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Distimia, la prima hermana de la depresión: qué es y cómo distinguirla

No es depresión, pero se parece —y mucho—. Afecta a todas las edades y géneros y descubrir sus causas es más complicado de lo que parece

Distimia, la prima hermana de la depresión: qué es y cómo distinguirla

Un hombre con trastorno depresivo persistente | Freepik

No es tan severa como la depresión, pero puede ser mucho más prolongada. Sin embargo, sigue siendo un trastorno de la salud mental que no siempre se diagnostica correctamente. Además, sucede que su sintomatología puede ser más cambiante, entendiéndose como algo puntual. Así sucede con la distimia, el nombre común con el que se conoce a esta patología que tampoco entiende de género o de edad.

Sin embargo, en los últimos años ha cambiado y se ha corregido su definición, pues distimia no es del todo apropiado. Según la Asociación Americana de Psiquiatría debe ser llamado trastorno depresivo persistente, el cual guarda diferencias con la depresión. En palabras de la misma fuente, este segundo caso se trata de un trastorno depresivo mayor, pero veremos que sus similitudes son abundantes.

Eso no significa que, como sucede con la depresión, este trastorno depresivo persistente no se cure. De hecho, se cura y existen tratamientos y terapia que ayudan a vencer a esta enfermedad que, como se aclara en ocasiones, no es simplemente un estado de tristeza. Tampoco es un capricho del paciente ni una forma de ser, como se ha demostrado en numerosas ocasiones, sino una patología con nombres y apellidos.

Sin embargo, los problemas del trastorno depresivo persistente suponen una afectación menor que en la depresión. De esta manera, puede suceder que sus síntomas no sean tan severos, aunque sí muy continuos. Esto hace que el distímico sea a veces visto como una persona apocada o con tendencias a la tristeza y al fatalismo, confundiendo una enfermedad con su forma de ser.

Qué es la distimia o trastorno depresivo persistente

Un paciente con distimia (trastorno depresivo persistente) en terapia
La terapia y la farmacoterapia pueden ayudar a superar la distimia. | Freepik

Aunque insistimos en que se debe utilizar la segunda acepción, es todavía muy habitual ver como distimia a esta patología. No obstante, lo más correcto —aunque sea largo— es referirse a ella como trastorno depresivo persistente. Sus síntomas, igual que sucede con la depresión, abarcan un amplio espectro dentro de la salud mental. Algo que queda patente en esta revisión llevada a cabo en la publicación especializada The Lancet Psychiatry, donde se encuentran buena parte de las señales de esta evolución.

Sin embargo, eso no quita que haya diferencias. De hecho, hay algunas señales que indican claramente cuando se trata de uno u otro. Por ejemplo, en el trastorno depresivo persistente no implica —necesariamente— una falta de interés en experimentar placer. Algo que sí sucede muy habitualmente en la depresión, de la cual además conocemos sus efectos secundarios.

Tampoco suelen encontrarse pensamientos suicidas en la distimia. En ese sentido, tampoco hay una evidente lentitud motora, que sí es más frecuente durante la depresión. En cualquier caso, también se debe comprender que el trastorno depresivo persistente y sus síntomas no se solapen con otras patologías que pudieran justificar su aparición.

De hecho, el mantener cierto interés por actividades hace más compleja la identificación del trastorno depresivo persistente, pues parece que se trata simplemente de un bache. La incomprensión hacia este tipo de pacientes es también muy recurrente, ya que puede dar la sensación de que simplemente se dejan llevar o que es un estado de tristeza puntual. Algo que también explican desde la National Library of Medicine estadounidense al referirse a esta enfermedad.

Más largo plazo, aunque menos severidad

No obstante, es conveniente saber que se trata de lo que se considera clínicamente una depresión crónica leve. Lo es porque los síntomas son menos severos, pero son más persistentes, razón por la que el trastorno depresivo persistente tiene duraciones de más de dos años. Además, también pueden sufrirlo los menores de edad, siendo en este caso su duración mayor a la de un año. De esta manera se demuestra que la distimia no atiende a edad. Tampoco a género, aunque es cierto que la prevalencia es mayor en las mujeres.

Dentro de los problemas cabe resaltar que se trata de un estado melancólico y apático, con ciertos picos, por lo que se puede dar sensación de una cierta bipolaridad. Además, no debe confundirse con la llamada depresión sonriente, de la que ya te hablamos en THE OBJECTIVE. Alternan así períodos de mejor humor con otros de mayor tristeza, lo que también dificulta la diagnosis. Por este motivo se considera un trastorno psicógeno, pues se debe a factores emocionales o psicológicos. Además, también tiene un perfil adaptativo que puede verse relacionado con momentos vitales especialmente estresantes.

Cuáles son los síntomas del trastorno depresivo persistente

Una mujer con trastorno depresivo persistente
El trastorno depresivo persistente se puede ver agravado por otro tipo de trastornos. | Freepik

No son nuevos, pero sí son recurrentes. Entre las formas en las que se manifiesta el trastorno depresivo persistente encontramos a viejos conocidos de la salud mental. Puede que no sucedan todos y también puede que se solapen con otras patologías e incluso con adicciones a tóxicos.

También es habitual que otro tipo de desórdenes aparezcan o sean causantes, pues hay una cierta comorbilidad que afecta al estado general del paciente. En cualquier caso, los ejemplos son de sobra conocidos. Melancolía y tristeza constante o baja autoestima son muy frecuentes en la distimia. Un hecho que reiteran varias publicaciones especializadas, incluida la institución estadounidense Cleveland Clinic.

Del mismo modo, como sucede a menudo con otros trastornos mentales, es muy habitual que haya alteraciones tanto de los patrones del sueño como alimenticios. En este supuesto también es muy común que suelan venir aparejados a otros desórdenes que tienen que ver con la conducta. Es por eso que también problemas físicos —debido a ese carácter adaptativo— también se conectarían con la aparición del trastorno depresivo persistente, el cual no está exento tampoco de fallos de memoria o de concentración.

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