un menor riesgo de desarrollar demencia temprana. Al contrario que las personas abstemias, que tendrían un riesgo incrementado. Misma situación que se daría en las personas que sufran desórdenes vinculados al consumo de alcohol.
Eso no significa que el alcohol sea un protector en los primeros ejemplos. Motivo por el que conviene recordar que el riesgo de demencia se puede reducir más allá de los 65 años si se deja de fumar y de beber. Además, sucede que la demencia también puede intentar combatirse con mejores hábitos. No se debe olvidar que también hay una vinculación directa con la alimentación, según este estudio.
De la misma manera, ese aislamiento social antes citado también juega un papel similar al que sucede entre soledad y depresión. Mantra que se ha reiterado en el círculo vicioso que se establece entre dieta, soledad y sedentarismo. Matices que a veces pasan desapercibidos, pero cuyas consecuencias pueden ser funestas.