El encaje de la belleza
Yeats comentaba que las correcciones que se podían añadir a la prosa eran infinitas, pues las reglas de ésta no eran fijas. Por el contrario, decía el poeta, cuando al sentarse a escribir, se daba con la forma y el contenido de un poema, era como el “clic de una caja al cerrarse”. A ese clic se refería David Foster Wallace para describir la sensación que le generaba la lectura de determinados autores: era como si, al leerlos por primera vez, algo hubiera hecho encajado. La atracción estética es para mí un misterio insondable. Hace mucho tiempo que me resulta asombroso observar la versatilidad de la belleza, las formas inverosímiles en que ésta nos penetra y pulsa las teclas de nuestro espíritu.