Siete horas de reunión y 90 minutos de partido después: la nueva era de la Selección española
La épica victoria contra Suecia en el último minuto es el capítulo final de una semana de infarto
Horas de calma en mitad de esta tormenta. Por lo menos, una calma relativa. Los últimos días de la Selección española han sido frenéticos, incluso caóticos por momentos. Demasiados acontecimientos que pueden aburrir al público general, y generar malestar entre los seguidores de un deporte, el fútbol femenino, que normalmente lo único que quieren es ver rodar el balón sobre el verde. Y más si rueda como rodó este viernes en Gotemburgo, pero de esa historia ya hablaremos más adelante.
Tras el beso presuntamente no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso han corrido ríos de tinta, pero la gran explosión no ha llegado hasta estos días. Esta es la crónica de una semana clave en la historia del balompié español:
Caos en la convocatoria
Por recapitular: la semana empezaba con la presentación de Montse Tomé como nueva seleccionadora nacional. La sustituta y ex número dos de Jorge Vilda aparecía el lunes en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas para anunciar su primera convocatoria. Una lista, la suya, repleta de sorpresas. Para empezar, porque llamaba hasta a 20 futbolistas —de 23 posibles— que habían solicitado no ser convocadas tras las presuntas coacciones a su compañera, Jennifer Hermoso. Una Jennifer Hermoso que, por cierto, no estaba en la convocatoria. Para «protegerla», según palabras de Tomé.
Además, también eran convocadas algunas de las integrantes de ‘las 15’ que llevaban sin recibir la llamada de la Selección un año. Futbolistas que, como Mapi León o Patri Guijarro, se perdieron el Mundial de Australia, a pesar de ser las más destacadas en sus posiciones en Europa, y probablemente en el planeta. Todas coincidían en lo mismo: nadie había contactado con ellas para informarlas de que serían convocadas, por lo que las palabras de la seleccionadora asegurando que sí había hablado con ellas quedaban en entredicho.
El martes, y tras horas de asesoramiento legal y especulaciones —comunicado mediante—, finalmente la gran mayoría de las convocadas se presentó en uno de los lugares designados. Un hotel cerca de Barajas y otro en Oliva (Valencia). Un caos que se generó tras la decisión de la RFEF de no realizar la concentración en Las Rozas, como es habitual, con el fin de evitar a la prensa. No salió muy bien, ya que los periodistas encontraron la forma de llegar hasta la localidad valenciana. Todo esto, con el Gobierno interviniendo y asegurando que iba a poner orden. Víctor Francos, presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), se trasladaba entonces hasta el hotel de concentración y empezaba una reunión más que intensa entre, fundamentalmente, tres partes: jugadoras, federación y Gobierno de España. El objetivo común: desbloquear la situación ante la urgencia de disputar dos partidos importantes para la clasificación para los Juegos Olímpicos. Un reto mayúsculo para las campeonas del mundo.
Siete horas de negociación
Pasadas las 22.00 del martes se iniciaban las distintas reuniones que tuvieron lugar aquella noche. Las dos partes, jugadoras y federación, se sentaban con un mediador de autoridad, el presidente del CSD. Aunque en aquel momento las futbolistas de la Selección estaban dispuestas a marcharse de la convocatoria si se les garantizaba que no serían sancionadas, finalmente no hizo falta llegar a ese extremo. Por lo menos, no hubo una espantada generalizada. Solo Mapi León y Patri Guijarro decidían abandonar el hotel de Oliva. Todas las demás finalmente permanecían con el equipo. Un respiro en un clima irrespirable.
Hasta las cinco de la mañana del miércoles —día en el que se cumplía un mes desde que España levantó la Copa del Mundo en Sídney— no hubo novedad. En total, siete horas de conversaciones para llegar a un principio de acuerdo. Al finalizar el concilio, el propio Francos anunciaba ante los periodistas que seguía habiendo equipo. Las jugadoras expusieron sus reclamos, especialmente centrados en una idea: no querían compartir espacio con aquellos que habían participado en las presuntas coacciones a Jenni Hermoso. Querían, a fin de cuentas, ser escuchadas. También estuvo presente, aunque desde más tarde, una figura controvertida en las últimas semanas: Amanda Gutiérrez, presidenta de Futpro, el sindicato de algunas de las futbolistas de la Selección española.
El encuentro más tenso de esas siete horas de negociación fue el mantenido con la seleccionadora, una seleccionadora a la que le quedarían los días contados, según los más agoreros –aunque, a pesar de lo publicado en prensa, su puesto no corre peligro de momento–. Las futbolistas estaban dolidas por la actitud de Tomé en su presentación. En ella dejó ver que ya sabían que iban a ser seleccionadas, cuando en realidad se enteraron al mismo tiempo que el común de los mortales. El daño estaba hecho y la palabra «traición» reinaba en el ambiente. Al final, hubo entente y un emplazamiento a seguir negociando más adelante. Lo urgente: entrenar, descansar y prepararse para el partido del viernes. No había tiempo que perder.
Las palabras de las capitanas
Una de las consecuencias inmediatas de esta negociación ha sido un cambio esperado por muchos durante meses: la designación de las nuevas capitanas. No tan nuevas, en realidad, ya que lo eran antes de que ocurriera el conflicto de ‘las 15’, pero fueron relegadas. Alexia Putellas, Irene Paredes, Mariona Caldentey y Aitana Bonmatí han sido las elegidas por el vestuario para portar el brazalete en esta nueva era. Son, además, las cuatro futbolistas con mayor número de internacionalidades de la convocatoria.
Dos de esas nuevas capitanas comparecieron el jueves ante la prensa, en el prepartido contra Suecia en Gotemburgo. Fue una comparecencia breve por el apretado horario de la concentración, aunque prometieron ahondar más en el asunto más adelante. Antes de su rueda de prensa, quien habló fue una visiblemente afectada Montse Tomé, que sin el respaldo de sus futbolistas tuvo la ocasión de explicarse. Quedó de manifiesto que nada de esto está siendo fácil, para ninguna de las partes.
En cuanto a las futbolistas, las que hablaron fueron dos líderes simbólicas: Irene Paredes, por un lado, y Alexia Putellas, por el otro. La doble Balón de Oro optó por permanecer en silencio durante el Mundial, por lo que su comparecencia era más que esperada. En su breve intervención hicieron hincapié en una idea: «Hemos pedido tolerancia cero ante quienes hayan aplaudido un abuso», proclamó Putellas. «El sistema ha fallado, los protocolos han fallado. Hay compromiso para crear protocolos y una comisión mixta. No habrá sanciones y la Federación tiene que hacer un comunicado disculpándose con Jenni. Hay una serie de acuerdos para asegurarnos que tenemos una federación más transparente y que protege a las personas», explicó. Paredes, por su parte, también fue clara: «Nos hemos sentido solas», en referencia a un CSD que, según ellas, ha tardado demasiado en actuar.
¿Quién pone y quita a quién?
Para muchos, sus palabras son todavía insuficientes, y no explican la caída de algunos. A Luis Rubiales y Jorge Vilda se le han sumado en las últimas horas el secretario general de la RFEF, Andreu Camps, y el director de Integridad, Miguel García Caba. Ambos fueron señalados por las futbolistas como parte de las personas que participaron en el presunto acoso a ‘la 10’ de España en el Mundial.
No se entienden estas salidas, defienden algunos, cuando la propia Putellas insistió en que las jugadoras no quitan ni nombran cargos. «Nunca hemos pedido ni poner ni quitar al entrenador», defendió, «lo que hemos hecho es trasladar inquietudes o conceptos en los cuales el vestuario no terminaba de sentirse cómodo. Siempre entendiendo que nuestro trabajo no es ese». ¿Quién pone y quita a quién? Es una incógnita que todavía queda resolver.
Más que un partido
Al final de este túnel de vestuarios, una luz: la del campo de juego. La Selección española estrenaba el viernes su recién cosida estrella ante Suecia, equipo número uno del ranking FIFA. Pese a los rumores de un posible boicot por parte de las jugadoras suecas, que como otras grandes selecciones han apoyado la causa de las españolas, al final se jugó al fútbol. Y qué forma de jugarlo. Antes de que empezara el encuentro, última mirada al conflicto extradeportivo: suecas y españolas posaron con un cartel que rezaba «Se acabó, nuestra lucha es una lucha global». Después, no había otra cosa en la mente de esas 22 futbolistas que llevarse la victoria.
Se especuló con que las jugadoras no iban a dar el 100% en el partido, como estrategia en su particular cruzada. Quien lo pensara no conoce a unas deportistas profesionales que lo único que quieren es, efectivamente, ganar. Dentro y fuera del campo, pero especialmente dentro. El 2-3 en Gotemburgo es una muestra inequívoca de ello. Y más, teniendo en cuenta que llegaban tras una semana de muy poco sueño, unas cuatro horas por noche, y solo dos entrenamientos previos. Por no hablar de haber estado en el centro del foco mediático, una presión a la que no están acostumbradas estas deportistas. Un milagro del equipo comandado por Montse Tomé en el que era su estreno como seleccionadora nacional.
Dominio absoluto
España dominó en todos los aspectos de juego, por lo que los goles de Athenea del Castillo (37′), Eva Navarro (77′), y Mariona Caldentey (96′, de penalti) fueron de justicia. Y la victoria también. Especialmente resarcida salió Athenea, la única de las mundialistas –junto a Claudia Zornoza, ya retirada de la Selección– que decidió no unirse al comunicado en el que pedían no ser convocadas. Una semana dura también para ella, que se enfrentó al odio de algunos que no saben respetar una decisión personal. El abrazo tras su gol con sus compañeras fue un alivio colectivo. Este no era un partido más, tampoco para la cántabra.
Tras estas horas de calma, es probable que regrese la tormenta. Aunque ya apaciguada por lo que mejor hacen estas futbolistas, que es precisamente jugar al fútbol. Ganar a Suecia en el último minuto, de remontada, y además en suelo sueco, no es tarea fácil. De hecho, antes del Mundial, España nunca había ganado al combinado nórdico. Un empujón de optimismo para la nueva era de la Selección española, y una muestra —aviso a navegantes— de que estas futbolistas no se dan por vencidas.