THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Fuertes como leones

Tiene magia, Sierra Leona. Desde que llegamos a Madina junto al misionero Chema Caballero. Me gusta escucharles hablar en su lengua, el krio. Y han sufrido tanto, es tan hondo el drama que ha padecido.

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Fuertes como leones

Tiene magia, Sierra Leona. Desde que llegamos a Madina junto al misionero Chema Caballero. Me gusta escucharles hablar en su lengua, el krio. Y han sufrido tanto, es tan hondo el drama que ha padecido.

Confieso que Sierra Leona me atrapó desde que pisé Freetown, su disparatada capital. Desde que detuvimos el coche en Kambia, parada esencial en la mitad del viaje hasta Madina, 200 kilómetros de carretera infernal, seis horas de viaje si no llueve. Desde que llegamos al chiefdown de Tonko Limba. Tiene magia, Sierra Leona. Desde que llegamos a Madina junto al misionero Chema Caballero. Me gusta escucharles hablar en su lengua, el krio. Y han sufrido tanto, es tan hondo el drama que ha padecido, que siento hermanos del alma a los amigos que allí dejé, que siempre están en mi memoria.

Los habitantes de Sierra Leona llevan el dolor tatuado en el alma, y la alegría en el rostro, pese a tantas cicatrices de las que no curan. Y ahora es un brote del letal ébola. Hay muertos. Otra vez muertos en Sierra Leona. Porque la vida es así, y lo peor se ceba siempre en los más desfavorecidos.

El brote de ébola azota el este del país, Kono, Kailahun y Kenema. Pero también el norte, la zona fronteriza con Guinea Konakry, donde la enfermedad también hace estragos. Algunos de los enfermos abandonaron las clínicas y se desconoce su paradero.

Es la fuerza del sino. O la fuerza del mal, por ser más precisos. La fuerza del maldito egoísmo del autodenominado primer mundo. Y de quienes en estos países abonan la corrupción y se lo llevan también crudo mientras los suyos viven en la miseria.

Ahí está la foto de Seyllou. Esas mujeres y hombres solo tienen miseria, pero rebosan dignidad. Y coraje. Y valentía. Y humanidad. Sí, humanidad. Ayer fue la guerra cruel, entre ellos. Hoy es el ébola. Y mañana será otra cosa. Pero ellos sobreviven con esa fuerza como la de las olas del mar. De ahí viene el nombre del país. Las olas, al romper contra las rocas, rugían como leones. Y los ingleses le cambiaron el nombre a Sierra Lyoa. Un país de mujeres y hombres fuertes como leones.

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