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Inaki Arteta Orbea

Navidad

Más allá de lo religioso y lo cultural, la Navidad es, para muchos, un universo en la memoria. Recuerdos en una carpeta aparte.

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Navidad

Más allá de lo religioso y lo cultural, la Navidad es, para muchos, un universo en la memoria. Recuerdos en una carpeta aparte.

Son fechas especiales las de la Navidad en la cultura occidental y más en la Europa del Sur, diferente en la cultura de cada país y aún con matices diferenciales en cada porción regional.

A mucha gente no le gusta. Se oye cíclicamente, cada año, más bien se alardea: “odio la Navidad”. Mira que hay cosas para odiar en este mundo. Con la Navidad ocurre que se le pone muchas pegas, tantas que yo nunca he terminado de entenderlas del todo. Es que se come demasiado. Es que no hay más que compromisos. Es que parecen obligatorios los buenos sentimientos. Es que me siento obligado a regalar. Es que son fiestas para el consumo. Así son los problemas de los habitantes del primer mundo. Pues no comas tanto, no gastes tanto, no te crees tantos compromisos ni obligaciones artificiales, no te pases consumiendo, nadie te obliga ¿no? Además este ejercicio es prorrogable al resto del año. Gestionemos lo material con sentido común y deseemos salud y amor a todos.

Es cierto que es una fiesta religiosa, y no todos lo somos, yo al menos, no especialmente, pero su existencia no conlleva nada obligatorio. Sí que es parte de nuestra cultura, sí que forma parte de esos restos de nuestra tradición que se van diluyendo a pasos agigantados entre las aplicaciones del móvil y la globalización de la banalidad.

Más allá de lo religioso y lo cultural, la Navidad es, para muchos, un universo en la memoria. Recuerdos en una carpeta aparte. A mí me sitúa más que en la infancia, en la preadolescencia. Las reuniones familiares ya sentado en la mesa de los mayores, la emoción por la falta escalonada de los abuelos, cierta religiosidad natural, las primeras celebraciones en la calle con los amigos, la música que escuchaba en aquellos momentos, la búsqueda de regalos originales y asequibles, todo esto envuelto en una austeridad económica familiar nada agobiante, se quedó en mi memoria formando un amasijo de olores, sensaciones e imágenes imborrables. Aún pasando los años, es uno de los bloques de recuerdos con connotaciones más especiales.

Decía Pablo Milanés en una vieja canción lo que puede ser un bonito deseo navideño: “que la belleza te elija, que la bondad te defina por siempre, que la felicidad conserve en ti esa sonrisa”.

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