El hábito que debes implementar en tu día a día para ser más feliz
Un gesto que reduce las hormonas del estrés y aumenta las relacionadas con el bienestar
La búsqueda de la felicidad ha sido un tema perenne para pensadores a lo largo de la historia, y en tiempos recientes, la ciencia ha contribuido con nuevos datos y conocimientos sobre este tema. Ahora se sabe que la felicidad está influenciada por factores tanto internos como externos, incluyendo la química del cerebro, que se ve afectada por neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, las endorfinas y la oxitocina. Estas ‘hormonas de la felicidad’ se liberan cuando se experimenta placer o alegría, contribuyendo al bienestar emocional.
Por otro lado, el estrés también juega un papel importante en la felicidad, ya que hormonas como el cortisol se liberan en situaciones difíciles, afectando el estado de ánimo y la salud en general. La felicidad no es solo un destino, sino un camino que se puede influir a través de pequeños cambios en el estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y la meditación.
El hábito que aumenta la felicidad
Un hábito particularmente efectivo y sencillo que promueve la felicidad y el bienestar según Cuerpo y Mente es el contacto físico, que nutre el apego y tiene beneficios tanto físicos como mentales. Estudios han demostrado que su práctica está relacionada con un aumento en las hormonas de la felicidad, mientras que su ausencia puede llevar a un aumento del cortisol y una disminución de otras hormonas relacionadas con el bienestar.
Los abrazos son una excelente manera de fomentar el contacto físico necesario tanto para niños como para adultos, ya que facilitan una conexión emocional profunda que trasciende las barreras del lenguaje. Más allá de ser placenteros, permiten expresar emociones como afecto, apoyo, consuelo y alegría de una manera íntima y sincera, fortaleciendo los lazos afectivos y promoviendo un sentido de pertenencia y bienestar emocional en quienes los reciben y los brindan.
Lo más importante es que tienen beneficios para la salud que influyen al bienestar general y en la sensación de felicidad. Esto se debe a las hormonas que se liberan durante un abrazo, según lo respaldan varios estudios científicos. Incluirlos en la rutina diaria se recomienda como una medida para cuidar la salud mental y promover la felicidad. Y es que los abrazos pueden mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés, fortalecer el sistema inmunológico e incluso prolongar la vida.
Relación entre la conexión emocional y el contacto físico
El contacto físico, a través de gestos como caricias, abrazos o masajes, es esencial para el bienestar tanto físico como mental, siendo equiparable en importancia a la alimentación. Investigaciones actuales respaldan la idea de que el contacto piel con piel después del nacimiento no solo beneficia la supervivencia de los bebés prematuros y promueve el vínculo materno-infantil, sino que también mejora las habilidades cognitivas.
Mantener una intimidad similar a través de muestras de afecto como besos y abrazos durante la infancia fortalece la salud mental, la autonomía y la autoestima tanto del niño como de la madre. Durante la pandemia, la falta de contacto social y físico evidenció un aumento en los problemas de salud mental, como lo señala un estudio reciente realizado en Alemania que encontró niveles más altos de cortisol y niveles más bajos de oxitocina en personas con menor contacto físico durante el confinamiento.
La importancia del apego afectivo se estableció en 1958 con la Teoría del Apego de Harlow y Bowlby, quienes estudiaron el comportamiento de niños huérfanos después de la Segunda Guerra Mundial. Harlow realizó un experimento con monos que demostró que, ante el estrés, los monos buscaban refugio en una madre de fieltro suave en lugar de en una madre de alambre que les proporcionaba alimento. Esto sugiere que el amor no se basa únicamente en la alimentación, sino en la necesidad primaria de contacto y ternura.
Investigaciones posteriores han corroborado que el contacto físico no solo es esencial en la infancia temprana, sino que también tiene beneficios a lo largo de toda la vida, contribuyendo tanto a la salud física como a la salud emocional y mental.