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Lartaun de Azumendi

Paulina merece un futuro feliz

Sus compatriotas del fusil y la selva, los que tienen secuestrado un pedazo del país, arden en deseos de que Paulina Vega resulte pieza decisiva en la resolución de las conversaciones que mantienen con el ejecutivo colombiano en La Habana.

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Paulina merece un futuro feliz

Sus compatriotas del fusil y la selva, los que tienen secuestrado un pedazo del país, arden en deseos de que Paulina Vega resulte pieza decisiva en la resolución de las conversaciones que mantienen con el ejecutivo colombiano en La Habana.

Tiene 22 años y estudia administración de empresas. Roza los 180 centímetros de altura y es bilingüe. Nació colombiana y un variopinto corrillo de expertos la ha bendecido como la más hermosa del universo en 2014. Luce extraordinaria en bañador y se expresa con una soltura suficiente.

Ahora sabemos que de un veterano grupo de delincuentes le ha llegado una envenenada invitación. Sus compatriotas del fusil y la selva, los que tienen secuestrado un pedazo del país, arden en deseos de que Paulina Vega resulte pieza decisiva en la resolución de las conversaciones que mantienen con el ejecutivo colombiano en La Habana. Desde las filas de las FARC se ha decidido proponer hermosura y donaire a un ten con ten que no pita hasta la fecha. La belleza como ingrediente salvífico para la redención de una deforme receta repetida a desmano de la ley. Asomarse al abismo del momentáneo fracaso con la ingeniosa prestidigitación de quien muestra un as cuando apenas queda naipe en el tapete.

Paulina, amante de su nación y mujer de orden, tiene ante sí el reto más importante de su reinado de lentejuelas: travestirse de Jimmy Carter y salir posteriormente al ágora a regalar sus valoraciones, o declinar educadamente la cicuta y demostrar ante toda Colombia que por el respeto al entendimiento entre las partes, a ella no la bajan de las pasarelas para subirse a tan maquiavélico escenario. 

Aquellos que, incluso con conocimiento de causa, han accedido a hacerse un hueco en un patíbulo negociador, han escrito ríos de tinta al respecto; y no, nadie vuelve a ser el mismo. Ni para sí ni para los demás. De ahí que nada mejor para la guapa Paulina, que continuar con su meteórica carrera y con el empeño por alcanzar unos sueños que nadie debiera querer empañar.

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